Gastaldi: “Hay omisiones que deben reverse”
Gregorio Francisco “Pancho” Gastaldi hoy tiene 72 años, es gualeyo, casado con una gualeya, tiene tres hijos y muchos nietos y vive desde siempre en su casa de Av. Illia.

Escribano de profesión, Gastaldi es dirigente justicialista, ex presidente del Concejo Deliberante, ex intendente de Gualeguay, primer escribano en las privatizaciones nacionales en los 90s, y, desde el 2003, es Escribano Mayor del Gobierno de la Provincia de Entre Ríos.
Días pasados, luego de una semana de audiencias orales y públicas, un tribunal local lo encontró culpable, junto a sus hijos, Francisco y Laura, al matrimonio Ascar y a un empleado bancario, de una estafa en un fideicomiso realizado por el ya fallecido Alfredo Ascar.
El escribano, tal cual ha sido siempre su conducta, recibió a este cronista y se brindó al diálogo abiertamente, sin mezquinar su tradicional sonrisa.
-¿Cómo le va?
-Sobrellevando el momento. No es fácil. Especialmente para quien lleva una vida cómo hombre de derecho. Fíjese que son más de treinta años como escribano y casi diez de Procurador. Pero, más allá de ello, uno está más preocupado por sus hijos que por uno. Uno, por su experiencia, especialmente en la arena política, puede encontrarle explicación a cosas que ellos no.
-¿Qué opina de la sentencia?
-Es una pregunta difícil de responder con objetividad. Siempre dije que las cárceles están llenas de inocentes. Por eso voy a evitar pronunciarme sobre la sentencia en sí. Si sobre el proceso. Puedo destacar, si se quiere, que creo que somos víctimas de cierto apuro que ha llevado a cometer, desafortunadamente, algunas omisiones que, a mi criterio, podrían haber ofrecido otra visión de los hechos juzgados. Creo que un fallo donde se condena a prisión efectiva a gente de bien sin antecedentes debe estar respaldado por un proceso que haya agotado todas las instancias investigativas.
-¿Ve cierta saña en todo esto?
-No. Le repito: soy hombre de derecho. Como tal no podría creer que quienes son responsables de perseguir la Justicia en mi provincia actúen con saña. Menos en mi caso o el de mi familia o el de los Ascar o Rodríguez. Somos gente que nunca hemos tenido problemas con la Ley.
-Usted es una figura pública…
-Digamos que he tenido una vida activa. Y al cabo de esta vida pueden investigarme a ver si encuentra alguien algún tipo de enriquecimiento. Tengo las mismas propiedades de siempre. Es más, en este proceso que acabamos de atravesar, en ningún momento se expuso que yo, o mis hijos, o cualesquiera de los juzgados, se haya quedado con algo ajeno o se haya enriquecido de modo alguno. Eso lo puede comprobar en Tribunales. Lo mismo ocurre con el fideicomiso, el cual se ha capitalizado.
-Por favor, hábleme del fideicomiso…
-El fideicomiso en cuestión fue realizado por el propio Alfredo Ascar, en pleno uso de sus facultades, cuatro años antes de fallecer, ante la Escribana Silvina Lacorazza. Yo, a pedido de su abogado, solo le expliqué las diferencias entre un fideicomiso y una sociedad anónima, y, sobre todo, los costos y trámites de constitución de las mismas, temas más propios de los escribanos que de los abogados. De allí en más, mi hija y yo solo lo acompañamos en esto como asesores, ya que era un cliente y, en ese momento, también le estábamos realizando un loteo a sus hermanas Olga y Anita, de quienes él era el apoderado. De este modo, por disposición de Ascar, los beneficiarios del fideicomiso fueron los hijos de su sobrino. Vale destacar que este fideicomiso se manejó prolijamente y de forma eficiente hasta poco después de la muerte de Ascar.
-¿Qué pasó entonces?
