No es un derecho, es una licencia
Que bueno lo del aborto legal, pero ni ahí es una conquista de derechos para las mujeres, ya que los derechos de éstas, en igualdad con los del hombre, llevan muchas décadas de conquistados y garantizados. En la Argentina, desde hoy, una mujer tiene una licencia exclusiva y unilateral por la cual puede suprimir la vida que se está gestando en su vientre, una licencia que no tiene el hombre que en eso participó. Hoy es un día histórico para los argentinos, se rompió la igualdad entre la mujer y el hombre.
La legalización del aborto es necesaria en este país, pero de forma seria, responsable y respetuosa, como parte de una política pública que apunte a mejorar la realidad social argentina, y no como una estrategia política que alimente la ya existente violencia entre géneros como argumento de dominio político. Esta licencia, sin un marco de medidas socioculturales, no resuelve ninguna problemática, y solo sirve para enrarecer el clima social, y para alimentar la violencia de género.
Haciendo a un lado la estéril discusión seudotécnica sobre si se trata o no de una vida humana, o el carácter impracticable de la medida en un servicio público de salud ya desbordado sin abortos gratis, entendamos porqué no es un derecho, porqué sí es una licencia, y veamos de qué sirve.
¿Porqué no es un derecho?
Siendo derechos aquellas facultades por las cuales los individuos pueden convivir en un marco de pacífica justicia, la facultad dada a un individuo (mujer) para que pueda decidir sola sobre un producto alcanzado junto a otro individuo (hombre), sin consultarlo, ni contemplar sus intereses, en nada alienta la convivencia, ni la paz, ni, mucho menos, la justicia. Ésta facultad nada tiene que ver con un derecho.
Desde 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos consagra la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y desde 1979 están eliminadas todas las formas de discriminación contra la mujer. Estos derechos son verdaderas conquistas de mujeres de distintos lugares del mundo que dieron su vida en la lucha. En la Argentina no fue diferente.
Para conocer algunas historias de lucha y compromiso femenino basta googlear algunos nombres como Mariquita Sánchez, Manuela Pedraza, María Remedios del Valle, Martina Céspedes, Juana Azurduy, Encarnación Ezcurra, Severa Villafañe, Manuela Rosas, la Delfina, Victoria Romero, Dolores Díaz, Martina Chapanay, Trinidad Guevara, Juana y Manuela Gorriti, Camila O´Gorman, Las Porteñas Federales, Eduarda Mansilla, Juana Manso, las maestras de San Luis, la Sociedad Cosmopolita de Obreras Costureras, la Unión Gremial Femenina, Elida Passo, Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Elvira Rawson, Teresa Ratto, Alicia Moreau, Sara Justo, Catalina Marni, Celia Tapia, María Angélica Barreda, Elvira y Ernestina López, Julieta Lanteri, Raquel Camaña, la Liga para los Derechos de la Mujer y del Niño, Lola Mora, Alfonsina Storni, Azucena Maizani, Rosita Quiroga, Mercedes Simone y Eva Perón.
Éstas mujeres, por mérito propio, fueron algunas de las protagonistas comprometidas de las verdaderas conquistas de los derechos de la mujer en la Argentina, y a la vista está su éxito y el merecido reconocimiento en la historia por sus diferentes logros. Derechos éstos que posicionaron a la mujer en equilibrio e igualdad con el hombre.
¿Porqué es una licencia?
Una licencia es una autorización legal expresa a realizar un acto cualquiera, como lo es el suspender el embarazo de forma arbitraria y unilateral, sin la participación del progenitor varón, y sin necesidad de razón valedera alguna.
A diferencia de cualquier otra licencia, ésta no contempla de forma alguna responsabilidades ni daños a terceros, tal como lo hace una licencia de armas, o una de conducir. Es un permiso sin restricciones ni condiciones para hacer lo que quiera con algo que no es solo de ella.
Es más, ésta licencia vulnera algunos de los derechos humanos universales, como aquel de que todos somos iguales en dignidad y derechos, o el de que todos tenemos derecho a la vida, o aquel de que todos debemos ser tenidos en cuenta por las leyes y ser protegidos por éstas por igual.
¿Para qué sirve?
Si bien la medida fue vendida como una solución a la “exagerada” muerte de mujeres a mano del aborto ilegal, y promovida como un “derecho” sobre el cuerpo propio, lo cierto es que el índice de muertes y el falso derecho solo fueron inventados para justificar la medida, la cual solo serviría para reducir la natalidad en algunos sectores pobres de la sociedad, ya que en los sectores medios y altos el aborto seguro, aunque ilegal, ya estaba naturalizado.
En definitiva, esta ley apunta a reducir las aristas escalofriantes de los índices de pobreza, los cuales dejaron de crecer año a año para hacerlo mes a mes, con guarismos para la infancia que nos asemejan a África o Asia, a la vez que interpone otro argumento de violencia en las ya recalentadas relaciones humanas intergénero.
“Mi cuerpo es mío”, gritan energúmenas mostrando sus senos y olvidando que aquello que quieren extirpar de su vientre NO es solo de ellas, sino que es producto del aporte masculino en una relación compartida. Esto justificaría que, mañana, algún grupo de varones decida marchar por alguna avenida con los testículos al aire al grito de “Mi semen es mío”.
Norman Robson para Gualeguay21