En el día de hoy, 25 de mayo, no se conmemora más un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, instancia por la cual nació nuestra Patria. Hoy, por decisión política, y con total desprecio por la pobreza, la inflación y la inseguridad, celebramos los 20 años de la asunción al poder de Néstor Kirchner, o los 16 años del kirchnerismo en el poder, un proceso de presunta excelencia política cuyos supuestos beneficios para los argentinos Macri supo dilapidar en solo 4 años.

Fue un sábado de abril, por la noche, en una casa de campo de Vinci, cerca de Florencia, cuando Caterina dio a luz a Lionardo, resultado inesperado de un momento de desborde pasional con Piero, un aristocrático joven ya prometido en matrimonio a una doncella. Así comienza la historia de un fracasado que de tanto fracasar se convirtió en genio.

En algún momento lejano en el tiempo, los gobiernos eran elegidos para gobernar, lo cual, entonces, significaba administrar los bienes públicos del territorio gobernado, ordenar allí la convivencia de los vecinos, y desarrollar el bienestar común de todos éstos, sin excepciones. Ahora bien, frente a la amplísima diversidad de propuestas que hay para el futuro de Gualeguay en las proximas elecciones, sería interesante saber reconocer cuál es la mejor propuesta, o, por lo menos, cuál la menos peor.

"Los gobernados solo tendrán un buen porvenir siendo gobernados por gobernantes capaces de gobernar y que quieran gobernar en favor de sus gobernados"

Si bien es un poco temprano para abordar las candidaturas en particular, si deberíamos estar preparándonos ya para poder evaluarlas una vez se den a conocer, de modo de elegir lo más conveniente para la ciudad y sus vecinos. Más allá de las ideologías que digan profesar, lo más importante para el futuro de Gualeguay no es eso, sino que es la capacidad de gobernar de quien resulte electo, y su intención de  hacerlo en favor de los gobernados.

Resulta ridículo creer que la persona ideal para gobernar es la que mejor "mide" en una dudosa encuesta. La más simpática para los votantes es la ideal para quienes quieren el poder y no el bien de Gualeguay. El pasado nos ha demostrado que ni el más lindo ni el más bueno nos gobernaron bien. Solo garantizaremos una buena calidad de los próximos gobiernos sabiendo elegir de forma correcta, y, así, también, los mejores se animarán a postularse para gobernar.

Para proceder con esto debemos recordar que, en las últimas décadas, los distintos gobiernos, por h o por b, nunca gobernaron, y que, en muchos casos, el ánimo de sus decisiones fue enriquecerse ellos solos.

Veamos, entonces, como identificar entre los candidatos a aquellos capaces de gobernar pero que solo quieren enriquecerse, a aquellos honestos pero incapaces de gobernar, y a aquellos incapaces de gobernar que solo quieren enriquecerse.

¿Cómo estimar la capacidad de gobernar de un candidato?

Siendo que gobernar es administrar los bienes públicos, ordenar la convivencia de los vecinos, y desarrollar el bienestar común, sin excusas, un candidato capaz debe, por lo menos, conocer el territorio, las necesidades y problemáticas de su gente, debe tener una noción completa del ordenamiento, y debe comprender, acabadamente, las fortalezas y debilidades de la comunidad, junto con sus oportunidades y amenazas.

Aunque muchos crean que "eso cualquiera lo sabe", lo cierto es que no muchos "conocen" bien la ciudad.

Sabido eso, un candidato capaz debe saber, también, qué hacer y cómo hacerlo, y plasmar eso en un plan o programa a cumplir según la ciudad que los gualeyos quieren. En otros términos, debe presentar su proyecto de gobierno a su comunidad, de modo de no sufrir sorpresas en el futuro.

Claro está que cuando un candidato hace público sus planes, es mucho más fácil descubrir su real capacidad de gobernar.

¿Cómo estimar cuál es la intención real de un candidato?

"En un pueblo chico nos conocemos todos", suelo escuchar decir, y eso tiene algo de cierto. Revisar el pasado de los candidatos permite adivinar, rápidamente, qué es lo que buscan, e imaginar cómo se portarían si fuesen electos y llegarán al poder.

También es importante valorar la fortaleza moral de los candidatos, ya que no basta con que sus intenciones sean buenas, sino que debe tener la fortaleza de no corromperse una vez en el poder.

Al igual que en el caso de determinar la capacidad de gobernar, también queda claro que cuando un candidato hace público su proyecto de gobierno es mucho más fácil descubrir sus reales intenciones de gobernar.

¿Acaso todo ésto es suficiente?

