21 enero, 2025 11:24 am
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Ser Nación

Entiendo que, a diferencia del Estado, una Nación es un pueblo organizado jurídicamente en torno a su Constitución, ya que en ese texto se plasman las utopías, las visiones y los ideales compartidos por el conjunto de los ciudadanos. En nuestro caso, la Nación argentina es el preámbulo de su Constitución. Ese breve pero contundente texto cifra todo lo que queremos ser.

Es nuestro porvenir, nuestro horizonte futuro. Pero, como siempre digo, tratemos de que nos sea algo que siempre esté por venir… Hagamos hoy para que esos valores del preámbulo sean lo común, lo que nos dé unidad, y para que esta sociedad, encarnada en un pueblo, se haga socia de esos valores y logre, mediante un estado que persiga el bien común, transformarse en una nación con una estructura.

 

Nuestra nación es representativa, republicana y federal, y en esos tres pilares se sustenta nuestra democracia. Porque democracia sin todo eso no es democracia, es –a lo sumo– democracia electoral. Si lográramos articular todos estos vectores, estaríamos en la dimensión de una civilización humana organizada en naciones estado. Es decir, un concierto de naciones unidad, que nada tiene que ver con el bochorno de la ONU, que lejos está de cumplir los objetivos para los que fue creada.

 

Volvamos a empezar: apelemos a esos valores comunes que nos hacen humanidad, y vivamos bajo la luz de la civilización y no de la barbarie. En esa civilización ideal no hay gente que muere de hambre en un mundo al que le sobran alimentos. Esta civilización no mata en guerra. Administra sus conflictos por medio de las instituciones. Preserva la dignidad de todos. Y eleva la Tierra a la dimensión de hogar, la hace sustentable y viable para las generaciones futuras.

 

En lo íntimo de nuestro ser, deberíamos vivir con esa utopía en mente. La clave está en descubrir que el verdadero proceso empieza por esa individualidad que, imbricada con otras, puede llegar a esa utopía futura. Y que la contribución personal vale la pena y es lo que marca la diferencia. ¿Querés arreglar la civilización humana en su conjunto? Bueno, ni siquiera te molestes en empezar, porque es una tarea titánica y francamente imposible. Pero sí te convoco a que hagas tu contribución a esa civilización. Y aquí cobra brillo propio la idea de la esperanza (que no es espera, ilusión ni escepticismo). El que espera dice: Como no puedo cambiar todo, no hago nada… Yo te propongo: No. Hace tu parte. Porque al hacer tu parte te cambias vos; porque tu aporte es un uno por ciento en el conjunto, pero es un cien por ciento en tu vida. Hacete humano.

 

¿Cómo se hace? Radiografiá tu ser, escaneá tu territorio y chequeá tu hacer en ese mapa. Y en esa síntesis, contribuí. Poné. Ofrendá. Porque en lo humano si ponés y ofrendás, te llevás. Si te querés llevar, y no ponés, perdés, porque  así no se despliega tu potencial del ser sino solo tu tener que al partir lo dejás y lo perdés. Nada de lo que tenés te lo llevás. Todo lo que sos te puede continuar cuando no estás.

 

Sergio Bergman

 

 

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