Virtudes de la Espiritualidad Cívica

Las virtudes centrales en la espiritualidad cívica son la ofrenda y la templanza.
Con ofrenda se despertará a los habitantes o ciudadanos nominales para que se entreguen, no para que renuncien o abandonen lo propio, sino para que se involucren, se comprometan y se ofrenden: la pregunta a cada ciudadano que vive reclutado en lo privado es ¿qué tenés para entregar? No se trata de tirar un voto o de “largar” algo de uno al espacio común como si fuera una limosna, sino de traerse cada ciudadano a sí mismo y formar comunidad.
De cada ciudadano se espera entonces la ofrenda de servicio y de disposición. Y la templanza forjará la ofrenda en construcción compartida, ya que con la sola disposición de espíritu no será suficiente. Si esta disposición no se trabaja, si no se va templando, la nación no se constituye. La Constitución en este sentido es un punto de partida donde se enuncia a los ciudadanos las ofrendas que se esperan de ellos. Si se cuenta con la virtud, entonces tendremos ciudadanos comprometidos con espiritualidad y con civismo. Si no se encarnan los valores, y por ende no se vive en virtudes, no seremos ciudadanos, sino llanamente sujetos en la ley.
No es lo mismo cumplir con la Constitución que darse a la Constitución.
En reconocimiento y bendición.
Rabino Sergio Bergman
