Una historia de reencuentro en Puerto Ruíz
“¡Nunca es tarde cuando la dicha es buena!”, dice la nota de Crónica, señalando que esa frase suele ser utilizada para aquellos momentos en los cuales, más allá del tiempo que pase, alguien pueda lograr una meta en su vida. Ese medio se refiere así a la situación del hombre de 59 años que se reencontró con sus hermanos después de 48 años.
Esta historia tiene como protagonista a Ángel Benítez quien vivía en la localidad chaqueña de Presidente Roque Sáenz Peña, y tenía 11 años cuando su papá lo llevó con él a Puerto Ruiz. El hombre se llamaba Feliciano y ambos llegaron al pueblo del sur entrerriano en un camión que trasladaba changarines para trabajar en una empresa, que finalmente nunca les pagó y quedaron librados a su suerte.
Feliciano consiguió entonces un empleo a una estancia de la zona, pero al poco tiempo murió en una riña, al igual que su rival. Y su hijo quedó solo en el mundo, ya que no tuvo más contacto con su mamá y sus hermanas.
Un vecino decidió criarlo y Ángel, a quien todos conocen como Chango, fue creciendo al amparo de buena gente que se ocupó de él. Hoy tiene 59 años, está casado, tiene siete hijos y siete nietos, y como pescador se gana el sustento.
Hace unos cinco años, Eduardo Cacho Reynoso, un remisero de Gualeguay se cruzó con él y en una de las tantas charlas que mantuvieron, se enteró de su historia, y enseguida se propuso ayudarlo a encontrar a su familia: “Hace unos años le pregunté por qué le dicen Chango, por qué tiene los ojos claros, y por qué su apellido es Benítez si acá en el Puerto no tiene ningún pariente”, rememoró Reynoso y señaló: “No sé por qué, gracias a Dios, algo me hizo largarle esa pregunta. Me miró con los ojos tristes y me relató algo cortito de su vida, que él quedó huérfano de muy chico, pero que mucho no se acordaba, y me tocó el corazón. En esa época yo estaba muy activo como radioaficionado, actividad con la que he participado hasta en búsquedas internacionales, y desde ese lugar empecé a averiguar”.
Sin embargo, la tarea no iba a resultar para nada sencilla, destaca Crónica, ya que habían pasado muchos años y tenía muy pocos datos para dar con el paradero de algún familiar del pescador. No obstante, no se desanimó, y de a poco fue indagando entre los conocidos del hombre, y anotando en un cuaderno cualquier información que recababa. “En otro viaje le pregunté a la mujer, pero ella me dijo que el Chango mucho no contaba. Hasta que un día el Chango me dijo que un señor de apellido Schubert le gestionó el documento. Resulta que era un vecino mío, y charlando con él conocí un poco más de su historia”, indicó.
Ricardo Schubert había trabajado en la estancia junto a Feliciano y fue quien se ocupó en aquel entonces del niño que acababa de perder a su padre. Según relató Eduardo, después se hizo cargo un hombre de apellido Tonetti. “Cuando murió Tonetti, un señor de apellido Martínez lo siguió criando hasta grande, con Schubert ayudándole en lo que necesitaba. Le enseñaron a trabajar, lo educaron, y creció contenido por pescadores del Puerto. Hoy sigue viviendo de la pesca y ha criado a toda la familia, tiene una casa de material. Es un hombre muy bueno, callado o que habla pausado”, sostuvo el hombre que logró reunir a una familia separada casi medio siglo antes.
Una larga travesía
En esa titánica tarea, a la que se dedicó por más de cinco años, supo que Chango había vivido en el barrio Colón, en Roque Sáenz Peña, pero aunque llamó a cientos de teléfonos del lugar los resultados fueron nulos. Hasta que se topó con la Fanpage “Donde estás”, en la que miles de usuarios de Facebook intentan hallar a algún pariente al que dejaron de ver hace años, y donde se tejen conmovedoras historias de búsquedas y reencuentros.
Fue allí que una sobrina de Chango había emprendido la misma tarea, a pedido de su mamá Francisca, que actualmente vive en el barrio Alto Verde de Santa Fe, quien anhelaba abrazar a ese hermano al que había dejado de ver en la década del 70, cuando ella tenía 9 años y él 11. “Me gustaría encontrar a un tío llamado Ángel Benítez, hijo de Feliciano Benítez y Juana Vega –ambos ya fallecidos–. Mi mamá recuerda que en 1979 murió su padre y desde entonces no sabe del paradero de su hermano”, escribió la chica.
Alguien le avisó de esto a Eduardo y hace días se contactó primero con las sobrinas de Chango, y con Francisca después, quien enseguida quiso viajar a verlo. Finalmente llegó acompañada de su hija a Gualeguay y fue Eduardo quien las llevó a Puerto Ruiz, donde los hermanos se fundieron en un abrazo conmovedor. “Una cosa es que lo cuente y otra fue verlo. A mí me temblaban las manos. Es mi mayor fortuna haber visto este reencuentro, después de tantos años”, afirmó Eduardo.
Francisca estuvo de visita varios días, y mientras tanto fue contactando al resto de la familia para compartir la novedad:“Ángel sabía que éramos seis hermanos, pero después de que mis padres se separaron, mi mamá tuvo dos hijos más”, contó a UNO Entre Ríos la mujer, y subrayó: “Viajé enseguida a Puerto Ruiz y fue un encuentro inesperado, porque hacía 49 años que no nos veíamos. Siempre lo buscamos y tuve la esperanza de encontrarlo a él o a alguno de sus hijos”.
“Chango se fue cuando tenía 11 añitos. Mi papá se llevó al hijo varón y en ese entonces fue un camión al barrio Colón, en Roque Sáenz Peña, que buscaba gente para trabajar en el puerto deGualeguay y se fueron”, recordó.
Chango aseguró que fue una sorpresa para él el encuentro, ya que se había resignado a que nunca volvería a ver a sus hermanas. “A los 11 años me quedé sin padre y nunca más pude conectarme con mi gente”, dijo a UNO.
Ya pudo conocer a otra hermana más, que también está en Santa Fe, y a varios sobrinos. Otras hermanas siguen viviendo en Chaco y hasta ahora el contacto fue por teléfono, pero ya planean encontrarse: “Los que están enChaco van a tratar de hacer algunos ahorros para venir a fin de año. Si pudiera viajaría yo, pero soy pescador”, manifestó.
Por último, confió a UNO: “La verdad es que yo no tenía esperanzas de volver a encontrar a mi gente, pero ahora le recomiendo a quien está buscando a un familiar que no se dé por vencido”.
Gualeguay21