La falta de dirigentes lleva al Centro Económico Gualeguay a su cierre
La institución gremial de la actividad económica gualeya fue fundada en 1935 y, desde entonces, supo acompañar, cuando no liderar, el desarrollo socioeconómico de nuestra ciudad y su región. Hoy suma casi 90 años de existencia. Pero aquel espíritu que la hizo protagonista de nuestra historia inmediata se fue apagando en los últimos años debido a la ausencia de dirigentes comprometidos con el sector que representa. Ésto, más la indiferencia hacia temas sensibles al sector, y la pérdida de actividades que la sostenían, hacen que la entidad hoy esté casi cerrada y ausente del quehacer ciudadano.
El individualismo, ese nombre paquete del egoismo, ha copado nuestra sociedad, y los primeros síntomas de ésto se detectan en nuestras instituciones, las cuales abandonan el protagonismo, pierden su representatividad, y terminan desapareciendo. Por ejemplo, la Corporación para el Desarrollo de Gualeguay, otrora promotora de las termas y otros proyectos, supo nacer como madre de las instituciones y, a pesar del grado de responsabilidad que eso implicaba, hoy lleva años inactiva.
En el caso particular del Centro Económico local, hoy es muy difícil encontrar abierta su sede, ya que apenas atiende 2 horas al día y solo por Sidecreer, o qué alguien atienda su teléfono, mientras que la institución, salvo por el controvertido sino frustrado proyecto de la semipeatonal, lleva mucho tiempo ausente del quehacer político, social o económico de la ciudad. Por su parte, hoy ya no se ve o escucha a sus dirigentes reclamar por los distintos problemas que aquejan al sector económico gualeyo. En síntesis, aquella entidad protagonista del desarrollo de Gualeguay ya tampoco existe.
El Centro Económico Gualeguay nació hace 87 años atrás, un 13 de diciembre de 1935, por iniciativa de Don Pedro García Barrera, en el seno de la Sociedad La Argentina, así como lo habían hecho poco poco tiempo antes la Sociedad Rural, Sportiva y Gualeguay Central. Apoyaron la iniciativa Pavón Espeleta, Mastronardi y Juanele, desde la Asociación de Fomento Educacional, hoy la Biblioteca Popular. Por aquel entonces acompañaron a Don Pedro apellidos como Gálligo, Pérez Arzuaga, Etala, Cerisoli, Biso, Armelin, De Miguel, Medrano, Lanza, Manauta, Delbue, Carrera y Carboni, entre otros.
Al poco tiempo dejarom la Asociación y se instalaron en la esquina de 25 de Mayo y 3 de Febrero, luego en 25 de Mayo y Carlos Pellegrini, y, finalmente, se mudaron definitivamente a su casa propia, en Monte Caseros y Gregorio Moran, en la planta baja del edificio Plaza. Desde un principio, la entidad luchó contra los impuestos exagerados, defendió el protagonismo de Puerto Ruíz, consensuó el cierre dominical, y reclamó por los caminos, entre tantos otros temas.
Pero su rol fue creciendo, y, a lo largo de su historia, el Centro Económico fue protagonista, no solo del desarrollo de su ciudad, sino de su región y su provincia. En lo local, el CEG tomó la iniciativa en la construcción del edificio Plaza, y en su planta baja puso su sede, fue impulsor del Parque Industrial, no donde caprichosamente está hoy, y gestionó, desde su sede, la red de Informes Comerciales, la tarjeta Sidecreer, y la prepaga Sancor Salud. También se alzó en contra de la radicación del Chango Más, a la vez que, desde su Cámara de Turismo, impulsó la Fiesta de las Colectividades.
En Entre Ríos, fue promotor de las leyes provinciales de Bomberos y de Grandes Superficies Comerciales, a la vez que fue fundador del Consejo Provincial de Comercio Interior, de la Unión de Empresas de la Provincia de Entre Ríos, y de la Cámara Entrerriana de Turismo. Por otro lado, su vínculo estrecho con la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, CAME, le permitió financiar distintos proyectos locales.
Estos párrafos resumen solo algo de la rica historia de esta señera institución gualeya, la cual, hoy, casi abandonada por su propia dirigencia, y por el sector que representa, enfrenta su ocaso ante la mirada indiferente de su comunidad. De ese modo, a la Corporación le seguirá el CEG, y, detrás de éste, seguirán otros, si la clase dirigente y su sociedad civil no reaccionan.
Jean Monnet dijo que “los hombres pasan, las instituciones quedan”, y agregó que “nada se puede hacer sin las personas, pero tampoco nada subsiste sin las instituciones”. De ese modo, uno de los fundadores de la Europa moderna advirtió a la Humanidad sobre la necesaria sustentabilidad de su orden y progreso. Un vistazo al pasado y al presente debería bastar para confirmar o no la veracidad de esta premisa.
Norman Robson para Gualeguay21