Un cacho de memoria
En estos tiempos de efervescencia política, donde lo viejo pretende resucitar y lo nuevo parece ser lo mismo que lo viejo, sea a un lado u otro del espectro político, un cacho de memoria no está de más para recordar algunas experiencias del pasado, como las que nos regaló la gestión de Luis Erro.

Vale recordar que, allá por el año 2007, el ex legislador Hernán Vittulo tenía que elegir a alguien como intendente de Gualeguay, para ganarle a José Jodor, y, por descarte, ante la negativa del empresario Daniel Pitón y del abogado Sebastián Erro, Luis, el hermano menor de éste último, fue erigido candidato.
Gracias a su sonrisa, a una mujer bonita, e igual de bonitas hijas, más el oneroso aparato dispuesto por Busti, el delfín de los Erro, hasta ese momento becado en Buenos Aires para hacer nada, encantó a los gualeyos, tal como aquella sirena encantó a Ulises, y se coronó intendente.
Apenas electo, Erro tomó distancia de Vittulo y asumió instalando una verdadera oligarquía de amigos y asociados, donde imperó un manejo totalmente arbitrario y abusivo de toda la cosa pública, el cual se extendió por dos períodos, hasta que, en 2015, perdió con Federico Bogdan.
De ese modo, a lo largo de la Gestión Erro 2007-2015, el multisospechado ex intendente tuvo muchos secuaces, entre los que se destacaron Paola Rubattino, Mariano Dunat, Mariano Iturbe y Pablo Figueroa. Con estos, y algunos otros, supo llevar adelante diferentes tipos de gestiones, algunas de las cuales les valieron sendas denuncias en la justicia, procesos que, por pura casualidad, siempre se vieron dilatados, o incomprensiblemente resueltos en favor de Erro.
Durante su gobierno, si bien no pudo cumplir sus promesas de hacer las termas, el autódromo y el parque industrial, Erro sí logró hacer un montón de cosas que esta sociedad no debería olvidar por el resto de sus días.
Por ejemplo, le sacó el carnaval a los clubes y empezó a manejarlo a su manera; le alquiló el basural a BioLujan, empresa que tenía un bichito que se comería toda nuestra basura; y nos prometió un hotel cinco estrellas que nunca llegó. Eso sí, mientras tanto, su hermano y su director de turismo gastaron dinero público construyendo un muelle en Puerto Ruíz que nunca terminaron.
Del mismo modo, también se colgó del medidor para hacer un acto político, pero, como no era mucha plata, la Justicia lo perdonó; inventó la Guardia Urbana, de la cual no dejó ni la Ranger, ni el carrito, ni se sabe cuantas cosas más; hizo un manejo irregular de la espuma para el carnaval, aprovechándose de la mujer de un empleado, la cual puede terminar presa; e invirtió plata del pueblo en sembrar taruchas en el reservorio. Eso sí, Erro trajo otro casino y firmó para que se quede por 27 años.
Al mismo tiempo, también persiguió a periodistas, especialmente, a aquellos que desnudaban aspectos de su gestión de una forma inconveniente; hizo del estacionamiento medido un buen negocio; expulsó a los institutos del Complejo Educativo porque se quejaron de su estado; y asfaltó calles que al poco tiempo ya estubieron detonadas, mientras que asfaltarlas hoy cuesta la mitad de lo que costaron entonces. Eso sí, Erro trajo espectáculos gratis a la Costanera, haciendo un manejo no muy trasparente de los costos y de las cantinas.
También se quedó con cheques de licitaciones, dinero éste que devolvió una vez denunciado el hecho; trajo la industria marroquinera Vanydan, y, al poco tiempo, 40 jóvenes quedaron a la deriva porque ésta se fue de la noche para la mañana; invirtió plata de todos en un bien ajeno, como el Correo Argentino, que no era, ni es, del municipio; y recibió fondos para el parque industrial, aunque no se sabe qué hizo. Eso sí, Erro logró que Agmer hiciera 20 viviendas.
