El costo de la nueva militancia
De acuerdo a un estudio realizado por prestigiosas entidades internacionales, es significativo el crecimiento de la Argentina en generación de empleo público con su correspondiente impacto negativo en su desarrollo.

Según un trabajo elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), denominado Panorama de las Administraciones Públicas de América Latina y el Caribe 2014, y publicado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), la Argentina es el país con más empleos públicos y mayores sueldos públicos de América Latina.
Según el informe, en la Argentina, casi el 15% del empleo total es público, mientras que el promedio latinoamericano se encuentra en el orden del 10%, y, al mismo tiempo, el promedio de los sueldos públicos argentinos es 6,4 veces nuestro PBI per cápita, cuando la media latinoamericana se estima en 5,6 veces.
Ahora bien, a la hora de analizar este ascenso en los índices de empleo público, es imposible evitar considerar la política oficialista a la hora de captar militantes, y el costo que tiene la misma para las arcas del pueblo argentino.
Como muestra basta un botón, y, en este sentido, sobra con recordar que una fábrica de aviones en Córdoba fue estatizada hace seis años para ponerla en las sabias manos de La Cámpora, quien duplicó su personal, y nunca fabricó un solo avión.
Esa empresa, en octubre del año pasado, con motivo de celebrarse su 87º aniversario, organizó un almuerzo para 1900 militantes, cuando ya arrastraba un déficit de más de 500 millones de pesos.
En el plano provincial y el municipal tampoco faltan ejemplos.
Diariamente, el tráfico de contratos para puestos que se inventan solo para atender la demanda de los dirigentes, también funcionarios, es escalofriante.
Erro y Vittulo compiten generando los cargos y carguitos que necesitan para sostener la militancia de cara a las elecciones.
O sea, crecen las nóminas estatales en todos los niveles, pero la calidad pública no mejora, y los impuestos aumentan, mientras que la educación, la seguridad y la salud están postergadas y la economía, junto a los puestos de trabajo, va para atrás.
Definitivamente, este es uno de los vicios que termina desnudando la corrupción política de los gobiernos populistas modernos, los cuales aspiran a perpetuarse en el poder explotando los recursos públicos en beneficio de sus ambiciones personales.
Un rápido vistazo a los índices de nuestros vecinos puede darnos una pista sobre quiénes son los vivos en el concierto político regional.
Norman Robson para Gualeguay21