No. Si bien es cierto que la capacidad y las intenciones son indispensables para dirigir la ciudad con éxito, lo tristemente cierto es que una sola persona con estos dones no alcanza, sino que se precisa todo un equipo. Una sola persona no puede gobernar, sino que es indispensable un grupo de personas que acompañe al candidato comulgando la misma capacidad y con las mismas buenas intenciones.

Conclusión

En sintesis, Gualeguay necesita, para ser gobernada con éxito para los gualeyos, gobernantes de calidad. Si bien es muy difícil que en las próximas elecciones lo logremos, en estas elecciones tenemos la oportunidad de comenzar a aprender a elegir.

Solo así ahuyentaremos el oportunismo. Solo así lograremos que la gente buena crea en la política. Solo así tendremos mejores gobernantes gestión a gestión. Solo así le daremos a nuestros hijos y nietos el futuro que merecen.

Norman Robson para Gualeguay21

 

Indiferente a la desprotección de derechos tan común en Gualeguay, la misma Justicia provincial recibe en Paraná, mañana y pasado, unas jornadas panamericanas sobre los derechos de niños y adolescentes. Se trata de un encuentro en el que se reunirán magistrados, funcionarios y expertos del continente para abordar esa problemática. ¿Alguien expondrá allí sobre lo que pasa en esta ciudad?

Si bien la crisis económica complica a Gualeguay, al igual que al país, más complica a esta ciudad su crisis política. La experiencia inmediata ha demostrado que para tener éxito en la política local no hace falta mucho, y éste presente, aún a dos meses del cierre de listas, ya nos presenta un amplio abanico de precandidatos. No importa estar formado o capacitado para gobernar en favor de la sociedad, o contar con antecedentes que avalen que puede o quiere hacerlo, para lanzarse solo bastan las ganas de salvarse. Cualquiera quiere ser intendente, y, de lo que hay, nada es, siquiera, aceptable.

En este día, muchos se rasgarán las vestiduras rechazando el olvido como origen de lo falso y de lo injusto, para recordar dictadores, señalar terrorismos, y discutir desaparecidos, desde uno y otro lado, imponiendo cada uno una concepción parcial y antojadiza de la historia. Ahora bien, como sí es cierto que un pueblo nunca crecerá en paz si no recuerda, y si no reconoce y repara eso que recuerda, hoy elijo abordar la memoria solo de nuestro Gualeguay, para rescatar su verdad y su justicia, algo que sí merecemos sus habitantes. 

En esta Argentina de hoy, tal cual lo demuestra la realidad, el sueño de demasiados argentinos y argentinas es ser candidato a algún cargo político. Del mismo modo, el sueño de demasiados jóvenes es acompañar a alguno de esos candidatos para poder acceder a un puesto público, o a algún otro beneficio. Es año electoral y todos buscan la forma de salvarse. Nadie busca poder gobernar, ni nadie busca la oportunidad de generar un cambio para mejor, así que nuestra suerte, sean quienes sean elegidos, está echada.

El mundo ve como una bendición la fertilidad de nuestros suelos, la cual permite a la Humanidad alimentarse, y ve a quienes hacen éso realidad como importantes protagonistas del desarrollo de la raza humana. Así piensan en Australia, en Europa, en China, y en Estados Unidos. A pesar de todo eso, en la Argentina, algunos prefieren ver en eso un castigo, una injusticia, un mal, y celebran cualquier factor, político o climático, que signifique una desgracia que lo afecte. La historia explica cómo eso hizo que un país rico esté lleno de pobres manejados por un grupo de ricos.

El colectivo que me llevaba al colegio tenía la parada a metros de la esquina. A esa altura de su recorrido, siempre venía vacío, así que podía elegir dónde sentarme. Así lo hacía, pero nunca faltaba una vieja que, al rato, subiera, seguro con una enorme cartera, y, sentara donde yo me sentara, por más que me hiciera el dormido, me tenía que parar para cederle el asiento. Nadie me obligaba, era una mujer y así debía hacerlo. Así como yo, aún hoy, millones de hombres veneramos a la mujer como un ser que debe, y, sin dudas, merece, ser atendido y protegido como algo sublime. ¿Está mal?

Hay premisas naturales que caracterizan a nuestra especie desde los albores de la Humanidad. Por ejemplo, cualquier ser humano, sea mujer u hombre, difícilmente pueda sacrificar su libertad una vez que la descubra. Del mismo modo, todo ser humano, sin excepción, prefiere siempre la compañia a la soledad. Esto es así por naturaleza, más allá de lo que cualquier individuo quiera pretender, o presumir, en sentido contrario. Ahora bien, la realidad del presente obligó a mujeres y hombres a tener que elegir entre ser libre y estar solo, o sacrificar su libertad para estar acompañado, privándolos de una felicidad plena.

