Operación Despedida de Soltero
En los primeros días del verano 2017, en Rosario, un paracaidista y un narco se asociaron y planificaron el robo de una avioneta Cessna para destinarla al tráfico de drogas desde el Paraguay para la Argentina, iniciando así una aventura criminal digna de Hollywood.
El paracaidista era Gabriel Quiroz, un tipo que se destacaba en dicha práctica deportiva, pero que la vida lo había llevado a arrimarse a no muy buenas compañías y a alejarse de las no tan malas. Así es que, un par de años atrás, se alejó en malos términos de los Aresca, con quienes compartían el negocio de los saltos en paracaídas para pasar a ser competidores. A partir de entonces se lo ha vinculado a apellidos narcos de Rosario como Medina, Ungaro y otros.
Según trascendió en mentideros rosarinos, en este ámbito, a través de un amigo común, Quiroz conoció al narco Darío Roas, un misionero, ahora radicado en Villa Martelli, Buenos Aires, conocido como “el nene”, con varias causas de narcotráfico en la Justicia Federal de Rosario. Este Roas está sindicado por la Justicia correntina como un miembro del cartel de la ciudad de Pedro Caballero, capital paraguaya de la marihuana, de donde entra al litoral argentino la mayor parte de esa droga.
Si bien la Justicia no pudo probarlo, aún enconado con los Aresca, y afectado por la competencia de estos, Quiroz le propuso a Roas robarles la avioneta Cessna 182, un monomotor de cuatro plazas, con todo su equipo de salto: paracaídas y cámaras. El equipo para él y el aparato para el cartel paraguayo.
El plan era contratarle al Club de Paracaidismo de Rosario, de los Aresca, un salto en paracaídas en el marco de una despedida de solteros. Saldrían del aeródromo de Victoria, en la Ruta provincial Nº 11, a la altura del kilómetro 108, y un grupo de amigos se lanzaría con el novio. Una vez que la avioneta estuviera lista, con combustible suficiente para volar los 800 kilómetros d autonomía, se llevaría a cabo el golpe, y volarían a Paraguay, donde el aparato sería entregado al cartel.
Para la ejecución del plan, Quiroz sumó a su íntimo amigo, Mario Crocco, quien ya estaba imputado por lavado de dinero del narcotráfico, junto a Mauricio Yebra, un presunto testaferro de Marcelo Balcedo, el sindicalista de La Plata que se hizo famoso al ser detenido en el verano pasado por sus propiedades en Punta del Este. La famosa banda Los Monos, de Rosario, estaba entre aquellas a quienes les blanqueaban capitales.
Por su parte, Roas sumó a los también misioneros Héctor De Lima y Valentín “el ninja” Ramírez, experimentados en golpes a punta de armas, mientras que el propio cartel garantizó el operativo con los paraguayos Daniel Sánchez Bareiro y Bernardino González, encargados de volar la nave. Los cuatro, luego de ejecutar el atraco en Victoria junto a Crocco, se llevarían el avión.
Estos cuatro sujetos, estaban todos estrechamente vinculados al narcotráfico entre Paraguay, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe. De Lima se había hecho conocido como narco al cabo de una interesante trayectoria en las provincias de Misiones y Corrientes, mientras que el otro misionero, “el ninja” Ramírez, supo integrar la inteligencia de la Prefectura Naval Argentina. Por otro lado, los dos paraguayos, González y Sánchez Bareiro, integraban las tropas del cartel de Pedro Caballero.
Una vez todo planeado, Roas pagó la seña de 500 dólares en el Club y confirmó todo para el día siguiente, cuando celebrarían la despedida de solteros de su amigo.
La operación se ejecutó a la perfección, tal cual lo planificado. El martes 21 de febrero de 2017, a las 9 de la mañana, cinco sujetos armados, dejaron su vehículo a 500 metros del hangar y tomaron por asalto el aeródromo de Victoria. Luego de maniatar al sereno, los sujetos redujeron a los dos muchachos del Club, Matías y Sebastián Aresca, que habían llegado en su Chevrolet Onix, al piloto y al instructor, todos de Rosario.
Los dos misioneros, De Lima y Ramírez, y los dos paraguayos, Sánchez Bareiro y González, se fueron en la avioneta, mientras que Crocco se fue en el auto de los Aresca hasta donde habían dejado el auto, cargando el botín para Quiroz: 8 paracaídas y dos cámaras. De ese modo, Quiroz había consumado su venganza: sacar del mercado a los Aresca. La Operación Despedida de Soltero había sido ejecutada con total éxito.
Unos diez minutos después del hecho, las víctimas maniatadas en el aeródromo lograron liberarse y pedir auxilio a la Policía. Al tomar ésta conocimiento del hecho, y dar participación a la Justicia de Victoria, imperó el desconcierto. Solo los Aresca manifestaron insistentes sospechas sobre que Quiroz tenía que ver en el asunto.
Al cabo de unos días, una huella dactilar, en impecables condiciones, obtenida del faro trasero del Onix, advirtió a los investigadores que Crocco habia sido parte de la operación, y permitió a la División Robos y Hurtos de la Policía de Entre Ríos, dirigida por el Comisario Carlos Schmunk, y a la Fiscalía de Victoria, a cargo del Dr. Eduardo Guaita, comenzar a desentramar los pormenores del hecho, sin imaginar ninguno de ellos que la avioneta había caído en los esteros del Iberá.
