Solos también se puede
… y es más lindo. Desde hace unos meses, un grupo de gente común venía trabajando con un objetivo común: la fiesta de las colectividades, y el sábado por la noche vieron cristalizado su sueño a pesar del compulsivo boicot municipal.
La historia comenzó allá por marzo con una mujer que llevó su sueño a una institución, una mujer que se animó a presentar su sueño para intentar hacerlo realidad.
Y continuó con más instituciones y vecinos que se fueron sumaron al proyecto.
De este modo restituyeron las banderas en el monumento al inmigrante, y así, conscientes de la riqueza cultural de nuestros inmigrantes, acordaron darle a Gualeguay una fiesta que rescate sus orígenes, reflote su identidad, y, a la vez, aporte un atractivo a nuestro flaco calendario turístico.
Así fue que, hace cinco meses atrás, respetando los debidos procedimientos, acudieron al poder ejecutivo a los efectos de, por un lado, invitarlo a sumarse al proyecto, y de obtener las autorizaciones pertinentes, por el otro.
En aquel entonces, el grupo salió del despacho comunal satisfecho de haber definido el 25 de noviembre, último finde largo del año, como el día acordado para el Encuentro de las Colectividades.
En aras de darle a Gualeguay lo merecido, descendientes de italianos, españoles, libaneses, israelitas, franceses, colombianos, daneses, y criollos, pusieron manos a la obra de inmediato organizando ese evento junto a otros intermedios para ir generando recursos que lo costeen.
Toda la energía puesta en gacebos, banderas gigantes, decoración, y la contratación de grupos étnicos inéditos en nuestro ámbito, todo frente a los ojos del municipio pero sin que este se comida aceptando la invitación.
Pero al municipio le llovió en su fiesta del asado y la galleta y nada mejor que pisarle la fecha a las colectividades, obligándola a postergar su festival y causándole la pérdida de las contrataciones realizadas sin posibilidad de recuperarla.
Pero esto no aplacó el ánimo del grupo que se avocó inmediatamente a reconstruir su programación para el día de la virgen, aunque perdiendo las presentaciones folklóricas de daneses, judíos y griegos.
Ante este marco de tenacidad común expuesto por los vecinos que llevaron esto adelante, desde el ejecutivo sacaron de la galera un nuevo evento, compitiendo no solo con las comunidades, sino intentando sacarle espectadores al motoencuentro organizado desde el Martín Pescador que ya se pronosticaba exitoso.
Pero sus fiestas terminaron en fiascos, solo sirviendo para algún negociado ya tradicional, mientras que el evento de las colectividades se lució en despliegue para recibir mil quinientas visitas.
¡Felicitaciones!
No solo por lo expuesto, sino por dejar demostrado que cuando un grupo toma una decisión, y trabaja organizadamente en función de ella, puede acceder al éxito sin mendigarle apoyo al gobierno local y a pesar de su saña obsesiva.
Norman Robson para Gualeguay21