10 febrero, 2025 1:06 pm
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Sin pena ni gloria


Días pasados falleció en nuestra ciudad el vecino Pedro Daniel Fiorot. Lo velaron y lo enterraron. Pero olvidaron que Pedro fue combatiente en Malvinas, que era un veterano de guerra, un héroe, y Pedro se fue sin pena ni gloria.

BLANCO-NEGRO

Según la Resolución 355 del año 2008 del Ministerio de Defensa de la Nación, los Veteranos de Guerra de Malvinas deben recibir honores fúnebres por parte del Estado Nacional, en la forma que en la disposición se establece de parte de una comisión de las Fuerzas Armadas compuesta por un Oficial, un Suboficial, dos Cabos y un Trompa.
La norma establece que los honores son para “expresar, de manera unívoca y clara, el honor y el agradecimiento que el Estado Nacional desea tributarles”, y entiende que “el rito debe exteriorizar en forma adecuada el agradecimiento de toda la comunidad nacional a estos hombres que dieron su vida por la Patria, cuyo recuerdo constituye una obligación permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
Pedro no merecía menos. Él fue un soldado del Batallón de Infantería de Marina N° 5 que peleó la última gran batalla contra los ingleses: Puerto Argentino, un cuerpo cuya valentía en combate aún es reconocida por los propios ingleses.
“Estábamos para venirnos de baja, ya vestidos de civil. O sea, algo sabíamos pero no sabíamos que iba a ser para tanto, que iba a ser una guerra, que íbamos a tener que ir allá”, me contó Pedro aquel 2 de abril de 2012, recordando cómo había terminado en Malvinas.
“Fue una sorpresa. Había movimientos que no eran habituales en el BIM 5. El 2 de abril a las 6 de la mañana hacen un toque de queda y bueno… de vuelta a vestir la ropa verde. Yo justamente ese día 2 tenía vuelo a Buenos Aires, ya me venía de baja”, recordó con una sonrisa.
Pedro fue uno de los tantos héroes que soportaron por más de cuarenta días la fuerza combinada inglesa, compuesta por un batallón de guardias escoceses, un batallón de gurkas, un batallón de guardia galesa, un batallón de paracaidistas y fuego naval y de artillería que martillaron las posiciones defendidas por el BIM 5 en las islas.

“Esas noches eran de terror, un horror”, me confesó Pedro, y me contó: “Bombardeos continuos de los buques y nosotros teníamos un radar del ejército que habían puesto en esa misma colina que era a la cual le tiraban y la ligábamos nosotros que estábamos al lado”.
En un momento, los ingleses realizaron un ataque que fue rápidamente contenido por fuego del BIM 5. “La fracción enemiga fue frenada con una barrera de fuegos muy precisa que los desconcertó y, antes que pudieran pensar, le colocamos otra a sus espaldas. No podían moverse y allí pasamos a fuego de eficacia. El resultado fue muy cruento”, supo describir Carlos Robacio, Comandante de Pedro en el BIM Nº 5, sobre cómo le complicaron la vida al enemigo.
Tal era la hidalguía de este cuerpo que, cuando la rendición, el BIM5 entró en Puerto Argentino marchando encolumnado, con todas sus armas en su poder, y, según el propio Pedro, “orgullosos de haber combatido a la elite de las tropas británicas como nadie hubiera imaginado”.
Ese es Pedro Fiorot, un hijo de Gualeguay héroe de Malvinas, lo cual, para muchos, es un honor, pero, lamentablemente, para otros, no lo es. Total, ya no será parte de la foto política de cada 2 de abril, cuando todos nos acordamos de aquellas dos islas perdidas en el frío austral de nuestro Mar Argentino, y de todos aquellos que allí quedaron.
Pedro se fue sin pena ni gloria, y descansa en paz en un nicho prestado, a la espera del panteón prometido, tal vez soñando con los honores merecidos.
Ojalá no sea tarde y alguien repare esto.
Norman Robson para Gualeguay21

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