Una tragedia aún impune
La negligencia y la irresponsabilidad, cuando al volante, confabulan para la tragedia, y cuando en la justicia, se asocian para extender la impunidad. Dos años han pasado de la trágica muerte de Miguel Ángel González, y la técnica jurídica, y sus alfiles, en uno y otro plato de la balanza, aún mantienen rehén del luto a toda su familia.

Fue una tarde de domingo. El hombre, a bordo de su Kangoo, volvía del campito familiar hacia Galarza. En el mismo sentido, venían los hermanos De Benedictis, afamados pilotos de automovilismo, que habían errado el camino y corrían en su Fiat Toro para reencontrarse con sus padres, que los esperaban en Gualeguay desde hacía rato. Volvían todos del Top Race en Paraná.
Fue el 25 de febrero de 2018, en la ruta 12, a la altura de General Galarza. González tenía 64 años, una esposa, y tres hijos, todos grandes. El impacto de la Toro contra la Kangoo terminó, casi instantáneamente, con la vida de González. El impacto de su muerte terminó, también de forma instantánea, con los planes y sueños del resto de los González. Según se desprende del estado en que quedaron los vehículos, la Toro venía a gran velocidad, y sus dispositivos de seguridad, sin lugar a dudas, salvaron la vida de los jóvenes pilotos, veinteañeros ambos.
A partir de aquel momento, la familia González comenzó a vivir un verdadero y doloroso vía crucis que ya lleva más de dos años. Un duelo que se vio dilatado en los cajones de la controvertida Fiscalía de Gualeguay, en las manos de la Dra. Josefina Behéràn, bajo la coordinación del Dr. Gamal Taleb, mientras desde la defensa aprovecharon todos los tecnicismos que pudieron para postergar la causa.
A pesar de que las circunstancias en que tuvo lugar la tragedia no darían lugar a malentendidos, y que las pericias del caso no dejarían dudas, los trámites judiciales se vieron demorados exageradamente, obligando a la doliente familia a asistir a más de media docena de audiencias.
En cada una de estas oportunidades, reiterando y repitiendo lo ya comprobado y confirmado, la viuda y sus hijos fueron obligados a revivir la tragedia, una y otra vez, en toda su dimensión, reavivando su dolor, hurgando en la herida abierta, y dando por tierra los avances logrados en su duelo a través de la asistencia sicológica.
Los González son gente de trabajo, gente emprendedora que se vino para estos lados en 1998, desde Buenos Aires, donde tenían un supermercado. Se vinieron huyendo de la inseguridad, y se radicaron en Galarza, donde empezaron con un campito y ahora, también, tienen la franquicia del Día%. Don González y su hija se hacían cargo del supermercado, mientras que Juan, el varón, se ocupaba del campito. Aquel día, como Juan se había tomado vacaciones, el hombre había ido a recorrer el campito y verificar que todo estuviera en orden. De regreso hacia Galarza, se encontró con la muerte.
Días atrás, la causa, antes de que venciera, y aprovechando que la fiscal tomó una nueva licencia, fue rápidamente ordenada por otro fiscal para elevarla a juicio. Ahora se encuentra a la espera de que le definan una fecha, mientras que la familia reza por una justicia que le permita sanar en paz.
Norman Robson para Gualeguay21