El difícil arte de criticar

Esto es así pues la crítica siempre debe sumar, siempre debe tener un sentido, ya que la crítica por el solo hecho de afectar al otro carece de toda justificación.

En definitiva, el sentido constructivo de la crítica debe ser esencialmente correctivo, pues tiene por objeto mejorar la realidad.

¿Por qué es un arte?

Porque la crítica, para ser positiva, debe profesarse con conocimiento sobre lo que se critica, con un profundo compromiso con la realidad, y con absoluta honestidad, tanto con el exterior como con uno mismo.

De este modo, la crítica es un arte que implica la responsabilidad de ser positivo, aunque desde afuera se lo condene como negativo, razón por la cual el crítico debe tolerar, continuamente, la antipatía del mundo exterior, el cual no suele recibir de buen grado sus críticas, ni comprende que éstas están destinadas a corregir la realidad en beneficio de él y de todos.

Por todo esto, el crítico nunca debe guardarse la crítica solo porque ésta es incómoda o inconveniente para alguien, pues si así lo hiciera sería cómplice de algo negativo y traicionaría su compromiso con la realidad.

Al mismo tiempo, el critico debe mantener un sabio equilibrio en la crítica, cuidándose de caer en la trampa de la soberbia y la arrogancia, las cuales, indefectiblemente, llevan a perder no solo la objetividad, sino, también, la credibilidad.

Por último, el crítico debe tener vocación para la crítica, porque, de otra manera, como el común de la gente, preferiría complacer para así disfrutar de las bendiciones de la simpatía.

Ahora bien, esta ecuación será positiva si y solo si el crítico logra cumplir su compromiso aunque sea en una mínima medida, pues esa es su misión en esta vida y en este mundo.

Por lo tanto, criticar es un difícil arte que debe ser practicado con delicada pasión, profundo respeto y cautelosa prudencia, para así no morir en el intento y poder seguir criticando.

Quien así no lo entienda, que Dios y la Patria se lo demanden.

Norman Robson para Gualeguay21