Nosotros y el Covid: La segunda ola es peor que la primera
El martes, desde la Organización Mundial de la Salud dijeron que las muertes diarias por covid en Europa habían aumentado casi un 40 por ciento en una semana. Los países de ese continente experimentan hoy significativos aumentos de casos, mientras que sus especialistas reconocen haber previsto esta segunda ola, pero están “sorprendidos por su brutalidad”. Cómo se preparará la Argentina para esto.
De acuerdo a los números oficiales, la pandemia dejó, al menos, 1.15 millones de muertos y más de 43 millones de casos en el mundo desde que se detectó en China, en diciembre, y ahora Europa ya sufre una segunda ola que preocupa a todos los gobiernos.
Tal es así que, en Italia, estrenan medidas impopulares por un mes y, en Francia, hablan de 100.000 casos por día, mientras que en España, al igual que en la República Checa, impusieron un toque de queda nocturno, y en Inglaterra están preocupados porque las restricciones no surten efecto. Tanta sería la gravedad que hasta Suecia decidió aplicar restricciones.
Esto debería ser aprovechado como una advertencia en los países que aún no salieron de la primera ola, aunque se desconoce si ésta terminará en algún momento o si, directamente, habrá una continuidad de la pandemia con un incremento de los casos y las muertes.
Sea como sea, países como Argentina y Brasil, aunque en las antípodas, ambos tienen mucho para revisar respecto a sus políticas sanitarias frente al covid. Los indicadores de las dos naciones, con políticas diametralmente diferentes, demuestran que ni una ni la otra fue exitosa, sino que ambas fracasaron.
En lo que se refiere a la Argentina, en su momento, cuando el covid asoló Europa por primera vez, inicialmente lo ignoramos, luego nos aislamos, y hoy estamos pagando las consecuencias sociales y económicas de esas políticas. Hoy, mientras todavía sufrimos la primer ola sin que el Estado, en ninguno de sus niveles, se haga cargo, nos anticipan que la segunda ola, que ya empezó en Europa, es peor que la primera. Y como si esto fuera poco, la economía del país está al borde del colapso.
Lo expuesto nos pone ante un escenario que debería preocupar a la sociedad, ya que está claro que no preocupa su clase política, sin distinción de colores, todos ocupados en debatir si aislamiento si o aislamiento no, cuando ya abundan pruebas de que esa no es la discusión, sino que lo es la forma de adaptar toda la vida de una sociedad a un orden sanitario seguro.
Dicho de otro modo, se trata de reinventar las costumbres sociales y las actividades económicas de acuerdo a un rígido modelo, en el cual los contactos estén sujetos a estrictas condiciones que apunten a evitar los contagios y contener la propagación del virus.
Claro está que eso nunca se logrará con Estados que culpen a la ciudadanía de los contagios para evadir su responsabilidad de ordenar la convivencia social y económica, y cuyas opciones solo sean el aislamiento o la liberación. Solo se logrará con Estados que pongan manos a la obra en diseñar y aplicar protocolos que aseguren sanitariamente la convivencia y puedan mantener la actividad y el desarrollo social y económico.
Lamentablemente, este tipo de Estados escasean por estos lados, razón por la cual el pronóstico de nuestra sociedad, frente a la pandemia, es reservado, especialmente si la sociedad civil sigue tolerando la situación sin hacer nada al respecto.
Norman Robson para Gualeguay21