Álgida maratón legislativa en el Senado entrerriano
Todo llega, dicen las viejas, y así fue. Anoche, en extensa sesión, la Cámara de Senadores cerró el año con laureles para la oposición macrista, abrochando satisfactoriamente la pactada aprobación de leyes pretendidas por las gestiones nacional y provincial.

Anoche se acabaron las largas peroratas antimacristas de Giano y las rebuscadas malinterpretaciones de Bonato, y solo quedaron los tecnicismos de Larrarte y la exacerbada pasión de Canali.
Ayer tuvo lugar el debate parlamentario del año, el cual comenzó ya en la tardecita, mucho antes de la cita formal al recinto. Operaciones y contraoperaciones que pusieron los celulares al rojo vivo, especialmente el del propio Gobernador Bordet y hasta el del Ministro Frigerio.
Pasó que, en tiempos de pactos si los hay, la provincia se había comprometido a aprobarle a la Nación una serie de medidas, las cuales el Jefe provincial “cambió” por la unánime aprobación de su controvertido presupuesto 2018. De este modo abrochaban ambos el año y se podían calzar tranquilos las mayas de cara al verano.
Pero, como siempre, el diablo metió la cola. Kisser no pudo con su genio y, con argumentos pero sin tacto, salió a los medios oponiéndose a la Ley de ART. Frente a esto, los Giano boys no dudaron y desempolvaron la bandera peronista de los trabajadores y salieron, desbocados, a oponerse también a la medida, boicoteando así las pretensiones del propio Bordet.
Así, la cosa estaba bien podrida y ayer no se avizoraba salida alguna. Pero nada está perdido hasta que se agotan las cuestiones y, aunque no se crea, hablando se entiende la gente, y los legisladores también, especialmente cuando se los opera de arriba para abajo.
Los conflictos morales y políticos eran muchos, pero de a uno empezaron a salvarse, lo cual no debe haber sido barato, aunque eso provocó que los legisladores bajaran al recinto recién 45 minutos tarde. Ya entonces mostraron sus desencajadas caras de agotados. Faltaban 15 minutos para las ocho.
El trámite, sin Bahl, con Ballestena al frente, comenzó como si nada, pero un suspenso al mejor estilo Hitchcock se imponía en el ambiente, y era indisimulable. El joven Schiavoni ordenaba la sesión desde el fondo, aunque la tensión era evidente.
Apenas se abordó la ley de presupuesto se encendió la sala. Primero las críticas de Kisser, luego las loas de Giano, y un cierre con un indignado y enojado Canali denunciando un “cambio de figuritas”, dándole duro a su propio bloque, pero adelantando que igual lo aprobaría. Luego de una catarata de lamentos el Presupuesto 2018 quedó aprobado y, en algún lado, Bordet suspiró aliviado.
Pero llegó la hora de la figurita más difícil. Muchos, cabizbajos, sacudían la cabeza. Larrarte brindó una nada coloquial clase magistral que nadie entendió. Tal es así que Bonato lo reconoció pero igual enarboló la bandera de los trabajadores y adelantó su voto negativo. Y le tocó confesarse a Kisser. El veterano radical reconoció su incomodidad y sostuvo su pedido de excusarse, lo cual fue consentido por sus pares.
Por su parte, Morchio puso la pelota contra el piso y solo se refirió, modesto, a lo que él ve. Señaló los muchos abogados y gremialistas que él ve diciendo que defienden a los trabajadores pero llevan una vida lucrando gracias a ellos. Señaló las pymes que él ve que, mientras aquellos se enriquecen, se funden dejando trabajadores sin trabajo. Señaló los trabajadores que él ve queriendo trabajar y necesitando gente que les de trabajo.
Pero la perla la puso Ferrari, quien luego de que los “técnicos” ofrecieran sus argumentos contra la implementación de la medida, y los obsecuentes los acompañaran, sacó de la galera un párrafo de la ley que dejó a todos sus preopinantes en alevoso offside: El texto expresaba que el Ejecutivo, a través de la reglamentación de la norma, debía garantizar el acceso de los trabajadores a la Justicia. Glup.
Y así fue que se acabaron las excusas. Chachán chachán. Llegó la hora de la verdad, con muchos votos negativos adelantados y el enigmático silencio de otros. Ballestena llamó a votar por la afirmativa y las manos se levantaron. La mitad más uno de los legisladores dio por aprobada la ley. Olano, Torres y Ballestena cumplieron con el pactado “intercambio de figuritas”, mientras que los otros desnudaron la mezquina interna que hoy convive en el oficialismo.
El resto del trámite fue extenso pero dinámico, con escuetos monólogos de Larrarte seguidos de unánimes votaciones. Minutos después de las once, no habiendo mas temas por tratar, Ballestena dio por culminada la treceava y anteúltima sesión de este año.
Cabizbajos y meditabundos, entre los oficialistas no había onda para la sobremesa y, aún atragantados, cada uno se fue por su lado, mientras que el bloque de Cambiemos, aliviado y satisfecho, casi airoso, se retiró unido a disfrutar de una instancia que tenía el sabroso gusto de la victoria.
De este modo, los escribanos de los caprichos de Bordet terminaron mostrando sus íntimas miserias frente al otrora dibujado bloque de Cambiemos, el cual, como la ranita, no dejó nunca de patalear, a pesar de la impotencia, y logró que el milagro de la leche convertida en queso lo salve y lo catapulte fuera del poso hacia un 2018 en minoría pero políticamente consolidado y empoderado.
Norman Robson desde la Legislatura provincial para Gualeguay21