Triunfó la necedad y la estupidez
Finalmente, las minorías fundamentalistas de los pañuelos, verdes y celestes por igual, lograron impedirle a la sociedad la oportunidad de poder entablar un debate pacífico y respetuoso sobre la legalización de la interrupción del embarazo.
Acertadamente, el Senado de la Nación decidió no innovar en la cuestión del aborto, ya que fue imposible en este tiempo lograr que la sociedad se diera una discusión a la altura de las circunstancias.
Lamentablemente, fanáticas y fanáticos empañuelados en el verde del si y/o en el celeste del no, exibiendo una virulenta intolerancia, y un arrogante desprecio por quienes no compartan sus posiciones, impusieron mentiras sobre verdades hasta terminar contaminando, y minando, cualquier instancia de sana y madura deliberación que nos permitiera blanquear nuestra realidad y hacernos cargo de las soluciones.
Definitivamente, los legisladores comprobaron, aunque en su intimidad pudieran comulgar con el proyecto, que todavía no estamos preparados para crecer en la paz de la civilización, donde los individuos construyen a partir del disenso. Tal vez si en la violencia de la estupidez.
En sus irrefrenables ansias de protagonismo, unos embebidos en agua bendita, y otros en necia estupidez, empujaron a la sociedad, y a sus representantes, a no innovar en tan importante legislación, ya que “las dos vidas” y “mi cuerpo es mío” desplazaron del centro del debate las realidades y las necesidades del caso en cuanto a lo común, y no a lo particular de las parcialidades fanáticas.
La Argentina pasó décadas esperando poder instalar tan importante debate en la sociedad, pero pequeñas hordas de energúmenas y energúmenos, intolerantes de ambos colores, frustraron esta oportunidad imponiendo sus caprichos por sobre el tratamiento maduro de estadísticas fiables, de argumentos científicos de la salud pública, de conveniencias sanitarias y de modernas medidas en pos de una sana convivencia y una mejor y sustentable calidad de vida.
Si bien el año que viene se podrá volver a tratar el proyecto, nada hace pensar que la necedad y la estupidez desaparecerán en tan poco tiempo y le permitan a los argentinos debatir el tema como gente grande, abordando las diferentes cuestiones desde diferentes ópticas, sin caprichos, sin intolerancias, y primando lo común por sobre lo individual.
Desafortunadamente, nada hace pensar que maduraremos en doce meses.
Norman Robson para Gualeguay21