Don Mario: la crónica y algo más
En la tarde del pasado sábado, falleció, a los 86 años, Mario Alarcón Muñíz, un reconocido periodista, locutor y escritor gualeyo que, por su rica trayectoria, merece, aparte de la crónica común a todos sus colegas, algo más, algo que lo sobreviva entre los de su palo.

La crónica señala que los restos de Don Mario fueron despedidos por una multitud de familiares, amigos y colegas en el velorio de rigor, para luego ser enterrados en el cementerio Parque de la Paz, en Oro Verde.
También recuerda que Don Mario, el mayor de cuatro hermanos, había nacido en Victoria, en el año 1933, y luego, de niño, vino a vivir a Gualeguay, donde su padre se hizo cargo de la dirección del diario El Debate. Sin dudas, la crónica también reseña que, desde gurí, Don Mario supo mamar la profesión del viejo.
Tan fue así su temprana vocación por la comunicación que la crónica recuerda que, en nuestra Escuela Normal, junto a algunos compañeros, fundaron La Voz Juvenil, un diario escolar. Con esas aptitudes, Don Mario viajó a Buenos Aires para estudiar en la reconocida Escuela Superior de Periodismo, mientras hacía pasantías en el diario La Gaceta y en Radio Rivadavia.
Cuando terminó y volvió, lo hizo para dirigir primero El Debate, luego fundar y dirigir Radio Gualeguay, y después, entre otros, el Diario Concordia, y el Canal 9 de Paraná. La lista de proesas es muy larga para la crónica, pero basta indicar que sus huellas aún pueden encontrarse en medios de toda Entre Ríos.
Al mismo tiempo, como profesaba una gran pasión por nuestra cultura tradicional, autóctona, la crónica apunta que Don Mario, por un lado, acompañó eventos a lo largo y a lo ancho de la provincia, y, por el otro, promovió nuestro folklore en un programa de radio que lleva casi tres décadas al aire.
Así fue que desarrolló una intensa carrera de locutor y animador en renombrados espectáculos. La crónica recuerda nuestro Cantando en el Río, el Festival de Diamante y el Festival del Chamamé del Norte Entrerriano de Federal, entre tantas fiestas, a la vez que agrega que, en 1992, creó el ciclo La Calandria, un programa radial de LT14 dedicado exclusivamente a la difusión de nuestra música litoraleña.
Como si todo aquello no hubiera sido suficiente para Don Mario, la crónica rescata que, en 2001, su prosa vio la luz con su poema Mi Gurí Chamamecero, el cual fue musicalizado por Julio Cáceres y grabado por Los De Imaguare, para su disco Canciones al Viento. Y, en 2007, presentó en sociedad su primer libro: Entrerrianías, con tanto éxito que, en 2011, debió realizar una segunda edición.
Más allá de todo esto, la crónica tampoco puede evitar rescatar que, mientras tanto, Don Mario también fue funcionario municipal y provincial, y diputado provincial, siempre por el radicalismo. A pesar de ello, hace poco tramitó una jubilación mínima.y falleció en la austeridad.
Por último, la crónica tiene que destacar que, por su labor cultural, Don Mario fue reconocido con el Cimarrón Entrerriano, el Santa Clara de Asís, y la Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento del Senado de la Nación, entre tantos otros.
Hasta acá la crónica, palabras más, palabras menos, que cualquier otra de las tantas que ocupan los medios estos días. Pero no podemos despedir a Don Mario sin rescatar su esencia. Su riguroso compromiso con su pueblo, con la realidad, con el honor, con el bien. Su ejemplo.
Tal fue el compromiso de Don Mario que le valió desprecios, discriminaciones y persecuciones. Su formidable formación, sin zonas frágiles, más un diestro uso de las mismas para decir lo que había que decir, sin callar lo que no debía ser callado, le costó ataques, despidos, exclusiones, y un sinfín de injusticias.
Pero, a pesar de todo aquello, Don Mario nunca claudicó. Nunca se torció. Nunca cedió. Y, eso, es lo que hoy nos queda a muchos: su ejemplo, aleccionador para quienes apenas lo conocimos, irritante para los miserables que lo padecieron y se la cobraron.
La crónica seguro le pide a Dios que lo reciba en su santa gloria, yo solo le pido que la llama inspiradora de su ejemplo no se apague jamás en estas tierras entrerrianas.
Norman Robson para Gualeguay21