Cuando la inclusión es solo un discurso
A pesar de las recomendaciones difundidas a nivel nacional e internacional sobre el uso de barbijo o tapaboca en niños, y a pesar de todo lo avanzado en la lucha contra la discriminación y en los derechos de la discapacidad, la semana pasada se le impidió asistir a clases a dos niños de 4 y 5 años porque, por sus condiciones, no podían tolerarlo. En pleno siglo XXI, el sentido común sigue siendo el menos común de los sentidos.

El hecho tuvo lugar en el jardín de infantes de la Escuela Normal, en las salas de 4 y 5 años. A las mismas no pudieron ingresar dos niños porque, según “estrictas” normativas dictadas por el Concejo General de Educación, debían transitar todas las horas de aula con el barbijo o tapaboca puesto.
A pesar de las explicaciones dadas por las respectivas mamás, describiendo la problemática particular de sus hijos, y exhibiendo, incluso, los certificados de discapacidad correspondientes, la respuesta fue terminante: No pueden asistir si no pueden mantener su tapabocas.
Finalmente, luego de un largo derrotero burocrático, solo agilizando luego de las publicaciones en las redes sociales, durante el cual las criaturas fueron discriminadas y se les privó de su derecho de asistir a clases, las mamás fueron recibidas por las autoridades locales de educación, las cuales prometieron darle una solución para la próxima semana.
Por último, vale señalar que, de una rápida búsqueda por Google, cualquiera puede acceder a información de interés para esta situación, y no aferrarse a normas elaboradas de apuro por gente que no tuvo en cuenta cuestiones tan delicadas y sensibles como la discriminación y la discapacidad.
Por ejemplo, descubriría que, a partir de un examen realizado por un grupo internacional y multidisciplinario de expertos sobre la transmisión del covid en los niños, de sus necesidades psicosociales en los mismos, y de los hitos en su desarrollo, la OMS y UNICEF recomiendan que el uso de barbijo o tapabocas “no debe ser obligatorio para los niños de hasta cinco años, en aras de la seguridad y el interés general del niño, y dada su incapacidad de utilizar adecuadamente una mascarilla con una asistencia mínima”.
Del mismo modo, en el caso de niños de entre 6 y 11 años, la OMS y UNICEF recomiendan se tengan en cuenta la capacidad del niño para utilizar el barbijo o tapaboca de forma segura y adecuada, la supervisión adecuada de un adulto, el impacto en su desarrollo, y su interacción con los mayores, mientras que, en el caso de los mayores de 12 años, recomiendan el mismo uso que en los adultos.
En lo que se refiere a los niños con discapacidad, la OMS y UNICEF afirman que “el uso de mascarillas en niños de cualquier edad con trastornos del desarrollo, discapacidad u otras condiciones de salud específicas NO debe ser obligatorio y deben evaluarlo, caso por caso, los progenitores o tutores, los educadores o los proveedores de servicios médicos del niño”.
Por otro lado, la Sociedad Argentina de Pediatría entiende que el empleo de barbijo o tapaboca es recomendable recién a partir de los 3 años, pero solo en lugares públicos donde es difícil mantenerse a más 2 metros de distancia de otras personas, en lugares cerrados y de aglomeración, y en áreas donde el virus se ha propagado rápidamente, a la vez que recomienda para los niños no entienden por qué no pueden correr hacia las personas o tocar cosas, el mejor enfoque es mantenerlos en ámbitos controlados.
Como se puede apreciar, de haber primado el sentido común, y de haberse respetado los intereses de los niños, evidente e indiscutiblemente vulnerados por la disposición vigente, una ilustración accesible en Internet podría haber facilitado la toma de decisiones para una resolución rápida de este conflicto, sin afectar la integridad de los niños, por quienes nadie en la estructura docente se preocupó.
Norman Robson para Gualeguay21