-Bueno. Esa es otra causa, anterior a esta, pero que no ha tenido la suerte de ser atendida aún. En ella hay renuncias de quienes conformaban el fideicomiso y hoy resultaron culpables, y una denuncia penal, por ciertas irregularidades, contra quien hoy, casualmente, resultó absuelta. Me refiero a Rosa Ahibe.
-¿Y la estafa cuál es en este caso?
-Eso deberá preguntárselo a la Justicia. El próximo 2 de diciembre darán a conocer las argumentaciones de la sentencia y allí conoceremos detalladamente cómo el tribunal llegó a su veredicto. Por eso le decía que percibo que faltarían algunos elementos.
-¿Ya sabía usted de los reclamos de la hija de Ascar al momento del fideicomiso?
-Honestamente, no. Fíjese que uno no pregunta ese tipo de cosas cuando va a actuar notarialmente. Sí sobre algún cónyuge, lo cual sí lo requiere la ley. Pero cuando usted va a vender algo que está a su nombre, nadie le pregunta cuantos hijos tiene, ilegítimos o no. Ahora bien, si lo hubiese sabido… ¿con qué autoridad podía negarle a Ascar avanzar sobre una operación que es legítima y legal? Incluso así lo entendió la escribana Lacorazza, quien avaló la operación.
-¿Cuáles serían las omisiones a su criterio?
-Bueno. Hay elementos que entiendo que no recibieron la debida atención, o bien, no fueron tenidos en cuenta. Hay testimonios de colegas escribanos que no han sido tenidos en cuenta a pesar de estar calificados por el cargo. Igual que el testimonio de abogados, incluso el del abogado del propio Ascar. Testimonios de la administración, en cuanto a balances y presentaciones tributarias y legales del fideicomiso. El expediente de la causa que mencioné. El testimonio de los médicos. De la intención crematoria inventada, que parece la novela de las mil y una noche y sobre la cual no obra ninguna prueba. O sea, una cantidad importante de elementos que, reitero, considero yo, podrían alterar la visión sobre los hechos en cuestión. Esperamos que el Superior Jerárquico acepte nuestra apelación para que, en esa instancia, estos elementos sí sean considerados. O sea, hay omisiones que deben reverse.
-Debe ser angustiante esta situación…
-Imagínese la situación de cada uno. Y me pongo afuera de esta foto. El ingeniero agrónomo que lo asesoraba, su amigo del banco, los padres de sus sobrino-nietos, a quienes adoraba, repentinamente, sin arte ni parte, son condenados a la cárcel. Porque acá no se condena al Escribano Mayor de Gobierno por un ilícito en el seno del Estado. En este caso, el tribunal juzgó y condenó a un grupo de seis vecinos como partícipes necesarios en una estafa, de los cuales una resultó sobreseída, y, al mismo tiempo, se anuló una operación por fraudulenta, mientras que quien avaló notarialmente esa operación ni siquiera fue procesada.
-¿Hay antecedentes en la provincia de algo así?
-El caso Reggiardo. Una estafa de magnitud. Allí falsificaron documentos y luego vaciaron 20 millones de dólares que nunca se encontraron. El caso fue llevado a juicio y actuó este tribunal. Pero al escribano interviniente, a quien se le probó fehacientemente la participación, lo condenaron por solo dos años condicional y hoy está libre.
-¿La política tiene algo que ver con todo esto?
-Espero que nada. Ninguno de los que fuimos sentenciados acá ejerce hoy alguna actividad política. Ni siquiera yo. El cargo de Escribano Mayor, quien debe avalar los actos jurídicos del Gobierno, no es un cargo político. Es más, lo ejerzo desde el 2003, luego de asumir Jorge Busti. Por lo tanto, debo suponer que no median intereses políticos en esto. Pero, si me pregunta por las brujas, también le digo que no existen, pero que las hay, las hay.
-¿Quiénes se benefician con todo esto?
-Supongo que se beneficiarán la hija de Ascar y su pareja, Rosa Ahibe, quien, curiosamente, no resultó condenada. O, mejor dicho, se beneficiarán quienes finalmente se queden con las propiedades, en especial Paso de Alonso.
Norman Robson para Gualeguay21