Más vale tarde que nunca
Más allá de los ridículos debates sobre si el tapabocas o barbijo es bueno o malo, o si sirve o no tomar la fiebre al ingreso a la ciudad, lo cierto es que la medida llega tarde, en respuesta a presiones sociales, y solo será efectiva si deciden acompañarla por una adecuada instrucción y el correspondiente control en el marco de los necesarios protocolos.
Estos días, el capricho cedió finalmente ante el reclamo general, y la indiferente gestión de Federico Bogdan parece comenzar a tomar consciencia sobre la gravedad de la situación que afecta al mundo desde hace 34 días.
Así lo reflejarían las decisiones adoptadas estos días en cuanto a instalar controles en los tres ingresos sobre las rutas provincial 11 y nacional 12, y en cuanto a exigir el uso obligatorio de tapabocas en la calle y lugares públicos.
Lamentablemente, resulta evidente que las medidas surgen a partir de un interés en demostrar que hacen algo, como la norma de las patentes pares e impares, y no en defender a la ciudadanía de la propagacion del Covid-19. Prueba de esto es el tiempo que se toman para su aplicación: cuatro días, ya que decidieron comenzar recién el lunes, después del fin de semana, como si se tratara de un régimen para adelgazar.
Tomarle la fiebre y asentar sus datos a quienes ingresan a la ciudad en nada evita que éstos, o las mercaderías que éstos traen, ingresen el virus a la ciudad. De igual modo, el uso masivo del tapaboca, sin la debida instrucción en su uso, tampoco evita contraer la enfermedad o desparramarla.
En otras palabras, ninguna medida, por genial que sea, servirá si no se la acompaña con instrucción y controles en el marco de protocolos formulados específicamente, tal como se realiza, con buenos resultados, en otras ciudades donde el Estado y la sociedad civil se han comprometido en trabajar juntos.
La realidad de la pandemia hoy exige, sin excepciones, ni excusas, la elaboración de protocolos para cada caso, tal cual lo indicaron desde los gobiernos nacional y provincial, y estos deben ser reforzados por campañas mediáticas de instrucción en su cumplimiento, y un estricto control del mismo.
Si bien esta instrucción y control pueden demandar una presencia importante de agentes en la calle, ésta es temporal y está demostrado que se justifica en términos de resultado. Si fuera el caso de no contar con personal suficiente, hay casos exitosos en los que se han incorporado grupos de voluntarios, como los que abundan en nuestra ciudad y están interesados en vivir en una ciudad segura.
Por último, si la ciudad no cuenta con personal a la altura del desafío que esta pandemia exige, entre sus vecinos cuenta con profesionales preparados que no dudarían en arremangarse desinteresadamente para asegurar la ciudad.
En definitiva, más vale tarde que nunca, siempre y cuando se haga bien.
Norman Robson para Gualeguay21