De la misma manera, impidió que se haga la circunvalación, cuando estaba todo para hacerla, porque era más importante hacer el camino al Puerto, pero era solo porque la había gestionado el entonces legislador Rubén Matorras; pretendió expropiar Paso de Alonso, aunque nunca se supo para qué, pero el pueblo, igual, se lo impidió; e hizo negocio, según lo acusan, con las luminarias, en sociedad con una empresa local que le inventó facturas; condenó el balneario y el camping al abandono; y dejó que se caiga del todo el Puente Pellegrini; mientras que su séquito, con dinero público, ostentaba celulares de alta gama, lo cual también fue denunciado. Eso sí, Erro tuvo el tino de quitarle el titulo de honorable al Concejo Deliberante gualeyo.
También recibió los fondos para tratar la basura, esos que el Juez Bonadío está buscando y que, por eso, lo imputó; lo trajo a Amado Boudou, y se abrazó con él y Urribarri en el CEF; licitó el sonido del carnaval, y se lo dio a uno que no había licitado, pero la Justicia dijo que obró bien; crecieron los proveedores de la municipalidad, con gente en rubros en los que nunca había estado; borró la cartelería de la ciudad; realizó carísimos trabajos de herrería, como árboles de navidad y otros decorados; e hizo gestiones para reactivar económicamente el puerto, con la ayuda de las empresas ACA y Granar, pero nada pasó después de la foto. Eso sí, Erro empezó el skatetódromo para los jovenes que practicaban esa disciplina, pero nunca se los terminó.
Esto es solo una reseña de lo más saliente de su gestión de gobierno, ya que, a lo largo de los ocho años que manejó la ciudad, son muchas las anécdotas que exponen su compromiso moral con Gualeguay y los gualeyos.
Para terminar esta síntesis de lo hecho por Erro en 8 años, cabe recordar que, también, sacó 25 millones de la esfera municipal, y se los dio a un “consorcio”, para que haga un barrio de 80 viviendas, el cual nunca terminó, y así se lo entregó a los beneficiarios; y se fue sin pagar los aportes al Iosper. Eso sí, Erro siempre sostuvo que, su gestión, era la mejor de los últimos 25 años.
Mientras así gobernaba, y presidía el Partido Justicialista local, lo desintegró, espantó a los afiliados, y le dio lugar a patoteros militantes que pintaban escuelas, que quemaban carteles proselitistas, o que apretaban a todos aquellos que con él disentían. Eso sí, Erro, junto a sus familiares, según obra en una denuncia, habrían comprado un millonario lote de campo, compra que parecería que no pueden justificar y por la cual nunca pagaron impuestos.
No conforme con todo esto, tal vez viendo comprometida su economía personal luego de la estruendosa derrota, el Gobernador Gustavo Bordet lo premió inventándole un cargo en la administración pública provincial, con una cómoda oficina en el shopping local. De este puesto lo echaron luego de la catástrofe electoral de 2017 y de su vínculo con la desaparición del empresario Omar Benvenuto.
A pesar de todo este frondozo currículum, que según él es inventado por razones políticas, muchas denuncias llevan años y años en la Justicia, y otras fueron resueltas, incomprensiblemente, a su favor, impunidad que, según trascendidos incomprobables, le habría costado a su familia desde dos potrillos pura sangre, hasta varios viajes a Europa, y mucho dinero en efectivo.
Indiferente a todo esto, Erro pudo postularse para Senador, y uno de cada tres gualeyos lo votó. Hasta la sociedad de General Galarza, gente de un férreo compromiso con el trabajo, lo votó en masa.
Frente a tanta contradicción sin sentido, surge inevitable una pregunta: ¿Es culpa de la gente que vota, o la gente lo votó porque no sabe quién es realmente Luis Erro, y se creyó que es realmente una pobre víctima de la política injusta…?
De una u otra manera, según lo que se puede apreciar, la gente parece haber olvidado cómo llegó Erro a la Municipalidad de Gualeguay, y como transitó por ella, así como no se ha percatado de que él, como Senador, tendrá los fueros que le permitirán mantenerse lejos de la Justicia, sin preocuparse por ella.
Ojalá pudiera la gente recordar todo esto, y corroborar, revisando el pasado, que todo esto es verdad.
Norman Robson para Gualeguay21