Ser responsable
Tanto la creatividad como la libertad se ejercen en la esencia de la responsabilidad. Responsable no es el culpable, tal como podría desprenderse del uso cotidiano de ese término. Responsable es el que da respuesta. Responsable, dicho más claramente, es el que se hace cargo. Es el que dice: Sí, aquí estoy con mi acción, y la respaldo. Quizá tenga razón, o quizá no, pero soy eso que hago. Lo asumo, y por eso respondo…
Y si respondemos, entonces, es porque nos sentimos interpelados. Si no, no respondemos. Y bajo esa misma lógica: Sentirnos interrogados y dar una respuesta es asumir un lugar en la existencia. Lo que hacemos nos coloca en un determinado lugar, y en función de ese lugar es que contestamos. Somos llamados a dar respuesta por el ejercicio de nuestras potencias, de nuestros atributos, de nuestros valores y de nuestras virtudes. Si somos seres creativos: ¿cuán creativos fuimos? Si somos seres libres: ¿cuánta libertad fuimos capaces de desplegar?
Este ejercicio de la responsabilidad, al igual que la mayoría de los trabajos relacionados con lo espiritual, requiere de ciclos orgánicos. ¿Cómo nos hacemos responsables? Primero, dijimos, asumiendo la interpelación. Todo proyecto, todo vínculo, toda dimensión donde se despliega nuestra existencia es una interpelación a lo que respondemos. Tenemos que saber escuchar la pregunta y presentarnos.
Pero para ello hay que tener ritmos. No podemos estar todo el tiempo contestando todo. Es esencial ordenarnos de acuerdo con alguna clase de biorritmo existencial. Pensemos en un contexto familiar. Allí, por ejemplo, debemos asumir la tarea de responder como padres frente a nuestros hijos. Ahora bien, ¿de qué manera? Acordando con nosotros mismos un tiempo prudencial y sensato en el que podamos ejercitar esa responsabilidad de manera efectiva, sin alienarnos. Si tenemos que responder como padres toda la noche, nos va a costar bastante sostenerlo (si es que lo logramos). Lo mismo se puede aplicar a otros vínculos: parejas, amigos, hermanos.
Hay otras responsabilidades, en cambio, que –en función de su propia lógica– nos exigen tiempos de reacción diferentes. En un trabajo, por ejemplo, actuamos regidos por un sistema de control, y si somos convocados difícilmente podamos imponer nuestros propios ritmos orgánicos. En esos casos, la responsabilidad nos llama y debemos responder de acuerdo a un cronograma externo. En este sentido, ponerle discernimiento a esos distintos niveles de responsabilidades es una manera de administrarlos. Tratemos de buscar un sano equilibrio: No nos borremos, no eludamos la tarea, pero tampoco vivamos atormentados y perseguidos por la idea de que estamos todo el tiempo bajo auditoría existencial y siempre en posición de dar respuesta.
Rabino Sergio Bergman