Pobreza, pero de escrúpulos
O de piedad. Lo cierto es que, a lo largo de la historia argentina, la pobreza ha sido un capital político especialmente cultivado, celosamente custodiado e íntegramente aprovechado por todos y cada uno de los políticos que ostentaron poder en este país. Esta es solo otra prueba de la pobreza de escrúpulos y piedad de la clase política.

En Gualeguay, una pequeña ciudad del interior de uno de los países más ricos del mundo, desde la madrugada, la gente hace cola en una escuela para obtener su tarjeta alimentaria. Es en la Escuela Normal, donde empezaban a atender a las siete, pero arrancaron a las ocho, y exigen completar los casi dos mil beneficiarios antes de las 15 horas. Están a cargo de este operativo funcionarios nacionales, acompañados por sus pares comunales.
Para acceder a esta tarjeta de ayuda, a primera hora de hoy, la cola de madres jóvenes, muchas con criaturas, era de más de tres cuadras, llegando hasta la puerta de la Escuela de Comercio, y, al mediodía, la misma se mantenía hasta allí, sin resguardo alguno del sol.
No es para menos el sacrificio de esta gente, se trata de 4 mil pesos mensuales para quienes tienen un niño o niña menor de 6 años, o 6 mil si tienen dos o más. No es poca cosa. En los tiempos que corren, ese monto significa una importante contribución a la canasta familiar de ese sector.
A nadie le cabe duda alguna de que es necesario ayudar a esa gente, pero resulta indignante que esa gente necesite esa ayuda, y que, para obtenerla, deba hacer inhumanas horas de cola al sol. O sea, en la Argentina no debería haber pobreza, o, por lo menos, los alevosos índices que se manejan. Si los sucesivos gobiernos de nuestro pasado no hubiesen cultivado la pobreza como factor de consolidación de poder, hoy la necesidad sería otra, diametralmente diferente.
Se trata de un sector de excluidos del sistema. Madres, y padres, sin empleo formal. Casi dos mil unidades familiares en una población de 10 mil familias. Es mucho. “A esos los mantenemos nosotros”, recriminó uno, frente a la enorme masa de beneficiarios haciendo cola, como si ellos fuesen culpables de necesitar.
Claro, muchos olvidan que ese 20 por ciento son resultado de la historia política nacional, consentida tanto por las dirigencias políticas, sociales y sindicalistas, como por las independientes, que nunca levantaron su voz, sino que se preocuparon por acomodarse ellos.
Definitiva, si hablamos de pobreza, hay sectores que sufren necesidades, pero hay un poder tan pobre de escrúpulos y piedad que no repara en alimentar esa pobreza para consolidar sus prebendas.
Norman Robson para Gualeguay21