Gualeguay: ¡Viva la Pepa!
En la ciudad de Gualeguay viven unas 40 mil personas, y, a pesar de haber tenido los primeros contagios de la provincia, hoy, a 33 días de aislamiento, vivimos todos al filo del desastre sanitario. Si bien existe un Comité de Crisis, éste lo es solo para la pantalla mediática, ya que nadie impone el cumplimiento del DNU presidencial, ni hace nada concreto por evitar los contagios.
Todo indica que el régimen de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio, llamado comúnmente Cuarentena, se extenderá hasta mayo o junio, y el escenario que se observa genera más preocupación que tranquilidad.
Por un lado, la calle es tierra de nadie, ya que la Policía tiene orden de no detener a nadie y la Municipalidad hace la suya. Solo hay operativos aislados a lo largo del día, en los que solo se detienen vehículos para que los policías asienten datos y labren actas, al tiempo que los municipales piden la documentación correspondiente.
El saldo de estos operativos arroja cantidades de actas para unos y de secuestros para otros, pero en nada suman al cumplimiento de las disposiciones vigentes para resguardar el orden, ni para luchar contra el contagio. Cabe señalar que, según información oficial, a la semana pasada había más de 11 mil detenidos o demorados en todo el país.
Para disimular esta situación, y que nunca se hizo cumplir el DNU presidencial, el Ejecutivo Municipal dispuso nuevos ordenamientos por sobre el nacional, restringiendo aún más el tránsito, lo cual puede contribuir a recaudar multas, pero no en la lucha contra la propagación del virus.
Al mismo tiempo, la conducta de la gente en la vía pública, a pesar de las muchas recomendaciones, está librada a la buena de Dios, tanto por la falta de normas e instrucciones, como por la ausencia de controles. Nadie se molesta en resolver las grandes colas, mucho menos instruir el uso de barbijos, o supervisar el ingreso a los locales.
El comercio de mercaderías también está librado al azar. Siendo que el contagio puede darse, también, a través de la manipulación de productos, nadie controla esta cadena, ni la descarga de productos, ni la cantidad de gente dentro de los salones, ni nada. No se han establecido, siquiera, protocolos para ser cumplidos. Es más, aquella presencia de gente de las iglesias y del municipio en la entrada a los supermercados hace semanas que ya no están.
Por otro lado, si bien el Gobierno Nacional no avanzó mucho en la flexibilización de las actividades, en Gualeguay, muchos negocios reiniciaron sus actividades parcialmente, y otros totalmente, pero sin ningún marco protocolar de protección sanitaria, ni para la parte comercial, ni para los clientes.
Es que, indiferentes a la instrucción presidencial de llevar adelante una cuarentena administrada, para la cual los territorios debían trabajar en protocolos que permitieran flexibilizar algunas actividades y elevarlas a Nación. Pero en Gualeguay, ni la Intendencia, ni el desaparecido Centro Económico, ni ninguna otra entidad, han hecho nada en ese sentido, mientras que, en otras ciudas, trabajan intensamente en ello.
A pesar de los apremios económicos que sufre gran parte de la economía local, tanto formal como informal, la dirigencia ha permanecido indiferente, y los actores (pymes, comercios, profesiones y oficios) abandonados a su suerte, sin saber qué hacer.
De este modo, la ausencia de autoridad promovió una mayor circulación de gente en la vía pública y, por ende, una potencialización de la posibilidad de contagio. Buena culpa de esto la tiene el propio Intendente, quien habilita verbalmente a cualquiera que se le acerque, sin medir las consecuencias sanitarias que eso implica para la población.
Por último, mientras que en el resto de las ciudades y pueblos de la provincia, y del país, se desviven por controlar el ingreso de personas, a nuestra ciudad, desde un principio, entra y sale cualquiera, como quiere, y cuando quiere.
Tan es así que, los múltiples transportes que van y vienen a Buenos Aires y Rosario, trayendo mercadería, cuando no gente, nunca se los instruyó en ningún protocolo de control, ni sobre ellos mismos, ni sobre la carga.
Incluso, sabiendo que se van a repatriar vecinos desde zonas con el virus circulando, quienes fueron registrados con nombre y apellido, nadie hizo nada por controlar su ingreso y asegurar su aislamiento preventivo. Solo Epidemiología hizo algo: se limitó a publicar un aviso en Facebook pidiéndoles que llamen al 107.
En otras palabras, el ordenamiento social impuesto por el decreto presidencial, hace más de un mes, para aplanar la culpa de contagio y proteger a los argentinos del coronavirus, no se cumple en Gualeguay. Acá se aprecia un escalofriante nivel de incompetencia, de desinterés, y de indiferencia, de parte del supuesto Comité de Crisis, de las propias autoridades municipales, y de la dirigencia en general.
Este “viva la pepa”, de cumplirse los pronósticos que autoridades nacionales y provinciales, junto con especialistas y científicos, se cansan de repetir, la salud de los gualeyos en general, y, en particular, de todos nuestros adultos mayores, se vería seriamente comprometida.
En definitiva, a más de un mes de establecida la cuarentena, la realidad gualeya es muy diferente a la de otras ciudades. Tan es así que, hoy, después de casi 5 semanas, el Concejo Deliberante se presentó una tibia resolución de “recomendación” de ordenar toda esta caótica situación. Recién hoy.
Si en otras ciudades se puede, en Gualeguay también, solo es cuestión de decisión y trabajo, pero…
Norman Robson para Gualeguay21