Lo que dejó este Bicentenario
Desde el viernes a la noche hasta el sábado por la tarde, las celebraciones por el Bicentenario de la Patria nos dejaron un sabor dulzón, muy similar a la satisfacción.
Es que, eludiendo cualquier connotación política, algo parece haber cambiado en el ánimo de las bases ciudadanas que no se detectó en las celebraciones anteriores y si se vio este 9 de Julio.
Si bien no hubo una convocatoria destacada, atribuible a las gruesas falencias públicas y privadas en este sentido, hubo presencia ciudadana en todos los eventos y la calidad de los mismos, definitivamente, daba para más.
Prueba de esto son los lamentos típicos que se escuchan una vez consumados los festejos por parte de quienes, por hache o por be, se los perdieron.
De este modo, vale realizar una revisión de cada una de las piezas que integraron esta jornada patria.
Una vigilia exquisita
En la noche de la víspera, el Ensamble Coral Juan Sebastián, esa exquisita masa vocal dirigida por Nora Ferrando, deleitó a los gualeyos que desbordaron los salones del Club social.
Con instancias de imponencia y de delicia, las voces nuestras expusieron un riquísimo repertorio de excelente factura coral que conmovió a todos los espectadores que anonadados disfrutaban del concierto.
Esta fue la primer perla de lo que sería la nutrida agenda de eventos por este nuevo Bicentenario nacional.
Un ballet de lujo
En la mañana del propio 9 de Julio, agotadas las instancias oficiales y protocolares, la agenda puso en la calle el veinteañero grupo de ballet Amanecer Gualeyo de Ángel Cichero.
Como es su costumbre, las parejas de baile ejecutaron magistralmente piezas musicales de nuestra tradición cultural frente a veredas colmadas de gualeyos como ellos.
Esta fue la segunda perla de la jornada patria, reafirmando la alta calidad de producción cultural que caracteriza a Gualeguay.
Una orquesta toda propia
Por la tarde, en un sencillo aunque imponente escenario montado para recibir a la prestigiosa orquesta de la UBA, de Buenos Aires, previo a esta se presentaron los modestos integrantes del Ensamble de la Escuela Municipal de Música Isidro Maiztegui dirigidas por Juan Martín Caraballo.
Tal cual lo esperado, a pesar de su modestia, los músicos locales no solo desplegaron una imponente categoría musical sino que se dieron el lujo de conformar su repertorio exclusivamente con temas de compositores locales.
Esta tercera perla del Bicentenario más que perla fue la frutilla del postre para una contundente exposición cultural que confirma a Gualeguay como Capital Entrerriana de la Cultura.
Vale reconocer y destacar que, al cabo de estas tres presentaciones, cada gualeyo quedó gordo de orgullo, pues quienes fueron artífices de semejante despliegue cultural son sus propios vecinos: Norita, Ángel, Juan Martín, la gente del coro, los chicos del ballet y los muchachos del ensamble.
Una gran sartén popular
Como si esto fuera poco, el mediodía patrio sorprendió a los patriotas presentes con un suculento e inmenso Locro Criollo para todos y todas, organizado por la Municipalidad, elaborado por las cocineras municipales y terminado y organizado por el Grupo Amistad de Sengo Kablan.
La faraónica empresa, más allá de que el producto final estuvo riquísimo, reflejó el desafío asumido en la organización y el empeño de quienes se subieron a la olla para sacarla en tiempo y forma, demostrando que con pasión, compromiso y mucho laburo se pueden hacer cosas grandes, buenas e importantes.
Es que la importancia de estas cosas es que pueden fundar un sello de identidad que, al igual que los productos culturales mencionados anteriormente, nos destaquen regionalmente y, porque no, nacionalmente.
Esperemos que, para la próxima, no nos durmamos en los laureles del éxito y construyamos nuestra propia locrera gigante y que los próximos 25 de mayo y 9 de julio nos encuentren a todos alrededor disfrutando, acompañados de muchas galletas, de lo que será otro clásico gualeyo.
Los tapados
Tal vez opacados por la contundencia de los eventos mencionados, no son menos valiosas las participaciones de quienes también ponen empeño, pasión y siempre están para acompañar las caras celebraciones nuestras.
En este caso, las parejas de tango de Inés Ferrando, quienes tan bien presentaron el ritmo que nos representa en el mundo, el grupo coral de la iglesia San Antonio, que con sus voces da vida al templo, y a los pocos artesanos que todavía se mantienen estoicos bajo sus gazebos para ofrecer al pueblo sus valiosas facturas, estuvieron a la altura de las circunstancias mereciendo, sin ninguna duda, ser mencionados.
Algunas deudas
Los que hacen siempre se equivocan, y no por tanto éxito hay que esconder los errores, sino que hay que evaluarlos y, si corresponde, aceptarlos y corregirlos.
En esta maratón de eventos por el Bicentenario de la Patria muchos lamentaron la ausencia de nuestro tradicionalismo, precisamente ese que mantiene vivo el espíritu de esa Patria que se homenajeó.
Fue desafortunadamente desacertado no haber convocado a ese valiosísimo universo de agrupaciones tradicionalistas que tan desinteresadamente siempre se suma a acompañar los festejos patrios, pues el clima no lo impedía y la bosta de los caballos no puede ser obstáculo para su participación.
Por otro lado, otra de las deudas fue la convocatoria, de la cual no se puede culpar, como es costumbre, a los gualeyos, sino que obedece exclusivamente a problemas de comunicación que deberían ser resueltos desde los diferentes ámbitos públicos y privados.
Felicitaciones
Por último, felicito a todos y cada uno de los artífices de lo mencionado por el desafío asumido y por la pasión y el empeño puestos al servicio de cada instancia, a la vez que, en la convicción de que la crítica abona al éxito, me tomo la libertad de invitarlos a tomar esto como un aporte que sume en la búsqueda de mejoras integrales.
Norman Robson para Gualeguay21