El holocausto intelectual
El imperio de un sistema de información donde se impone la asimilación omnipresente de contenidos durante las 24 horas hoy está acabando con la intelectualidad del ser humano.

En la vida diaria, la realidad, tanto aquella tangible como la virtual, llega a nosotros por diferentes vías, pero siempre absolutamente elaborada y en imágenes que nos permiten absorberla e incorporarla fácil y rápidamente.
De este modo, se impone un sistema de contenidos ya procesados que promueven su libre incorporación sin cuestionamientos ni revisiones intelectuales, sin necesidad de recurrir a nuestra imaginación, lo cual promueve la estupidización de la sociedad y nos lleva a un irreversible holocausto intelectual.
Así como está la comida chatarra, está la realidad chatarra, la cual se nos presenta ya elaborada, sin la necesidad de que la procesemos intelectualmente, y la incorporamos sin cuestionamientos a nuestra consciencia y a nuestro sistema de creencias.
La fragilidad de las nuevas generaciones, más el comodismo y el facilismo impuesto por este sistema, facilitan el marco propicio para la propagación de este flagelo.
Como herramienta o recurso que nos defienda de este flagelo, los mayores que no quieran que la humanidad se ahogue en el holocausto intelectual que propone el siglo XXI tienen el recurso de la lectura como único salvavidas.
Con la lectura la sociedad puede recuperar sus dones intelectuales, y potenciarlos reactivando sus procesadores mentales, estimulando su imaginación, y cultivando y renovando su conciencia y su sistema de creencias.
Para ello es preciso restarle horas a la televisión, a la web y al celular para destinarlas a la lectura de cualquier tipo de contenidos, que disparen la actividad intelectual.
Norman Robson