De eso no se habla
El autoritarismo de Néstor y Cristina, ausente en los análisis de resultados electorales.

Lo que advierto en todas las declaraciones autocríticas de dirigentes del PJ y me molesta hasta el paroxismo, es que en ninguna de ellas se computa como uno de los motivos fundamentales del rechazo de la gente a través del voto del domingo 13, el altísimo e impúdico nivel de corrupción sistémica que instauró el kirchnerismo en sus doce años de gobierno. Ellos acusan a Duran Barba de haber impuesto, a través de la llamada “Disciplina Estratégica”, la idea negacionista – existencial (lo que no se nombra no existe) en los discursos de campaña del PRO, pero esos mismos dirigentes hacen exactamente eso al no decir una sola palabra acerca del flagelo de la corrupción, como tampoco del híper autoritarismo que caracterizó las gestiones de Néstor y Cristina. Por Rubén Pagliotto *
En definitiva, guardan un ominoso silencio sobre los temas que fueron su talón de Aquiles. Del mismo modo que Cambiemos deberá comenzar a hablar sobre los preocupantes problemas económicos que impiden que los “brotes verdes” sean más voluminosos y derramen en favor de los deciles más postergados de la sociedad, el PJ en sus distintas versiones deberá hacer lo propio en relación al altísimo nivel de corrupción y saqueo que llevaron adelante, convirtiendo su gestión de gobierno en una auténtica cleptocracia. Lo deseable para una sana democracia es que los partidos políticos sean vigorosos e institucionalmente fuertes, pues ello posibilita una sana alternancia. El PJ como la UCR, por distintos motivos y circunstancias, necesitan no solamente actualizarse y producir un proceso muy serio y profundo de autocrítica, sino hacer un saneamiento ético que los vuelva a poner a la altura de las circunstancias. Los partidos políticos, tal como lo establece la CN, son instituciones fundamentales de la República. Deben recuperar la misión patriótica de ser generadores de cuadros y fragua de dirigentes forjados en valores y convicciones.
No basta con echar culpas a determinadas personas. Porque más allá de Néstor y Cristina, muchos de los que hoy son sus severos críticos y detractores, acaso por oportunismo unos y con cierta legitimidad y buena fe otros, fueron a su turno amanuenses incondicionales con una impostada ceguera frente a hechos de vandalismo y desaguisados políticos. Es deseable, por el bien de todos y el mal de ninguno animarse a decir la verdad y reconocer los problemas que existen como paso necesario para iniciar un proceso de cambio. No se trata de honores, sino de honor. Allí está la clave para arrancar de nuevo y para que la gente se vuelva a enamorar de la política y se reconcilie con sus dirigentes. Pero también debe haber un acompañamiento de la ciudadanía y un férreo compromiso de cada argentino que se logra participando activamente, cada quien desde el lugar que elija y en la medida de sus posibilidades.
Hay que ocupar los espacios y decidirse a ser un actor social comprometido con su tiempo. Hay que volver a llenar los partidos políticos de gente honorable, decente y trabajadora. Los partidos políticos deben dejar de ser el trampolín para el acomodo y la obtención de ventajas personales y la gestión pública un negocio para enriquecerse ilícita e ilegítimamente. Debemos levantar el piso. Debemos elevar el debate y lograr que sea de calidad y excelencia. Hay que volver a la práctica meritocrática y trabajar con la mejor energía posible para la reconstrucción ética de la república. No hay otro camino que no sea el señalado y no tenemos más tiempo que perder. La patria nos interpela. El futuro es hoy.
Rubén Pagliotto para Análisis Digital