3 noviembre, 2024 10:16 pm
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El porqué del sabor a nada de frutas y verduras


Las frutas y verduras que lucen perfectas en las tiendas suelen tener un sabor insípido. Parecen de plástico y casi que también saben a plástico, frente a esas otras piezas más feas e imperfectas que tienen más sabor e incluso aroma. ¿Pero, qué las hace diferentes? ¿Enterate qué estas comiendo?

Vaya por delante que no puede decirse que el buen aspecto de los vegetales sea inversamente proporcional a su sabor. En nuestra mente imaginamos justo lo contrario: una manzana roja, brillante, que sabe y huele como lo que parece, pura ambrosía de la naturaleza.
Sin embargo, muy a menudo ocurre todo lo contrario. Al margen de que haya frutas y verduras bonitas, aromáticas y sabrosas, normalmente bio, -porque haberlas, hay – si nos dejamos llevar por la vista a la hora de comprar tendremos muchas papeletas para que directamente no sepan a nada.
Comprobamos, por enésima vez, que las apariencias engañan, que a bonitas no las gana nadie, pero luego lo mismo daría hincarles el diente que morder un trozo de plástico. Artificiales en su aspecto y en su sabor, sin embargo también es cierto que eso no significa que sólo las feas saben más y mejor. Por otro lado, también hay que distinguir entre las piezas que son feas porque simplemente se crecieron así y las que lo son por deterioro.
Frutas y verduras artificiales
Partiendo de la idea de que el aroma y sabor no dependen de la estética, pero ésta sí es un buen indicador de que estamos ante un producto artificial, tenemos una primera clave para entender por qué hay frutas y verduras que no saben a nada. En primer lugar, el sabor está relacionado con la maduración en la planta, y éste se pierde en gran proporción si la maduración es en cámaras frigoríficas.
De este modo, las frutas seleccionadas por su tamaño y forma aptas para la venta son las que luego se introducen en las cámaras, por lo que su aspecto bonito es una característica previa producto de una selección y no la razón de que no sepan. Su falta de sabor es consecuencia de esa maduración artificial, así como de métodos de crecimiento acelerado que también busca aumentar su tamaño recurriendo a fertilizantes químicos. Por otro lado, los plaguicidas ayudan a que su aspecto sea el mejor.
En la mayoría de los casos, los vegetales se recolectan cuando todavía están verdes para que aguanten lo máximo posible hasta el punto de venta, dirigiéndose su maduración según convenga. A su vez, las nuevas variedades de frutas y verduras pueden sufrir transformaciones genéticas que les ayuden a crecer (a menudo en invernaderos) y las hagan más resistentes a las plagas, pensando más en su comercialización que en la calidad del producto.
En suma, se cultivan y cosechan en condiciones que no son naturales variedades seleccionadas por su aspecto y aguante, aunque detrás de ese brillo y frescura se esconden inconvenientes como exceso de plaguicidas, pesticidas y abonos químicos y falta de sabor, aroma y cualidades propias de una fruta más natural. Por lo tanto, su aspecto es excelente, pero sólo eso.
Un interesante estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) publicado en 2012 concluyó que las frutas y hortalizas vendidas en Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia tenían un excelente aspecto, pero sólo el 5 por ciento de ellas sabía bien. Frente a un aspecto que rayaba la perfección, al comerlas no sabían a nada. El estudio evaluó 350 kilos de frutas y hortalizas frescas (naranjas, manzanas, peras, plátanos, lechugas y tomates) adquiridas en 54 establecimientos.
El triunfo de las frutas más feas
Como es sabido, millones de toneladas de vegetales acaban desperdiciándose por no tener el aspecto, como la talla o forma adecuadas. En ocasiones, estas piezas “defectuosas” se venden más baratas, pero el balance general es terrible y supone un desperdicio de alimentos tremendo.
La cadena de supermercados franceses Intermarché ha conseguido un gran éxito apostando por estas frutas y verduras que nadie quiere poniéndolas a la venta un 30 por ciento más baratas. Su ingeniosa campaña promocional ha disparado las ventas de estas “frutas y verduras de la vergüenza”, que ya cuentan con su propio espacio en el establecimiento, así como con etiquetas y packaging propio. Y es que la belleza está en el interior.
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