El mojón
Los caminantes saben lo que significa un mojón en su camino. Saben que hasta allí ha sido un tramo, un territorio, y, a partir del mismo, comienza otro tramo, otro territorio.

El mojón marca el límite, determina un antes y un después.
Los argentinos hoy nos encontramos frente a un mojón trascendental en nuestro proceso histórico. Llegamos al final de una historia y comenzamos una nueva, diametralmente diferente.
No es momento de juicios de valor, ni sobre unos ni sobre otros. Dejemos eso para el tiempo, que de eso sabe.
Sin incursionar en inútiles debates sobre las bondades y defectos de uno u otro tramo de nuestra historia, hoy el desafío es dejar de lado las diferencias y establecer los intereses comunes como objetivos colectivos.
A este mojón llega una sociedad dividida, y, sin ahondar en las causas de esa división, la sociedad debe reunirse de cara al futuro.
El tiempo dirá si unos u otros fueron más o menos acertados en sus gobiernos, pero enfrentados el tiempo nunca tendrá la oportunidad de emitir su juicio.
Hoy, a partir de este mojón, es necesario y urgente dar un corte definitivo a los enfrentamientos seudoideológicos, a estas contiendas estériles que solo benefician a sectores inescrupulosos ávidos de poder y control. Esos son los verdaderos enemigos de la unión ciudadana.
Ahora bien, la pacificación y unión de la sociedad no implica impunidad indiscriminada para quienes, aprovechando una debilidad del estado de derecho, hayan abusado o abusen de sus posiciones de poder.
La unión de la sociedad solo podrá consolidarse en el imperio de la justicia, donde los individuos puedan volver a confiar en la misma y tener la tranquilidad de que quienes gozan de la libertad son inocentes, y de que quienes están presos son culpables.
Solo el estado de derecho, garantizado desde la República, brindará la tranquilidad y confianza necesarias para que un pueblo pueda recuperar su convivencia en paz.
Sin alocadas y desbocadas cazas de brujas, hoy, a partir de este mojón, debe llevarse a cabo un proceso donde se esclarezcan todas las sospechas, y la ciudadanía sepa toda la verdad.
La sociedad quiere saber si hubo delitos o no hubo delitos, y si hubo delitos quienes lo cometieron y en qué contexto, para, así, terminar de una vez por todas con todas estas cuestiones que la dividen.
Durante los últimos 12 años la sociedad ha escuchado mucho sobre los derechos humanos y sobre la memoria, la verdad y la justicia. Hoy es tiempo de que los derechos humanos de todos los ciudadanos de este país sean respetados a rajatablas por el Estado, y que la memoria, la verdad y la justicia alcancen a todos aquellos que de una u otra forma violaron la ley.
De este modo, y solo así, restauraremos una democracia en serio consolidada por la unión de la ciudadanía, escenario indispensable a partir del cual la sociedad podrá encarar su progreso.
Por todo esto, dejemos al tiempo lo que es del tiempo, y a los hombres lo que nos compete: primero, hacernos cargo, y después, trabajar en favor del progreso colectivo.
Caso contrario, solo seremos más de lo mismo, y seguiremos condenados a la patética postergación.
Norman Robson para Gualeguay21