El día de la lealtad y la prostitución en la política
Hoy es el famoso día de la lealtad, llamado así porque, en el siglo pasado, una multitud llenó una plaza aclamando al líder que reconoció su postergación. Al recordarlo, no puedo evitar pensar en esta campaña plena de infidelidades y traiciones por un voto o un beneficio. No puedo evitar pensar en personajes gualeyos hoy corrompidos por tener el poder, por conquistar un voto, o por conseguir una prebenda. No puedo evitar pensar en la prostitución de la ética y la moral por la política.
Siendo la lealtad un sentimiento de respeto y fidelidad con alto contenido de principios morales, se llamó al 17 de octubre Día de la Lealtad porque ese día de 1945 se llevó a cabo una gran movilización, en la que miles de trabajadores ocuparon la Plaza de Mayo y el centro de la ciudad de Buenos Aires para exigir la liberación de Perón.
Hoy, muchísimo tiempo después, aún se conmemora aquel día, aunque la lealtad, los principios y la moral hayan pasado de moda, en especial en el campo de la política. Basta observar la campaña electoral en Gualeguay para comprobarlo.
Candidatos huérfanos de ideología, solo interesados en el poder, comprando simpatías. Precandidatos perdedores vendiendo su apoyo afuera de su espacio, despreciando aquello de que “el que gana lidera y el que pierde acompaña”. Militantes que antes trabajaban para uno, ahora trabajan para otro, sin escrúpulos o vergüenza alguna. En síntesis, caras con nombres y apellidos que defendían a capa y espada una idea, ahora la traicionan por alguna posible migaja de poder.
Hoy, al vecino le llegan con boletas armadas a medida: Massa, Bullrich o Milei, con la de Bahl o Frigerio, como quieran, mientras voten al candidato local que los alistó. Tal es la desfachatez que hasta se disfrazan de militantes de un gobernador ganador para colectar votos a favor de un intendente que no puede crecer.
Pero todo vale en la política, dicen, aceptan, reconocen. Nadie se queja, menos aquellos a quienes les conviene. Todos miran para otro lado. Todo vale por un par de votos.
Hoy, en el día de la lealtad, imagino a unos y a otros hablando de ella. Imagino a los peronistas, a los de cambiemos y a los híbridos embanderándose en principios morales, mientras en sus bolsillos, tienen listas las boletas de Milei, junto a las de Bahl y Frigerio, para sacar unas u otras, según el caso.
Sin lugar a dudas, tendrán a mano innumerables excusas y culpas que justifiquen la traición y la infidelidad, y, sin dudas, muchos lo comprenderán. Yo no puedo. Mientras escribo esto, suena Cambalache, que me recuerda que da lo mismo ser derecho que traidor, o ser sabio, chorro, o un gran profesor.
Norman Robson para Gualeguay21