7 octubre, 2024 2:37 am
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Los sueños de los jóvenes nos tiene que despertar a todos

 

Cada Jornada Mundial de la Juventud nos trae algo nuevo en un molde que casi se repite. Con San Juan Pablo II, Benedicto XVI, y ahora con Francisco, los jóvenes de distintos países y culturas comparten la alegría de la fe. Una fe que mueve a la oración y el compromiso solidario y misionero.

 

Unos días antes de los actos centrales los jóvenes estuvieron misionando en barrios y ciudades de Panamá y países vecinos. Las calles se visten de colores de las banderas de origen de cada contingente, y pueden percibirse los idiomas y acentos diversos. Pero ninguna barrera de lengua, cultura o nación son infranqueables. Incluso aquellos que en sus propios países sufren viendo construir muros, allí se abrazan con quienes la política y la economía expulsan de la fiesta de la vida. Y hasta allí también lograron llegar jóvenes de San Juan, quienes nos transmiten su alegría a través de las imágenes y el relato de sus experiencias. En esto me corrijo de lo dicho la semana pasada.

 

En cada lugar el Papa nos deja sus enseñanzas. Ante las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático de Panamá les dirá que “otro mundo es posible” y lo sabemos, “son precisamente los jóvenes quienes nos invitan a involucrarnos en su construcción para que los sueños no queden en algo efímero o etéreo, para que impulsen un pacto social en el que todos puedan tener la oportunidad de soñar un mañana”, pues – ha enfatizado – “el derecho al futuro es también un derecho humano”.

 

Francisco tuvo un encuentro con los obispos de los países de América Central, que a mí personalmente me ha servido a modo de examen de conciencia. Fue desarrollando sus palabras en base a la vida del obispo y mártir San Óscar Romero. Recordó que “los jóvenes son uno de los “lugares teológicos” en los que el Señor nos da a conocer algunas de sus expectativas y desafíos para construir el mañana (cf. SÍNODO SOBRE LOS JÓVENES, Doc. final, 64). Con ellos podremos visualizar cómo hacer más visible y creíble el Evangelio en el mundo que nos toca vivir; ellos son como termómetro para saber dónde estamos como comunidad y sociedad”.

 

Reflexionando en torno a la realidad juvenil (en ese mismo mensaje) nos destaca que muchos jóvenes proceden de “hogares resquebrajados tantas veces por un sistema económico que no tiene como prioridad las personas y el bien común y que hizo de la especulación “su paraíso” desde donde seguir “engordando” sin importar a costa de quién. Así nuestros jóvenes sin hogar, sin familia, sin comunidad, sin pertenencia, quedan a la intemperie del primer estafador”.

 

Durante la ceremonia de acogida y apertura de la Jornada Mundial de la Juventud Francisco se dirigió a los jóvenes con un mensaje elocuente. Entre otras cosas les dijo: ‘’Tenemos muchas diferencias, nos vestimos diferente, pero podemos tener un sueño común. Sí, un sueño grande y capaz de cobijar a todos. Ese sueño por el que Jesús dio la vida en la cruz y el Espíritu Santo se desparramó y tatuó a fuego el día de Pentecostés en el corazón de cada hombre y cada mujer, en corazón de cada uno, el tuyo y en el mío, a la espera de que encuentre espacio para crecer y para desarrollarse’’.

 

‘’Un sueño llamado Jesús sembrado por el Padre, Dios como Él, enviado por el Padre, con la confianza que crecerá y vivirá en cada corazón. Un sueño concreto que es una persona y que corre por nuestras venas, estremece el corazón y lo hace bailar cada vez que lo escuchamos: «Ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros» (Jn 13,34- 35)’’.

 

‘’Fíjense” exhorta Francisco, “el amor que nos une es un amor que no “patotea” ni aplasta, un amor que no margina, que no se calla, un amor que no humilla ni avasalla (…) Es el amor del Señor que sabe más de levantadas que de caídas, de reconciliación que de prohibición, de dar nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado. Es el amor silencioso de la mano tendida en el servicio y la entrega. Es el amor que no se pavonea que no la juega de pavo real, que se da a los humildes. Ese es el amor que nos une a nosotros.’’

 

En cada gesto, en cada testimonio el Papa nos muestra que tiene un cariño particular con los jóvenes, y no sólo con aquellos que pertenecen a grupos de parroquias y movimientos. También se hace espacio para celebrar la misericordia de Dios con Jóvenes privados de libertad en un Centro de Cumplimiento de Menores “Las Garzas”, y visitar a otros en la ‘’Casa hogar Buen Samaritano’’.

 

Ante la dura realidad de jóvenes privados de su libertad el Papa les dice que “Jesús no tiene miedo de acercarse a aquellos que, por un sinfín de razones, cargaban sobre sus espaldas con el odio social como eran los publicanos”, Jesús “lo hace porque sabe que en el cielo hay más fiesta por un solo pecador convertido que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión”.

 

Al finalizar sus discurso Francisco animó a los jóvenes instándolos a pelear: “pero no entre ustedes, sino para encontrar y buscar los caminos de inserción y transformación. Eso el Señor lo bendice, esto el Señor lo sostiene y esto el Señor lo acompaña” y les recordó que durante la celebración penitencial “todos podremos experimentar la mirada del Señor, que no mira un rótulo, un adjetivo, ni una condena, sino mira un hombre, mira un hijo”.

 

A mí siempre me conmueven y emocionan estas imágenes de gestos de Francisco, miradas profundas que comunican ternura, palabras de aliento y esperanza. Siempre dan ganas de un poco más, de quedarse disfrutando del cobijo de los hermanos. Pero la misión reclama. El lema del Encuentro llama a la disponibilidad: ‘’Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí tu palabra’’. La Virgen María se convierte en modelo a imitar y en amiga que intercede en el camino de la vida.

 

Que Dios te bendiga y sigamos acompañando con nuestra oración al Papa Francisco, pidiendo  por los frutos de la Jornada Mundial de la Juventud 2019.

 

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

 

 

 

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