Día del Periodismo: El desafío sigue siendo la verdad
El presente del periodismo argentino no es lindo. Es triste. En la actualidad, cualquier noticia despierta certeza o duda según quién la diga y quién la escuche. Alguien que roba, puede ser un delincuente para un medio y un prócer para otro. Si alguien señala al poder por algo, éste, con total liviandad, lo acusa de que alguien le paga para ello. Igual que en Cambalache. Pero lo peor es nuestra pose frente a esta realidad. Como periodistas estamos defraudando nuestro mandato social.
En la actualidad, el poder, para encubrir aquella realidad que le es inconveniente, logró poner en duda la verdad. Le fue fácil. Primero instaló la cómoda idea de que hay muchas verdades, de que cada uno puede tener la verdad que quiera, y, de ese modo, dejó sin verdad a nadie, imponiendo la incertidumbre.
Con esta estrategia, el poder logró que aquella información que es fruto de la búsqueda y del descubrimiento, de la investigación y del conocimiento, hoy valga lo mismo que un capricho antojadizo de quien no busca, ni descubre, ni investiga, ni conoce, ni sabe.
Entonces, me pregunto, ahora yo desconcertado, para qué practicamos el periodismo.
En busca de una respuesta, me encuentro que ésto ocurrió, y sigue ocurriendo, frente a nosotros, mientras bajamos la mirada y hacemos silencio. De ser el cuarto poder hemos pasado a ser nada, y sin hacer nada. Tal vez por una pauta, oficial o privada, tal vez por un buen pasar, hemos permitido que nos degraden, al punto de perder nuestra esencia.
No solo eso, en nuestra apatía, también estamos traicionando la confianza que la sociedad depositó en nosotros. Ella nos encomendó darle certidumbre, darle conocimiento, hacerla saber, y, en su lugar, con nuestra inacción e indiferencia, somos cómplices de su incertidumbre, de su desconcierto y de su desconocimiento.
¿Somos realmente conscientes de lo que estamos dejando que pase?
El periodismo debe ser el principal enemigo de este poder, nuestro rol debe ser buscar, rescatar e imponer esa única verdad que lo desnuda, hoy confundida entre tantas mentiras disfrazadas de verdad. No debemos dejarnos dominar por las pautas oficiales, o no oficiales. No debemos permitir su extorsión.
Sin la verdad, no existe el periodismo, y sin el respeto de la sociedad, tampoco. El poder rota, cambia, alterna, pero nosotros y la gente, no. Nosotros nos debemos a la sociedad, y ella, aunque hoy, tal vez, lo haya olvidado, tiene en nosotros una fuente confiable de verdad, la cual necesita para crecer y desarrollarse.
Hoy, cualquier grupete de incapaces al frente de un desgobierno es capaz de despreciarnos, de desacreditarnos, y hasta de hablar de nosotros, cuando su pasado inmediato, y su presente, los privan de la mínima autoridad moral para hacerlo. Atorrantes. Atrevidos.
El mundo entiende que el periodismo es fundamental para la construcción de un futuro digno y sustentable, y entiende que, para ello, es fundamental restaurar la verdad y recuperar la valentía de defenderla. Sobre mentiras y falsedades, nada es posible. Abandonemos el silencio, levantemos la mirada. Por favor.
Norman Robson para Gualeguay21