15 mayo, 2025 12:26 am
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Quienes fueron y quienes no

La manifestación en favor del cambio, realizada en todo el país el pasado sábado, a pesar de no ser masiva, disparó respuestas de diferente tenor desde el lado opositor, no solo por el volumen convocado, sino, también, por la calidad de la presencia. Esto me llevó a revisar esa asistencia.

BLANCO-NEGRO

Es cierto. No eran millones en las plazas del país. No estaban los muchachos y muchachas del coro, embanderados, y cantando “¡Vamo a volvé, vamo a volveeee…!”. No estaba ese coro histórico que celebró todas y cada una de las vueltas, regresos que nunca cambiaron la realidad de ignorancia y pobreza de los excluidos, de los vulnerables, que tanto dicen preocuparles.

Es cierto. No estaban los gordos sindicalistas, ni sus ejércitos de vagos mantenidos por los trabajadores de verdad, todos enquistados al frente de los gremios, financiados por las obras sociales, y enriqueciéndose al servicio de la política y no de sus representados.

Es cierto. Tampoco estaban los violentos de siempre, a destajo por romper negocios, más un plus por dañar monumentos, otro por incendiar un auto. Verdaderos mercenarios al servicio de la patria financiera, de la patria contratista, de la patria timbera, y de la patria narco, los verdaderos beneficiados de la famosa década ganada.

Es cierto. Ni estaban los acomodados de la corrupción, tan corruptos como los otros, que prefieren la normalización y naturalización del acto de corromper, pues un escenario de condena de la corrupción pone en evidencia su práctica inmoral. Los que se sienten más cómodos en un país donde robar es digno.

Es cierto. Ni estaban los explotados de siempre, que desde hace mucho viven del aparato político tradicional, tanto por un piquete, tanto por una marcha. Soldados a desgano que encuentran en esas dádivas una salida fácil a su angustiante situación.

Es cierto. Ninguno de todos esos estaban. Tampoco estaban los excluidos, ni los vulnerables, ni los laburantes, esos que históricamente fueron mantenidos ignorantes para explotarlos y aprovecharlos en cada elección. Ni estaban los niños que ahora fueron decretados hombres solo para aprovechar su voto.

No estaba esa enorme masa de pobres y de laburantes que siempre fueron víctimas, que siempre fueron rehenes del abuso de quienes los condenaron a ese estado solo interesados por el poder enriquecerse. Masa a la que ahora se sumaron los jovencitos. Unos y otros los verdaderos inocentes de esta tragicómica novela.

¿Quienes estaban, entonces…?

Estaban los viejos que, con su laburo, mantienen, con sudor y lágrimas, y, a veces, más lágrimas que sudor, el mínimo progreso que tiene este país. Empresarios y emprendedores que sufren en carne propia la crisis, pero saben que el cambio es la única oportunidad de futuro que tiene el país.

Estaban los viejos que, ocupan su tiempo libre en defender, a capa y espada, las garantías de un pueblo postergado por décadas. Gente de las asociaciones civiles y ONGs que sabe que la sociedad demanda un esfuerzo más de los que pueden para ayudar a los que no pueden.

Estaban los viejos que, a pesar de las frustraciones acumuladas, no se borran, ni se cansan, sino que se hacen cargo hasta de lo que no les corresponde para reconstruir el país. Docentes interesados en la educación, idóneos dedicados a sus oficios, y profesionales interesados en la salud, en la justicia, en la seguridad, y en crecimiento de esta Nación.

Es cierto, estaban los viejos, y eran pocos. Eran los viejos que desde hace décadas luchan, cada uno desde su lugar, y como puede, por cambiar el destino de postergación al que algunos insisten en condenar a esta Argentina. Son los que han visto, con sus propios ojos, y los de sus padres, cómo se despilfarró, década a década, lo que construyeron con tanto esfuerzo sus abuelos.

¿Porqué están acá esos viejos? ¿Porqué joden saliendo a la calle a manifestarse? ¿Porqué, con lo que tienen, no se mudan a Punta del Este a descansar y disfrutar sus últimos tiempos? ¿Acaso será porque quieren un país mejor para sus hijos y nietos?

Hasta las culturas más básicas en el mundo saben que los jóvenes tienen más energía, pero saben, también, que los viejos son los que tienen la sabiduría necesaria para aprovechar esa energía de la mejor manera para la tribu. Esas culturas saben que cuando los jóvenes se sublevan en contra de los viejos, la tribu entera sufre las consecuencias.

Tan es así que hasta el propio General Perón lo sabía cuando echó de su plaza a los jóvenes terroristas Montoneros. Los mismos que hoy, ya mayores, usurparon su Partido Justicialista y, desde allí, y en su nombre, promueven la “revolución” e impulsan el mentiroso “Proyecto Nacional y Popular”.

Es cierto. En las plazas del país se juntaron pocos, eran viejos, y, seguramente, boludos, pero que dejaron, dejan, y seguirán dejando, todo en la lucha por lograr el país que merecen sus hijos y sus nietos, y todos los hijos y nietos de esta Argentina, quienes no son culpables del pasado que les dejarán sus antepasados.

El pasado sábado 24 de agosto, en las plazas de la República Argentina, se manifestaron los viejos, sí, el Consejo de Ancianos de la Tribu Argenta. Se juntaron para mostrarle a su pueblo cuál es el mejor camino para la tribu. Ahora veremos como se comporta el pueblo, el cual es soberano.

Norman Robson para Gualeguay21