Recuerdo y Conciencia
El común denominador entre quienes abruptamente perdimos un ser querido es la necesidad inicial de una explicación, y en esta angustiante búsqueda de respuestas, en la mayoría de los casos, la pregunta que nos hacemos es porqué, cuando en realidad deberíamos preguntarnos para que.
¿Por qué digo esto?
Porque preguntándonos el porqué nunca vamos a encontrar una causalidad suficiente que justifique la pérdida de un ser querido, por lo tanto, esa búsqueda, por más intensa y exigente que parezca, está condenada únicamente a alimentar el sufrimiento, sin posibilidad de encontrar alivio alguno para nuestra alma.
Mientras tanto, preguntarnos paraqué nos ofrece un amplio abanico de sentidos, en una suerte de justificación de la pérdida, ayudando a diluir el sufrimiento y dando lugar al puro dolor, ese desde el cual podremos honrar dignamente la partida de nuestro ser querido.
Por lo tanto, el desafío de quienes sobrevivimos a las víctimas de tragedias es lograr convertir el sufrimiento en dolor preguntándonos para que y no porque.
¿Cómo logramos esto?
Como todo desafío en la vida, en este tampoco hay recetas, por lo tanto deberemos improvisar de acuerdo a nuestras percepciones tratando, con paciencia, con fe, de tomar el mejor camino.
En este sentido, creo que la tragedia nos marca un antes y un después, y, a partir de ahí, descubrimos que tenemos un nuevo rol, el cual deberemos aceptar haciéndonos cargo de las nuevas responsabilidades que pergeñó el destino, como una nueva mano con nuevas cartas que debemos jugar de la mejor forma posible en honor a los que se fueron.
Este nuevo rol que nos toca vivir nos coloca en un nuevo mundo, un mundo que se divide entre los que sabemos el dolor, los que lo sospechan, y ese universo enorme que desconoce el verdadero valor de la vida.
En este contexto, una de las formas de encarar la pérdida es asumir el desafío de atender ese sector ignorante procurando que no engrosen más nuestras filas, y asumir nuestra responsabilidad como sociedad dentro de la concurrencia de responsabilidades que desembocan en una tragedia.
Hoy, en el concierto de causas que coinciden en un final trágico conviven las responsabilidades de la sociedad, de sus individuos, y del estado, pero todo redunda, finalmente, en la sociedad, ya que las conductas y actitudes de sus individuos y del estado son reflejos propios de la sociedad.
Por todo esto, como sociedad, honrar el recuerdo en pos de la concientización es una forma de hacernos cargo del problema.
Los que se fueron por los que quedan.
Norman Robson para Gualeguay21