Adultos, mayores, radiantes
Como en una película de Fellini, ellos y ellas liberan las riendas de su locura demostrando que aún sobran las ganas de vivir y, así, traspiran vital alegría al ritmo que sea. Hay baile en la Procopa.
Las chicas te reciben en la puerta. La cantina a la derecha, el bailongo a la izquierda. No hay celus, ni sicodelia, ni DJ. Toca la banda y ellos y ellas giran en la pista del salón central. No hay modas, no hay tendencias, solo amor a la vida.
Las caras son todas conocidas, su desenfado, fresco, sorprende. Les sale de adentro, son sus ganas de vivir. ¿Quién dijo que la vida se acaba a los cincuenta?
Solos, solas, parejas. No importa. La idea es revelarse contra el sistema, y para ello cuentan con la complicidad de la Procopa y la Red de Adultos Mayores.
La casa de 9 de Julio y San Martín, después de las ocho de la noche, es de ellas y ellos. Bebidas y exquisiteces de factura casera. Pizzas y empanadas. Pastelitos de postre. Bebidas y tragos.
Esta vez el ritmo lo marca el Diego Galván y su equipo. Arranca el baile. A lo largo de la velada sale cumbia y no falta la ronda o el trencito. Me la encontré a Doña Adela: feliz. Pinta un tango y Alicia y José destejen un dos por cuatro. Le toca el turno a los pasodobles, y nadie se queda sentado. Doña Coca se luce con Federico: despilfarrando alegría. Llegan las tarantelas y la vida les brota a los saltos. Un chamamé y a alguno se le escapa un sapucai. Don Juan y la señora se anotan en todas. Me la pierdo a Doña Ina: un ejemplo de vida.
Un descanso y sigue el bailongo. Otro descanso y así hasta que ardan las velas. Ellas y ellos, incansables, bailan, saltan, cantan, sonríen, se pavonean, se ríen, disfrutan, viven. Viven.
En la atmósfera del salón, el amor flota en el aire: el amor a la vida.
Me fui contento. Sonriendo. Feliz de haber descubierto que podemos sobrevivir a los caprichos del sistema. Así fue que, camino a casa, renové mis votos con el amor, el amor a la vida, el cual, como la vida, existe mucho más allá de los cincuenta.
Llegando a casa me sorprendí susurrando aquel tema de Violeta Parra: Gracias a la vida.
Norman Robson para Gualeguay21