Sobre el 8N
Los políticos que nos sentimos motorizados, participamos de la marcha del 8N como un ciudadano más. Valoramos que la gente deje de tener miedo y ocupe con su voz el espacio público.
Deberá el oficialismo escuchar, para salir de su aislamiento de la realidad; y aceptar que, cuando se gana una elección, no se puede hacer lo que se quiere, sino lo que se debe en el marco de la Ley.
La degradación de la independencia de poderes que propició, en menos de un año, el Cristinismo hace visible que el relato es un verso para instalar autocracia y autoritarismo con un programa similar al Chavismo; y que lo que corre riesgo no es un gobierno sino la libertad de la gente.
El jueves pasado fue la gente la que expresó en forma valiente, pacífica y ejemplar –denunciando todos por igual las aisladas expresiones violentas que repudiamos– que hay límites al poder.
El aparto de propaganda hegemónica del Estado, a costa de los recursos públicos que son desviados de la agenda de necesidades de la gente, a la ilusión de que se puede sabotear con frases e imágenes publicitarias oficiales lo que la gente siente y ve, quedó desbaratado; dejando ver que hay una forma alternativa de comunicar, movilizar y expresarse en el nuevo paradigma de la política que viene.
Si bien, la gente mayoritariamente manifestó contra el Gobierno nacional, no deberíamos dividir entre oficialismo y oposición el reclamo de los participantes, sino todos por igual aceptar el desafío de escuchar el clamor. En la esfera de Gobierno nacional, hacer rectificaciones; y los demás partidos, encarnar y encauzar una alternativa superadora que interprete a la gente para la sucesión institucional del 2015.
Rabino Sergio Bergman