Algo está pasando

Como bien dijo ella en su cuenta en Facebook, después de 9 años de trabajo y esfuerzo, esta vez le tocó a ella vivir esa terrible experiencia tantas veces escuchada de la boca de otros.
Aquella impotencia y rabia que sintió por cada persona que era asaltada en su lugar de trabajo, hoy le tocó vivirlo a ella.
Lo vivió en su local. A la noche. Ya estaban entregando. Todos estaban trabajando. De repente, aparecieron a punta de arma. Como saber ella si era pistola o revolver.
“Como pensar que la vida puede terminar en un segundo…”, reflexionó después recordando la tranquilidad con que los apuntaron y dispararon.
Ella no entiende porqué. Les dieron todo y aún así les tiraron a matar. “Sentí la muerte tan cerca…”, confesó.
“Miles de momentos en un segundo pasaron por mi mente…”, reconoció, y agradeció a Dios el que ella y sus compañeros estén bien. “Una desgracia con mucha suerte…”.
Otros relataron a su modo aquel torbellino de violencia repentina. Un par de disparos. Un culatazo. Algo de sangre. Los nervios. El terror y el espanto que se hacen miedo y este que, de a poquito, se va convirtiendo en susto. Los colores, las miradas y los pulsos que se atenúan.
Ayer le tocó a ella. Algo está pasando.
Igual que un ratito antes le había tocado a otra persona, a quien le arrebataron sus efectos personales cuando transitaba por una calle céntrica.
Igual que más temprano le había tocado a los vecinos del barrio Malvinas y a los del 4to. Cuartel, donde casi al mismo tiempo tirotearon a un mayor en uno y a un menor en el otro.
También Disparos. También Sangre. También terror, espanto, miedo, palpitaciones. Las sirenas. La policía. La ambulancia. Los heridos.
Ayer también les tocó a ellos.
Igual que antes de ayer le tocó a otros y antes de antes de ayer le tocó a otros distintos. Algo está pasando.
Todos hemos escuchado por lo menos una historia como esta relatada en primera persona. Si no dos. Hemos sentido escalofríos frente a los relatos, muchos de los cuales no salen a la luz pública porque se esconden. Se encubren. No vaya a ser que la sociedad se dé cuenta de que algo está pasando.
Hay algo que es indiscutible: la política de seguridad, de poder calificarla así, no funciona. Por lo menos en nuestra ciudad. Ya es incontrolable.
Pero nadie dice nada. Ni el gobierno, socio político de la inseguridad, ni la justicia, desdibujada, ni ninguna entidad civil, cuyos dirigentes, si no se han sumado a alguna carrera electoralista, duermen el sueño de los injustos.
Definitivamente, algo está pasando. Es la inseguridad que nos atropella. Pero nadie dice ni hace nada. ¿Quién nos entiende…?
Gualeguay21