En este día, muchos se rasgarán las vestiduras rechazando el olvido como origen de lo falso y de lo injusto, para recordar dictadores, señalar terrorismos, y discutir desaparecidos, desde uno y otro lado, imponiendo cada uno una concepción parcial y antojadiza de la historia. Ahora bien, como sí es cierto que un pueblo nunca crecerá en paz si no recuerda, y si no reconoce y repara eso que recuerda, hoy elijo abordar la memoria solo de nuestro Gualeguay, para rescatar su verdad y su justicia, algo que sí merecemos sus habitantes.
En esta Argentina de hoy, tal cual lo demuestra la realidad, el sueño de demasiados argentinos y argentinas es ser candidato a algún cargo político. Del mismo modo, el sueño de demasiados jóvenes es acompañar a alguno de esos candidatos para poder acceder a un puesto público, o a algún otro beneficio. Es año electoral y todos buscan la forma de salvarse. Nadie busca poder gobernar, ni nadie busca la oportunidad de generar un cambio para mejor, así que nuestra suerte, sean quienes sean elegidos, está echada.
El mundo ve como una bendición la fertilidad de nuestros suelos, la cual permite a la Humanidad alimentarse, y ve a quienes hacen éso realidad como importantes protagonistas del desarrollo de la raza humana. Así piensan en Australia, en Europa, en China, y en Estados Unidos. A pesar de todo eso, en la Argentina, algunos prefieren ver en eso un castigo, una injusticia, un mal, y celebran cualquier factor, político o climático, que signifique una desgracia que lo afecte. La historia explica cómo eso hizo que un país rico esté lleno de pobres manejados por un grupo de ricos.
El colectivo que me llevaba al colegio tenía la parada a metros de la esquina. A esa altura de su recorrido, siempre venía vacío, así que podía elegir dónde sentarme. Así lo hacía, pero nunca faltaba una vieja que, al rato, subiera, seguro con una enorme cartera, y, sentara donde yo me sentara, por más que me hiciera el dormido, me tenía que parar para cederle el asiento. Nadie me obligaba, era una mujer y así debía hacerlo. Así como yo, aún hoy, millones de hombres veneramos a la mujer como un ser que debe, y, sin dudas, merece, ser atendido y protegido como algo sublime. ¿Está mal?
Hay premisas naturales que caracterizan a nuestra especie desde los albores de la Humanidad. Por ejemplo, cualquier ser humano, sea mujer u hombre, difícilmente pueda sacrificar su libertad una vez que la descubra. Del mismo modo, todo ser humano, sin excepción, prefiere siempre la compañia a la soledad. Esto es así por naturaleza, más allá de lo que cualquier individuo quiera pretender, o presumir, en sentido contrario. Ahora bien, la realidad del presente obligó a mujeres y hombres a tener que elegir entre ser libre y estar solo, o sacrificar su libertad para estar acompañado, privándolos de una felicidad plena.
En enero de 2020, en una ciudad de la costa atlántica, una banda de jovencitos atacó y mató a golpes a otro jovencito. En noviembre de 2021, en La Pampa, una pareja de dos mujeres abusaron sexulamente del hijo de una de ellas y luego lo terminaron matando. Por estos días, todos los responsables de uno y otro crimen quedaron condenados conforme a la ley y ya están cumpliendo sus penas. Pero, más allá de éstas condenas, hay muchos "partícipes" que "zafaron" de estos procesos, mientras que los silencios buscan un olvido que hace posible que todo pueda volver a pasar.
A la vista está que no siempre es interés de los gobiernos el salvaguardo de la naturaleza, ni el fomento de la cultura, y pocos conciben un turismo que vaya más allá de la oferta existente. La gran mayoría desconocen, u olvidan, que la explotación sustentable de los patrimonios naturales y culturales pueden ser argumentos turísticos que generen recursos para preservarlos y protegerlos, a la vez que fortalecen estrategias para consolidar la soberanía. Es por eso que es tan importante incluir el turismo y estos patrimonios en la agenda política.
Cuando la crisis se extiende más allá de lo normal, la gente se resigna, naturaliza la contingencia, y todos terminan acomodándose a lo que les era incómodo, tanto que encuentran allí su zona de confort. Como ese proceso tuvo, para ellos, un alto costo personal, hoy todos temen abandonar esa posición y verse obligados a atravesarlo otra vez. Cuando este síndrome alcanza a toda una sociedad, y se arraiga en su clase dirigente la evasión de deberes, la corrupción de compromisos, y la injusticia resultante. Ante ésto, las voces se alzan, pero no llegan nunca a la acción.
Está terminando enero, el primer mes de este año electoral, y las perspectivas de Gualeguay respecto de su futuro siguen siendo, por lo menos, preocupantes. Un repaso por el pasado y el presente de esta ciudad ponen en duda una salida al desorden y a la postergación a la cual parece haber sido condenada. De todas las alternativas políticas que se barajan, ninguna significa un cambio para los gualeyos, mucho menos una mejora. Todo el espectro político local ofrece más de lo mismo, y nadie parece interesado en gobernar una transformación en beneficio de todos.