En enero de 2020, en una ciudad de la costa atlántica, una banda de jovencitos atacó y mató a golpes a otro jovencito. En noviembre de 2021, en La Pampa, una pareja de dos mujeres abusaron sexulamente del hijo de una de ellas y luego lo terminaron matando. Por estos días, todos los responsables de uno y otro crimen quedaron condenados conforme a la ley y ya están cumpliendo sus penas. Pero, más allá de éstas condenas, hay muchos "partícipes" que "zafaron" de estos procesos, mientras que los silencios buscan un olvido que hace posible que todo pueda volver a pasar. 

A la vista está que no siempre es interés de los gobiernos el salvaguardo de la naturaleza, ni el fomento de la cultura, y pocos conciben un turismo que vaya más allá de la oferta existente. La gran mayoría desconocen, u olvidan, que la explotación sustentable de los patrimonios naturales y culturales pueden ser argumentos turísticos que generen recursos para preservarlos y protegerlos, a la vez que fortalecen estrategias para consolidar la soberanía. Es por eso que es tan importante incluir el turismo y estos patrimonios en la agenda política.

Cuando la crisis se extiende más allá de lo normal, la gente se resigna, naturaliza la contingencia, y todos terminan acomodándose a lo que les era incómodo, tanto que encuentran allí su zona de confort. Como ese proceso tuvo, para ellos, un alto costo personal, hoy todos temen abandonar esa posición y verse obligados a atravesarlo otra vez.  Cuando este síndrome alcanza a toda una sociedad, y se arraiga en su clase dirigente la evasión de deberes, la corrupción de compromisos, y la injusticia resultante. Ante ésto, las voces se alzan, pero no llegan nunca a la acción.

Está terminando enero, el primer mes de este año electoral, y las perspectivas de Gualeguay respecto de su futuro siguen siendo, por lo menos, preocupantes. Un repaso por el pasado y el presente de esta ciudad ponen en duda una salida al desorden y a la postergación a la cual parece haber sido condenada. De todas las alternativas políticas que se barajan, ninguna significa un cambio para los gualeyos, mucho menos una mejora. Todo el espectro político local ofrece más de lo mismo, y nadie parece interesado en gobernar una transformación en beneficio de todos.

Para la gran mayoría de los argentos, la política es mala palabra, y, para un exclusivo grupo, una forma de enriquecerse o, por lo menos, de salvarse. Unos y otros olvidan que pensando así destruyen su presente y su futuro, pues la política es la única herramienta que tienen los pueblos para construir su bienestar y su porvenir. Lo que pasa por estos pagos es que la política fue copada por nefastas dinastías, las cuales, para perpetuarse en la misma, explotando lo público en su beneficio, impusieron la idea de que la política es mala, y el pueblo se quedó sin bienestar y sin porvenir.

Para la gran mayoría de los argentos, la política es mala palabra, y, para un exclusivo grupo, una forma de enriquecerse o, por lo menos, de salvarse. Unos y otros olvidan que pensando así destruyen su presente y su futuro, pues la política es la única herramienta que tienen los pueblos para construir su bienestar y su porvenir. Lo que pasa por estos pagos es que la política fue copada por nefastas dinastías, las cuales, para perpetuarse en la misma, explotando lo público en su beneficio, impusieron la idea de que la política es mala, y el pueblo se quedó sin bienestar y sin porvenir.

Ya casi es Navidad, y, como siempre, un nuevo año se va, y otro llega. El 2022 será, sin dudas, inolvidable, en la historia pública por la Copa del Mundo, y en la intimidad de cada argentino por lo duro, por lo angustiante y extenuante, por lo agónico. Ese año se va, pero viene uno que en nada insinúa mejor, sino que, hace pensar que será peor. En el medio, un pueblo se viste de celeste y blanco para desahogar sus frustraciones. El éxito futbolística no puede cambiar en nada nuestra realidad, pero en él puede estar la clave de un éxito como país.

La Alegoría de la Caverna, escrita por Platón en el siglo IV antes de Cristo, sigue siendo, sin dudas, la representación más gráfica y completa sobre la relación del hombre y el conocimiento. En ese relato, el filósofo griego ejemplificó la actitud del ser humano frente a la realidad. Para una mejor comprensión de aquel ejemplo puede resultar útil recrear aquella historia de ficción en una caverna con lo que ocurre en la realidad de un living con televisión, cable y playstation. Lo forzado ahora es voluntario.

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