El desafío de mirar hacia adelante
La realidad actual de la pandemia es la de una crisis sanitaria combinada con la resultante crisis económica, cuyos desarrollos aún no sabemos cuáles serán. En esta incertidumbre, proyectar hacia adelante cualquier actividad puede generar muchas dudas y temores, pero éstos pueden servir para nutrir una concepción más cierta de la realidad que hoy vivimos.

Esto no es antojadizo y significa desagregar este cóctel de factores que inciden en ambas crisis y, de cada uno, definir que sabemos y que no sabemos, de modo de poder avanzar en base a las muchas o pocas certezas que encontremos, de modo de no bajar los brazos en esta coyuntura actual y aprovechar para prepararnos para lo que sea que venga.
De este modo, y en este caso, deberíamos desagregar, y evaluar, los factores tiempo, sanitario, orden, demanda, oferta y recursos, junto con lo que os queda y se nos presenta, para concluir en una noción más o menos cierta de donde estamos parados.
El factor tiempo
No sabemos cuanto tiempo puede durar esta situación de crisis, ya que su dedarrollo en el país, en general, y en nuestra provincia, en particular, nos diferencian del resto del mundo, ni sabemos cómo puede evolucionar.
Sabemos que debemos soportarlo sin perder la vida, ni la posibilidad de seguir viviendo. Sabemos que no solo se trata de llegar, sino de llegar y poder seguir, lo cual, en este contexto, no es cosa fácil.
El factor sanitario
No sabemos nada sobre este virus y su comportamiento, salvo lo que se va conociendo del resto del mundo, ni sabemos si mutará o no, ni sabemos nada del test rápido, ni de la vacuna.
Sabemos que cualquier estatus sanitario, hasta tanto sea masivo el acceso al test o a la vacuna, depende del protocolo de seguridad, y sabemos que, por el momento, solo este puede brindarnos la tranquilidad de estar protegidos.
El factor ordenamiento
No sabemos cómo será el nuevo orden, ni los nuevos modelos sociales, ni las nuevas matrices económicas.
Sabemos que será un orden diferente, que la seguridad sanitaria será central, y que, sea lo que sea, significará un montón de.cambios, y sabemos que demandará lo mejor de nosotros y una importante presencia ordenadora del Estado.
El factor demanda
No sabemos qué capacidad de consumo quedará después de la pandemia, ni entre los exceptuados, ni entre los no exceptuados, ni sabemos cuántas ganas dejará el susto, ni por cuanto tiempo.
Sabemos que lo que quede de demanda quedará sometido a prioridades, y que, sea cual sea el producto o servicio demandado, las exigencias irán más allá del precio y de la seguridad sanitaria.
El factor oferta
No sabemos cuánta oferta sobrevivirá, ni en qué condiciones quedará, ni si podrá adecuarse al nuevo modelo socioeconómico.
Sabemos que la oferta, aparte de sobrevivir, y estar lista cuando sea que deba estarlo, debe estar preparada para aceptar e incorporar las exigencias del nuevo modelo.
El factor recursos
No sabemos de dónde, ni cómo, saldrán los recursos que puedan ayudarnos a sostener la crisis, ni sabemos si llegarán esta vez.
Sabemos que está vez es diferente a todas las anteriores, ya que, a diferencia de otras veces, todo el mundo está fundido, así como sabemos que tenemos que aceptar esa realidad y salir a buscar o inventar alternativas.
Una matriz FODA
Habida cuenta de lo que no sabemos y de lo que sí sabemos, revisemos ahora qué nos queda en términos de fortezas y oportunidades, y qué se nos presenta en términos de debilidades y amenazas, todo en forma de matriz FODA.
Como fortaleza nos queda, por lo menos, el espíritu natural de supervivencia, mientras que, como oportunidad, se nos presenta el reacomodamiento general, patrimonios que se podrán potenciar con valentía para aceptar el cambio y capacidad creativa para reinventarnos.
Por otro lado, como debilidad nos queda, por lo menos, la realidad y su peso sobre nosotros, mientras que, como amenaza, se nos presentan el miedo y la incertidumbre, fantasmas que deberán superarse, también, con valentía y capacidad creativa.
Conclusión
Sabiendo qué no sabemos y qué sí sabemos, y qué tenemos a favor y qué en contra, nos queda claro que tenemos que aguantar, sí o sí, para enfrentar el desafío de un nuevo mundo, de nuevas costumbres y nuevas ecuaciones económicas.
Por otro lado, debemos entender que, a su tiempo, todo el espectro de la oferta se irá recomponiendo, a la vez que la demanda se irá recuperando, para, reconstruir, entre ambas, el nuevo mercado. Uno con el otro, nunca sin el otro.
Por último, para reinventarnos, debemos aprender a endulzar nuestras relaciones sociales y económicas según los nuevos paradigmas que nos depare el destino, para, así, poder seducir y conquistar el nuevo mundo en el marco de un nuevo orden.
Norman Robson para Gualeguay21