Efectivamente, en su vuelo hacia Paraguay, por impericia del piloto paraguayo, la avioneta cayó en ese humedal correntino, cerca de Colonia Carlos Pellegrini. Los cuatro sujetos, heridos, llegaron, después de 5 días de deambular por los esteros, al hospital de ese lugar, donde se identifican como turistas perdidos. Allí fueron atendidos y la Policía del lugar facilitó demasiado gentilmente su salida de ahí, incluso acercándolos hasta Mercedes. Desde allí, los cuatro siguieron viaje hacia el norte, sin que nadie se percatara de quienes eran.
Mientras tanto, las pesquisas permitieron confirmar que Crocco era íntimo amigo de Quiroz, pero no había ningún indicio sobre que habría pasado con la avioneta, no sobre quienes serían los demás. Un allanamiento a Quiroz no arrojó nada positivo que lo vinculara, solo Crocco quedaba pegado al hecho.
Recién el 31 de marzo, cuando un avión de turismo descubrió la avioneta y, al identificarla por la matrícula LVHBB, se determinó que era la aeronave robada en Victoria, la causa tomó impulso. A partir de su paso registrado por el hospital y por la Policía, el Fiscal Guaita pudo conocer las identidades de los cuatro prófugos y dar inicio a la cacería de los fugitivos. Ya eran seis los implicados.
Conocidas las identidades, la Policía entrerriana realizó una importante pesquisa digital buscando y encontrando cada uno de los perfiles en Facebook e identificando los celulares utilizados, información a partir de la cual se pudo saber más de ellos y se pudo reconstruir sus movimientos desde el día anterior al atraco. Fue así que esta cyber investigación, a cargo del oficial Diego Tonutti permitió descubrir la participación de Roas en la operación, la cual era desconocida hasta ese momento.
De este modo, aunque dos semanas después fue rescatada la aeronave, los peritajes realizados a la misma no arrojaron mayores novedades a la causa, mientras que, en silencio, se avanzaba en la ubicación de los prófugos. Si se supo cual fue la razón por la cual el aparato se accidentó: falta de combustible. Según lo confiado por especialistas, la inexperiencia del piloto provocó que forzara el vuelo generando un excesivo consumo, lo que resultó que se quedara sin combustible a mitad de camino y sin darse cuenta.
Si bien la Justicia no había podido comprobar la participación de Quiroz en la operación, la aparición de Roas comprometido en la misma habría incomodado al eximio paracaidista, quien en junio tomó la drástica determinación de quitarse la vida colgándose en su propia casa. Los paracaídas y las costosas cámaras nunca fueron encontrados.
Finalmente, las pesquisas comenzaron a dar resultados positivos, y, en septiembre, ubicaron la cuenta de Facebook de De Lima y, mediante engaños a través de la red social, fue citado a en un motel por una mujer. Al acudir a la cita, el prófugo resultó capturado.
Del mismo modo, a mediados de octubre, en un operativo antinarco en Posadas, a un tal Diego Ibarra, a bordo de una VW Amarok, le encuentran varios ladrillos de cocaína. Como la camioneta era de Roas, de inmediato se articuló un operativo y el ideólogo profugo fue aprehendido mientras dormía en la casa de Ibarra.
Entonces sólo faltaba el ex prefecto, el ninja Ramírez, y los dos paraguayos, de quienes se había perdido todo rastro, hasta que, a principios de diciembre, se supo que González había sido acribillado, junto a uno de sus amigos, mientras tomaban una cerveza en la periferia de Encarnación, Paraguay. Desde una moto les dispararon con una escopeta del 12 y con una pistola 9 mms.
Finalmente, a principios de agosto, en los Tribunales de Gualeguay, se celebró el juicio a los aprendidos Crocco, De Lima y Roas, donde la defensa del primero la ejerció el reconocido abogado rosarino, Carlos Varela, asesor legal de diferentes bandas narco de aquella ciudad, mientras que a los otros dos los asiste la Defensoría pública. Al cabo del juicio, esa cámara encontró culpables a los imputados, Roas se avino a la alternativa abreviada, y dictó penas de prisión efectiva de 6 años para Crocco, 7 años para De Lima, y los 4 años y 3 meses acordados con Roas.
De este modo, de los siete que se sabe que tomaron parte en la Operación Despedida de Soltero, Quirós se suicidó, a González lo acribillaron, y Crocco, Roas y De Lima fueron presos, mientras que Ramírez y Sánchez Bareiro aún permanecen prófugos, seguramente amparados por el cartel en algún lugar entre Encarnación y Posadas.
Por ultimo, se puede concluir que, al cabo de un año y medio de ocurrido el golpe al aeródromo de Victoria, mal allá de los saldos judiciales, la Operación Despedida de Soltero desnudó parcialmente una pequeña pero elocuente parte de la trama criminal que despliega el narcotráfico en la región, la cual tiene su cabecera regional en la ya conflictiva Rosario.
Norman Robson para Gualeguay21