20 mayo, 2025 4:37 pm
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Qué es el periodismo para ignorantes

Resulta lamentable y frecuente estos días que diferentes personas pretendan discriminar, y desacreditar, a colegas esgrimiendo la falta de título habilitante, demostrando así su profunda ignorancia sobre lo que significa nuestra actividad.

BLANCO-NEGRO

Antes de abordar este desconocimiento, o mala intención, recordemos que un periodista es aquel “que se dedica a descubrir e investigar temas de interés público, desarrollarlos, sintetizarlos, y publicarlos con un profundo respeto por la verdad”.
Ahora bien, muy por el contrario de lo que algunos pretenden hacer creer, los periodistas, comunicadores y/o informadores, ejercen una actividad que no está colegiada y, por esa razón, quienes la ejercen carecen de matrícula alguna.
Esto no es casual, sino que se entiende que basta y sobra la justicia ordinaria para regular la actividad, mientras que, por ejemplo, la medicina y la ingeniería, por las responsabilidades involucradas en su práctica, requieren una regulación particular.
O sea, tanto un periodista, como un cocinero o un carpintero, no precisan las garantías de un colegio, tal como lo requiere el caso de un médico o de un ingeniero.
Por otro lado, si de títulos se trata, las carreras terciarias de comunicación, entre las que se encuentra el periodismo, son relativamente nuevas, motivo por el cual los periodistas “mayores” son todos idóneos.
Igualmente, como son carreras formativas, no habitantes, la falta de estos títulos no significa, de ningún modo, una inhabilitación para ejercer la profesión, ya que los avales del periodista se encuentran en su audiencia, como los del cocinero y el carpintero se encuentran en su clientela.
Por lo tanto, cualquier pretensión de un par de ciudadanos de desacreditar nuestra actividad se agota instantáneamente cuando enfrenta los miles de ciudadanos que la acreditan.
El origen de la cuestión
A los efectos de comprender la “ignorancia” de algunos, vale la pena hacer un poco de memoria.
El poder, en los últimos tiempos, promovió en la sociedad la desconfianza y la incertidumbre para poder gobernar “a piaccere”, desacreditando cuanta entidad pudiera desnudar sus intenciones.
De ese modo, políticos, jueces y periodistas resultaron víctimas de cuestionamientos tendenciosos motivados por los sectores de poder.
En este sentido, vale recordar que este proceso de perversión, donde la grieta fue una gran protagonista, desde denuncias hasta noticias, si eran inconvenientes, eran condenadas como mentiras que respondían a oscuros y fantásticos intereses, y así se diluía la verdad en favor del poder.
Así fue que todo aquel que públicamente osó señalar corrupciones e ilícitos, rápidamente, fue defenestrado, también públicamente, acusado de responder a alguna supuesta dependencia económica de intereses opositores a quienes fueran señalados.
Hoy en día, frente a este nuevo proceso que pretende llevar al país a una recuperación moral, aún quedan apóstoles de la vieja política, parados a ambos lados de la grieta, que pretenden, impotentes, sostener esta práctica, más que nada, interesados en su propia supervivencia.
Desafortunadamente, esto habla de la baja calidad y alta ignorancia que aún subsisten en las bases ciudadanas, las cuales deben, de forma urgente, ser reeducadas de acuerdo a lo que hoy exige la sociedad.
Igualmente, siempre hubo y habrá ignorantes y mal intencionados, lo que no debe faltar es nuestro compromiso de señalados, desnudarlos, e imponerles la verdad.
Norman Robson para Gualeguay21