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14 junio, 2025 6:05 pm
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Prohibido tocar


Mientras aún está caliente la resolución del juez federal de voltear la flamante ley contra el narcomenudeo que debuto hace solo unos días, no puedo dejar de imaginar que todo esto desnuda la cruda realidad de que los negocios federales no se tocan.

BLANCO-NEGRO

Al mismo tiempo, pienso que podría ser lógico que así sea, ya que creo que de nada serviría el esfuerzo de neutralizar a las fuerzas de seguridad conminándolas a controles de tránsito si se permite que los territorios se metan en el negocio.
Desde ese punto de vista, me imagino toda esta cuestión como una puja entre la nación y la provincia por el control del territorio.
Si bien todos sabemos que un pacto es un pacto, también entendemos que es indispensable la monopolización del control de los territorios para permitir su liberación sin tener que compartir los beneficios con ningún lugarteniente.
De ser todo esto así, comprendo que de un lado nadie aceptaría sacrificar rentabilidades, mientras que del otro, a partir de que el juego no es lo que era y la prostitución es historia, todos claman por los viejos réditos.
En este perverso escenario imaginario, me pregunto si el objetivo o el deber de la sociedad no debería ser capitalizar lo más posible todos los conflictos de intereses que se susciten.
Más allá de lo imaginario, lo cierto es que la ley de narcomenudeo ponía al alcance de la sociedad a quienes eran responsables de cortar con el minoreo, mientras que antes eran desconocidos.
O sea, antes, era imposible desbaratar el kiosquito del barrio que chupa gurises y los involucra en la venta haciéndolos adictos, porque todo dependía de una ley y un orden supremos que nos son totalmente desconocidos, mientras que con esta ley los responsables de atacar esto estarían a nuestro alcance en la Jefatura y en Tribunales.
Como se puede apreciar, según mi antojadiza visión, a los supremos intereses para nada les convendría esta ley, ya que atentaría seriamente, no solo contra sus beneficios, sino contra la proyección del negocio.
Ahora bien, respecto de las razones esgrimidas por uno y otro lado, más allá de los argumentos que legítimamente las soporten, las considero solo funcionales al poder sin ningún escrúpulo por los intereses de la sociedad.
Con esto quiero decir que la discusión técnica sobre la legitimidad de legislar o no, por arriba o por debajo de lo que marca una u otra legislación vigente me resulta absolutamente indiferente y superflua para la sociedad a la hora de proteger a sus hijos de este terrible flagelo.
Dicho de otro modo, creo que si en la mayoría de los casos, los políticos al servicio de uno y otro lado del poder pueden amoldar la justicia a sus necesidades, bastardeando todo el sistema jurídico, bien puede la sociedad actuar del mismo modo cuando debe defender su integridad.
En definitiva, hoy veo las ciencias jurídicas y los vicios políticos fundiéndose en un patético escenario donde todos se suman a uno y otro sector esgrimiendo banderas dogmáticas sin detenerse un solo instante a evaluar el origen del debate y el impacto cierto de una u otra medida.
Por lo tanto, en defensa de los gurises, hoy entre todos debemos hacer lo imposible para que urgente se toque lo que está prohibido tocar.
Norman Robson para Gualeguay21