Antonio y Julio
Nacía el siglo XX en Entre Ríos. Nacían en la Argentina el socialismo de la mano de Palacios y la insurrección radical de la mano de Yrigoyen. Asomaba a la historia el movimiento obrero.
Antonio era el mayor de los doce hijos de un matrimonio de inmigrantes italianos, de Trieste. A su manera rebelde. Para otros, tal vez, un insolente revolucionario. Tanto que, a los 22 años, fundó el diario El Pueblo.
Julio, tal vez hijo de colonos franco-suizos, era un buen vecino. Veterano trabajador del transporte de aquella época. Era carrero. Mucho más de él no se supo.
Villaguay era un pueblo pecuario en el centro de la provincia donde imperaban nefastos caudillos. Eso sí se sabe.
En aquellos tiempos, saber leer y escribir, pensar, poder comunicar, y no ser obsecuente del poder imperante no era bueno para la salud.
La virulencia política era amenazante y obligó a Antonio a refugiarse en Colón. Desde allá su diario, El Pueblo, igual llegaba a Villaguay, Villa Elisa y San José.
Pero tanta era la intolerancia que a Antonio lo encarcelaron por abuso a la libertad de expresión. Dos años y 57 días preso en Concepción del Uruguay.
Una vez en libertad, reabrió El Pueblo en Villaguay. Contrató a Julio para traer una imprenta nueva desde Colon. Ochocientos pesos le costó. Se la compró a un tal Enrique Seoane.
Fue en una cálida noche de enero de 1907, en la cañada Las Achiras. Julio Modesto Gallard, el carrero, por encargue de Antonio Ciaspucio, el editor, regresaba a Villaguay con la imprenta arriba del carro.
El Comisario Félix Santacruz, al frente de la policía de Sajarof, en la oscuridad de la noche, ordenó detener al carrero y secuestrar el carro y su carga en nombre de un presunto embargo que se sabía era inexistente.
En la mañana siguiente, bien temprano, los hombres del Comisario tiraron la imprenta, con carro y caballos, al crecido arroyo Santa Rosa. El Comisario, no satisfecho con esto, ordenó a sus hombres degollar a Julio. Ante su negativa y los ruegos de Gallard, él mismo tomó la cuchilla del carrero y lo degolló.
Esa mañana la saña y la intolerancia le arrebataron la vida a Julio, un inocente trabajador solo comprometido con su trabajo.
Al saberse la noticia, tal fue el estupor que los diarios nacionales de esa época repudiaron el hecho.
Antonio reaccionó ante el brutal homicidio y la destrucción de su imprenta. No había sido robo, solo daño contra él. Investigó. Se hizo de las pruebas. Acusó a los asesinos. Estos fueron encarcelados, pero luego fueron liberados con libertad condicional, y terminaron fugándose del país. Pero los autores intelectuales siguieron impunes a la sombra del poder.
Impactados por los hechos, los vecinos de Villaguay realizaron una colecta. Compraron una nueva imprenta, y Antonio reabrió nuevamente El Pueblo. Era septiembre de 1907. Pero el caos seguía imperando de la mano de los nefastos caudillos.
Antonio enfermó y murió en 1913, exiliado en Córdoba, con solo 37 años.
En el lugar donde mataron a sangre fría al carrero Gallard, levantaron un monolito en memoria de tan brutal ataque contra la libertad de expresión.
Hoy la historia permanece casi desconocida. Hoy el monolito está abandonado y semi sepultado bajo el pajonal de la cañada. Historia y monolito hoy son víctimas del olvido.
2015. Más de cien años después. Villa Elisa. Un grupo de vecinos, comprometidos con la historia y sensibilizados por la realidad, se propone rescatar los hechos y su trascendencia.
Recuperar a Ciaspucio, Gallard, el monolito y esa trágica historia, es la consigna.
2015. Más de cien años después. Entre Ríos. Internet. Colegas a lo largo y a lo ancho de la provincia nos enteramos de la movida vía correo electrónico, Facebook o Twiter.
Conmovidos, por comprometidos, nos sumamos a replicar la consigna, cada uno a su modo. Todos para redimir el olvido.
Norman Robson para Gualeguay21
NdeR: Interesados en sumarse a este rescate pueden contactarse con Rafael Pirolla en la Radio FM Centenario de Villa Elisa.