Los cucos
Los relatos en primera persona siguen reproduciéndose mientras ni la prensa ni la sociedad se hacen eco de una situación que preocupa a cada vez más vecinos.
Nadie quiere ser alarmista, menos ser amarillo, pero cuando los relatos se suceden algo está pasando, la fantasía deja de ser fantasía, y cuando entonces uno comienza a raspar sobre los acontecimientos, comienzan a brotar los cucos de la realidad.
Lo cierto es que, día a día, se van desnudando cada vez más los cucos de la inoperancia y la impunidad ante la inseguridad que impera en nuestra ciudad.
Cucos que crecen al ritmo de los relatos: “me entraron”, “me arrebataron”, “me robaron la moto”, “me apuntaron”, “se llevaron todo”, “me tiró al suelo”, etcétera, etcétera.
Ayer, una vecina, a través de las redes sociales, “celebraba” que se cumplía una semana del robo a su casa, y relataba las vicisitudes vividas.
Que llamó a la policía. Que vinieron de inmediato. Que un testigo le dijo quien fue. Que se lo dijo a Investigaciones. Que Investigaciones no quiso allanar porque el fiscal de turno no quiere. Que habló con el jefe de los fiscales. Que el jefe de los fiscales le dijo al fiscal de turno que allanara. Que entonces recién ahí la policía se movió. Que recién ahí hablaron con los testigos. Que entonces cuando allanaron ya no encontraron nada.
Y se preguntó, con mucha razón, a quien felicitaba el Jefe de Policía por la labor del fin de semana.
Pero lo grave no termina allí, sino que, como siempre, hay otra historia escondida detrás de la historia que sale a la luz, y esta habla de esos cucos.
Habla de la ley y el orden, de sus posibles vínculos, de posibles encubrimientos, de una supuesta inoperancia. Habla de los siempre presentes cucos de la corrupta o inoperante impunidad o de la impune corrupción o de la impune inoperancia.
Estos cucos que brotan fantasmagóricos entre los relatos son los que le hacen mal a la fuerza y a la seguridad de los vecinos, simplemente porque los trabajadores de la seguridad pública, aquellos que son dignos, y los vecinos, no se merecen sufrir el acoso de esos cucos.
Pero, mientras prevalezcan las figuras cómodas y convenientes al sistema, y mientras nosotros, como sociedad, sigamos ciegos, sordos y, más que nada, mudos, los cucos dominarán nuestra realidad y la justicia seguirá perdida entre los vericuetos de las excusas burocráticas, agonizando entre los tecnicismos, para terminar muriendo junto a las prescripciones.
Norman Robson para Gualeguay21