La misericordia no tiene fin
Hoy el Papa Francisco realizó en la Basílica de San Pedro la solemne ceremonia del cierre de la “Puerta Santa”, concluyendo de este modo el Año Jubilar de la Misericordia.
Este gesto marca el final de lo extraordinario, pero no se termina la necesidad de nuestra dedicación a las obras de misericordia, y mucho menos la misericordia de Dios.
En nuestras familias y comunidades tenemos también momentos extraordinarios y muy importantes: un aniversario, un viaje, una mudanza, un nacimiento… Situaciones que nos hacen vivir con intensidad particular los vínculos afectivos. Pero en la vida ordinaria seguimos siendo la misma familia, con anhelos y proyectos, fracasos y alegrías.
La Puerta Santa indica de un modo significativamente especial lo que alienta y anima el camino cotidiano de la Iglesia.
La enseñanza, predicación y gestos de este año han buscado suscitar en nosotros el compromiso por realizar obras concretas de misericordia. Francisco nos dijo que la misericordia no es una idea abstracta sino una realidad concreta. Por eso debe notarse en obras más que en discursos, en sonrisas en los rostros de los pobres más que en organigramas o promesas.
Debemos lograr que nuestras comunidades sean oasis de misericordia para tantos hermanos para los que la vida se parece a la travesía por un inhóspito y agresivo desierto. No podemos abandonar la búsqueda de la cordialidad en el trato, los gestos de bienvenida hacia quienes se acercan, y la actitud de ir al encuentro de quienes no vienen. El modelo a seguir es el de la “Iglesia en salida”, capaz de renovarse permanentemente en su dimensión misionera.
En las obras de misericordia se juega la credibilidad de nuestra predicación, la credibilidad de los encuentros de catequesis y la eficacia de la misión. Por eso la Primera Carta de San Juan advertía a los primeros cristianos: “Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad” (I Jn 3,18). ¡Cómo nos cansan los discursos vacíos y las promesas sin sustentos!
Si no tenemos amor a los pobres nuestras actividades quedan sin alma, sin vitalidad.
Hoy celebramos la solemnidad de Cristo Rey del Universo. Él viene a traernos un reino de paz y justicia, libertad y amor. En las misas leemos el pasaje del Evangelio en el cual Jesús ofrece el perdón al ladrón arrepentido: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Abrámonos también a su misericordia.
En la Fiesta de Cristo Rey la Acción Católica celebra su propio día. Una Institución que ha dado a la Iglesia grandes frutos pastorales, siendo un espacio de maduración de la vocación laical para construir la comunidad cristiana, e iluminar las realidades temporales con la luz del Evangelio. Demos gracias a Dios.
Mañana lunes el Papa Francisco dará a conocer una nueva Carta Apostólica que ha titulado “Misericordia et miseria” con ocasión de la conclusión del Año Jubilar extraordinario. Te invito a que la meditemos juntos.
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo coadjutor de San Juan de Cuyo y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social