Como es el tema de las jineteadas
Desde hace un par de meses las asociaciones han vuelto sobre la idea de que deben ser prohibidas las jineteadas por maltratarse los caballos de forma perversa y aberrante, y Gualeguay no es la excepción.

Tal es así que hasta fines de julio no se podrán realizar jineteadas en Gualeguaychú, donde hubo una denuncia de una asociación protectora de animales y el municipio ordenó suspenderlas por tres meses la doma.
En nuestra ciudad, días atrás, un grupo de ecologistas, desprovistas de cualquier conocimiento sobre el tema, se reunieron con las entidades organizadoras y tropilleros para informarles que acá impondrán lo propio.
Pero los argumentos de las asociaciones protectoras de animales se derrumban ante la realidad del espectáculo y de su concepción, donde el reservado es un caballo enseñado a corcovear de una forma que nada tiene que ver con el castigo o algún tipo de maltrato.
Es de destacar que estos reservados, casi fanáticamente cuidados, en general, por hombres de campo que los valoran, aprecian, admiran y respetan, cuidándolos para las contadas jineteadas en las que participan al año, donde se los exigirán por solo doce segundos en cada una.
En aras de un mejor espectáculo, la gente de la actividad sabe que los animales han de estar bien comidos y cuidados, razón por la cual se sabe que las jineteadas tienen reglas de oro, tanto para hombres como para caballos.
Como bien dice la gente del palo, todo debe ser en beneficio del duelo hombre caballo para honrar afectos ancestrales íntimamente ligados con nuestra identidad.
Por todo esto, sólo la ignorancia de bien o mal intencionada gente justifica sostener el argumento de que hay maltrato en las jineteadas.
En esto están en juego la entrerrianía y la argentinidad, sostenía un paisano en la marcha del pasado domingo, a la vez que agregaba que ya la globalización y la sojización habían atropellado nuestra identidad, perder las jineteadas sería nefasto para nuestra identidad.
Pero más allá de lo que dicta el sentido común, se debe avanzar sobre lo que dicta la justicia vigente en nuestro país, la cual entiende que los animales no son sujetos de derecho pero si penaliza los tratos crueles a animales.
En tal sentido, aparte de la Ley 25.675, General del Ambiente, y de la Declaración Universal de los Derechos del Animal, los animalistas se aferran a la ley 14.346, la cual pena a las personas que maltraten animales, pero el problema es que la misma exige un dolo específico que se ha comprobado que no se observa en los casos de las jineteadas.
Por otro lado, la Ley 8.952 declara como deporte a la tan criticada jineteada, a la vez que, como bien cultural, está protegida constitucionalmente por tener un valor cultural que el propio Estado tiene que garantizar.
Por lo tanto, de acuerdo a lo relevado, la movida animalista no contaría con los mínimos argumentos sociales o jurídicos para poder erradicar la práctica de una de las más caras actividades tradicionalistas de los argentinos.
Gualeguay21