Pasión o género
A principios de esta semana, Gualeguay se conmocionó por un nuevo hecho de violencia que desencadenó el suicidio del agresor, y, de inmediato, todos hablaron de violencia de género.

Ante todo, preocuparse más por la calificación de un hecho que por las razones que lo provocaron, o por el impacto que tiene en la familia, ya, de partida, nos demuestra que algo está mal.
Indiferente a esto, los medios y la sociedad, o la sociedad y sus medios, de inmediato, sin conocer las intimidades del hecho, lo calificaron como violencia de género.
Por nuestra parte, en conocimiento de algunas particularidades del hecho y su contexto, lo calificamos como un crimen pasional. Así y todo, no faltaron las fundamentalistas que criticaron la calificación en nombre de vaya a saber que estupidez.
Cuando un matrimonio normal, respetado y bien querido, sin antecedentes de violencia, por cuestiones íntimas se ve repentinamente enfrentado, no puede superar eso, y se desencadena un hecho de violencia, definitivamente, no es un caso de violencia de género.
A los efectos de comprender la diferencia, vale destacar que violencia de género es un tipo de violencia, física o psicológica, ejercida en base a diferencias de género que colocan al agresor en una posición de ventaja, mientras que la violencia pasional es aquella que resulta de una repentina alteración de la conciencia, causada por emociones.
Del mismo modo, la violencia de género se refiere al desenlace de un proceso abusivo de una de las partes, mientras que la violencia pasional se desencadena de forma inesperada y sin ninguna premeditación.
Por último, aunque quienes cometen un crimen son responsables del hecho sea cual sea la tipificación, sería bueno que, por respeto a quienes, en definitiva, son víctimas de una situación que los desbordó, no adelantar calificativos que dañen a quienes sobreviven al hecho en cuestión.
Norman Robson para Gualeguay21