15 septiembre, 2024 8:05 pm
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¿Porqué seguir con el cambio?

Si bien todos los cañones apuntan a la polarización, demonizando al opositor, creo que el electorado merece saber porqué le conviene votar por el cambio que propone Macri y no en contra de Cristina, a la vez que pienso que deben saberse los argumentos políticos que distinguen, o diferencian, la propuesta oficialista de cualquier otra del presente y del pasado, y justifican el alto sacrificio de la sociedad.

Creo que, así como no basta la inconveniencia de que gane el kirchnerismo, tampoco me alcanza enumerar las obras públicas concretadas y en proceso, especialmente cuando la sociedad ha sufrido, y sufre, el enorme impacto de esta profunda crisis económica.

Creo que la gente debe saber cuál es la intención política de este gobierno más allá de todo eso, para que pueda creer en ella, para que pueda saber, por su propia valoración, si realmente vale la pena.

Para ello es preciso encontrar el sentido político de este gobierno, determinar cuál es el cambio, si es que lo hay, más allá de los errores, de las contramarchas, y de todas las promesas que no pudieron cumplir. En otras palabras, revisar todo lo actuado y ver si existe una coherencia común que señale un rumbo determinado.

¿Qué ha hecho este gobierno en estos años? 

En lo económico, el gobierno ha demostrado no poder manejar la situación y ha sumido a la sociedad en una nueva crisis. No ha podido torcerle el brazo a los poderes económicos, los cuales se han enriquecido en el desorden y caos político del pasado, y éstos lo castigaron para facilitar el regreso al pasado de postergación social y económica que tanto les convino.

A pesar de esta crisis, el gobierno sí supo cumplir con su intensa agenda de inversiones en infraestructura, tanto en lo vial como en servicios, energía y comunicaciones, exponiendo un claro perfil desarrollista sin precedentes en el pasado inmediato de nuestro país.

En el mismo sentido, y coherente con sus pautas de desarrollo, este gobierno impuso una ambiciosa proyección política internacional, la cual, a pesar del pasado del país, fue bien recibida en el mundo desarrollado subdesarrollado.

Del mismo modo, ha sabido mantener, y mejorar, con mayor justicia, el aparato de desarrollo social, el cual, a pesar del impacto de la economía, ha llegado con soluciones sustentables a todo el universo vulnerable de la Argentina, exhibiendo un inequívoco rumbo progresista.

Por lo tanto, más allá de la inflación y la recesión, en estos años de gobierno, las políticas infraestructurales, internacionales y sociales aplicadas exponen una intención cierta de poner al país a la altura de las circunstancias que impone el resto del mundo.

En otras palabras, las políticas implementadas en saneamiento sanitario, en energías renovables, en vías de comunicación, en soluciones habitacionales, en comercio exterior, entre otras, apuntan, sin lugar a dudas, hacia un moderno modelo de país, integrado a la globalización actual.

Lamentablemente, aparte de los poderes económicos, también confabula en contra del cambio la cultura criolla, la cual ha sufrido, en las últimas décadas, la degradación de sus instituciones y la naturalización de todo lo incorrecto. O sea, a nuestra crisis económica hay que agregarle nuestra crisis cultural, mucho más grave que la primera.

Desafortunadamente, así como el gobierno no pudo contrarrestar la resistencia económica, tampoco ha sabido poner esta realidad en conocimiento de sus gobernados, ni ha sabido plantear una estrategia comunicacional que enfrente, y someta al cambio, la cultura del subsidio, de la corrupción y su impunidad, del estado paternalista, y del escepticismo en general.

Ahora bien, por más que suframos esta crisis económica y cultural de la resistencia al cambio, y por más que el gobierno no haya sabido cómo manipular todo ésto, ni compartir sus acciones políticas con la ciudadanía, hoy consumadas en hechos, éstos hoy nos demuestran que hay un rumbo cierto.

En definitiva, hoy no quedan dudas de que el gobierno ha adoptado e implementado políticas públicas, con la correspondiente inversión en el andamiaje infraestructural necesario, coherentes con una estrategia de desarrollo y progreso que apuntan a un cambio que no tiene precedentes en la historia inmediata de la Argentina.

En esto último descansan las razones que justifican seguir con el cambio.

Por último, en el afán de etiquetar filosófica o políticamente a este gobierno, se desprende de las medidas adoptadas en cuanto a la infraestructura, a lo social y a lo internacional, un indiscutible perfil desarrollista y progresista, el cual, salvando las distancias, comulga ideológicamente con el justicialismo del General Perón y con el desarrollismo de Frigerio, los que tuvieron lugar a mediados del siglo pasado.

Desde aquel entonces, la Argentina deambuló errante entre la dictadura liberal y el totalitarismo populista, los cuales pervirtieron la república imperante y la democracia.

Apéndice

Progresismo: es una tendencia política que promueve el estado de bienestar, las libertades individuales, la defensa de los derechos y una justa distribución de la riqueza.

Desarrollismo: es una tendencia política que promueve el crecimiento económico para resolver los problemas del atraso, el estancamiento y los problemas sociales.

Liberalismo: es una tendencia política que promueve la libertad individual sin la intervención reguladora del Estado como medio para el crecimiento económico.

Populismo: es una tendencia política que dice promover el estado de bienestar pero que, en realidad, impone la división social, la desconfianza y el desconcierto general para explotar al Estado en su beneficio.

República: es un sistema de gobierno regido por el interés público general, el imperio de la ley, la justicia y la igualdad ante la ley.

Norman Robson para Gualeguay21

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