4 octubre, 2024 8:56 am
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Una presencia especial y #UnMinutoPorLaPaz


En la Iglesia tenemos un tesoro particular. Jesús está presente de diversas maneras. En su Palabra, en la Comunidad cristiana, en cada creyente, en la belleza del arte sagrado, en los pobres… y de una manera particular en la Eucaristía, en el pan y el vino transformados en su Cuerpo y en su Sangre, como presencia viva permanente.

Son muchos los pasajes bíblicos que refieren a esta realidad. Ya en los primeros libros aparecen algunos que prefiguraron esta presencia: el maná que es dado como alimento al Pueblo de Dios peregrino en el desierto, el pan que da vitalidad al profeta Elías para seguir su camino, varias profecías anuncian los tiempos mesiánicos como una comida en la montaña y una fiesta de gran alegría. Ya en los evangelios se hace referencia a esos anuncios proféticos como cumplidos en la multiplicación de los panes, también Jesús mismo se presenta como pan de vida (Jn 6), y en la Última Cena el Señor realiza por primera vez la maravilla sorprendente: “Mientras comían, Jesús tomó pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a ellos, diciéndoles: ‘Tomen; esto es mi cuerpo’. Después tomó una copa, dio gracias y se la dio a ellos, y todos bebieron de ella. ‘Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos —les dijo—. Les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta aquel día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.’ ” (Mc 14,22-25).
El Evangelio de San Lucas nos relata el mandato de Jesús en la Última Cena: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19). Los primeros cristianos recogieron este mandato sabiendo que en la fracción del pan reconocían la presencia de Jesús Resucitado, como les sucedió a los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35).
También San Pablo toma estos testimonios y lo enseña en sus cartas y predicaciones.
Jesús se nos da en comunión para que podamos fortalecer nuestra amistad con Él; alimentar nuestra fe, esperanza y caridad; sostener la fraternidad; alentarnos en la misión; incentivarnos en el servicio a los pobres.
“El día” propiamente dicho de hacer memoria y presencia de este misterio es el Jueves Santo en el cual celebramos la Institución de la Eucaristía y el sacerdocio, junto con el mandamiento del Amor. Pero el clima espiritual de esos días nos impide hacer pública expresión de nuestra alegría.
Por eso, después de haber celebrado el tiempo pascual, volvemos la mirada a Jesús en la Eucaristía. En las diócesis, o en las ciudades se hacen procesiones con el Santísimo Sacramento para hacer pública nuestra fe y dedicar momentos de adoración.
Jesús se queda en el sagrario para recibir nuestra oración, y para ser llevado en comunión a los hermanos enfermos o ancianos que no pueden venir a la misa. Muchas veces pienso cómo el altar se amplía hasta llegar a cada casa, cada hogar de ancianos, cada lugar de sufrimiento…
Hoy, 7 de junio, se conmemora en nuestro país el “día del periodista”. Un saludo a todos ellos y el compromiso de nuestra oración.
Mañana, 8 de junio, se cumple un año del Encuentro que compartieron en Roma junto al Papa Francisco los presidentes de Israel y Palestina. En esa ocasión plantaron juntos un olivo como signo del compromiso por la paz, que demora en lograrse, pero no bajamos los brazos. La invitación es a rezar por la paz. Estés donde estés, a las 13:00 hs. pará un minuto y hacé una oración: #UnMinutoPorLaPaz. El Papa ha dado pasos muy importantes en este camino. Si muchos sumamos nuestra oración, seguramente tendremos frutos importantes. En tus manos y tu corazón están las “herramientas” para trabajar por la paz.
El fin de semana que viene se realiza la Colecta Anual de Caritas en todo el país. Se ha propuesto como lema una expresión del Papa Francisco: “Todo lo que se comparte se multiplica”. Acercate a colaborar.
Por Monseñor Jorge Eduardo Lozano

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