Para la gran mayoría de los argentos, la política es mala palabra, y, para un exclusivo grupo, una forma de enriquecerse o, por lo menos, de salvarse. Unos y otros olvidan que pensando así destruyen su presente y su futuro, pues la política es la única herramienta que tienen los pueblos para construir su bienestar y su porvenir. Lo que pasa por estos pagos es que la política fue copada por nefastas dinastías, las cuales, para perpetuarse en la misma, explotando lo público en su beneficio, impusieron la idea de que la política es mala, y el pueblo se quedó sin bienestar y sin porvenir.
Para la gran mayoría de los argentos, la política es mala palabra, y, para un exclusivo grupo, una forma de enriquecerse o, por lo menos, de salvarse. Unos y otros olvidan que pensando así destruyen su presente y su futuro, pues la política es la única herramienta que tienen los pueblos para construir su bienestar y su porvenir. Lo que pasa por estos pagos es que la política fue copada por nefastas dinastías, las cuales, para perpetuarse en la misma, explotando lo público en su beneficio, impusieron la idea de que la política es mala, y el pueblo se quedó sin bienestar y sin porvenir.
Ya casi es Navidad, y, como siempre, un nuevo año se va, y otro llega. El 2022 será, sin dudas, inolvidable, en la historia pública por la Copa del Mundo, y en la intimidad de cada argentino por lo duro, por lo angustiante y extenuante, por lo agónico. Ese año se va, pero viene uno que en nada insinúa mejor, sino que, hace pensar que será peor. En el medio, un pueblo se viste de celeste y blanco para desahogar sus frustraciones. El éxito futbolística no puede cambiar en nada nuestra realidad, pero en él puede estar la clave de un éxito como país.
La Alegoría de la Caverna, escrita por Platón en el siglo IV antes de Cristo, sigue siendo, sin dudas, la representación más gráfica y completa sobre la relación del hombre y el conocimiento. En ese relato, el filósofo griego ejemplificó la actitud del ser humano frente a la realidad. Para una mejor comprensión de aquel ejemplo puede resultar útil recrear aquella historia de ficción en una caverna con lo que ocurre en la realidad de un living con televisión, cable y playstation. Lo forzado ahora es voluntario.
Hoy condenaron a Cristina a 6 años de prisión, pero el problema acá no es su condena. Acá la cuestión es la percepción de justicia de los argentinos. Mientras unos creen que era cierto que robaba, y otros niegan que haya robado, hay otros que creen que robar es injusto, y es justo castigar al que roba, y otros que creen que es justo robar, e injusto castigar al que roba. Estas son las distintas poses adoptadas por los argentinos, a un lado y otro de la grieta, pero nadie puede demostrar que su posición es la cierta, prueba de que han destruido la República, y eso es lo realmente grave.
En pocos meses, Gualeguay ha contratado importantes grupos musicales: La Beriso, La Bersuit, Los Totoras, Peteco Carbajal, Turf y Kapanga. Más de 20 millones de pesos, que, a su vez, exigen otro tanto en infraestructura, como escenario, baños, sonido, etcétera. A esto se suman más millones para el autódromo, para un parque acuático, etcétera. ¿Cómo beneficia esta política de entretenimientos públicos a Gualeguay? Lo entretiene, al igual que su carnaval, pero en nada desarrolla su turismo y sí empuja al quebranto a su oferta privada. Un circo sin saldo a favor del pueblo.
En este oficio de decir verdades, muchas veces, uno resigna oportunidades de decir lo que cree que debe decir para evitar confrontar con la estupidez. La muerte de Hebe de Bonafini es uno de esos casos, donde preferí el silencio escrito a contrarrestar las expresiones afines al relato oficial. Ni hablar de los tres días de duelo. En ese contexto, me encontré con el editorial de Daniel Rodríguez, un hombre de medios que aprecio y respeto, que no dudó en decir lo que se debía decir, con la historia como aval, y en blanco sobre negro. Justo aquello que yo no me animé a decir.
Lo que no hicimos hasta ahora, olvidémonos. El 2022 ya fue. Desde hoy, viernes 18 de noviembre, la Argentina entra en modo off, y hasta marzo del 23, ya que, por lo que queda del año, nadie va a tomar una decisión en serio, y menos durante enero y febrero. Así que nos vemos en marzo. ¿Porqué? Y porque somos los afortunados y despreocupados argentinos pisando uno de los países más ricos del mundo. Somos quienes siempre paramos el país desde mediados de diciembre hasta mediados de marzo. Ni hablar este año con la Scaloneta en el Mundial de Qatar. Feliz año.
Desde que nuestra sociedad adoptó feliz la teoría de las mil verdades, e incorporó a su agenda todos sus derechos, pero sin las obligaciones, los argentinos hemos hecho del relato un culto. Se trata de esa versión de la realidad que, interpretada según la conveniencia de cada uno, y justificada con "oportunos" argumentos, nos sirve a cada uno para acomodarnos en nuestra historia. Pero el relato de uno siempre colisiona con el de otros, y, en especial, con la realidad, generando abundantes conflictos y un clima de violencia. Ese puede ser el origen de muchos de nuestros problemas.