El voto al veto: Alerta política para el pueblo entrerriano
La política argentina no está más dividida entre la derecha y la izquierda, ni entre estatistas y privatistas, ni, mucho menos, entre capitalismo y comunismo. La división actual nada tiene que ver con lo ideológico, sino con lo moral. En este país, ahora, la nueva grieta divide a los republicanos de los populistas. Por un lado, los primeros quieren restaurar el orden, la justicia, y, más que nada, la economía, mientras que los últimos quieren volver al pasado de la prebenda, para lo cual necesitan reencender la maquinita. No les importa la inflación, ni el futuro, ni, mucho menos, el pueblo. La votación de hoy respecto del veto volvió a alertar sobre quién es quién entre los legisladores entrerrianos.
En el Congreso de la Nación, tan honorable espacio republicano hoy invadido de cebados sátrapas, se votó hoy el rechazo al veto presidencial de la ley de financiamiento universitario, pero a la satrapía no le alcanzó, y triunfaron la República y el pueblo argentino.
¿Qué se votaba?
Para entender esto en su justa dimensión, es preciso volver a semanas atrás cuando el Congreso aprobó la controvertida ley de financiamiento universitario por la cual se obligaba al gobierno nacional a destinarle más recursos económicos a las universidades públicas, sin indicar, ni importar, de dónde salían esos fondos. Por su parte, el gobierno quería reservar esa discusión para cuando se aborde el nuevo presupuesto, cuando se determine cada asignatura con los orígenes de los fondos asignados.
Como cumplir con esta orden legislativa obligaría al gobierno de Milei a imprimir billetes, se trata de otra estrategia de la oposición, en todos sus disfraces, que aspiraba a boicotear la política económica que tanto le está costando llevar adelante a los argentinos. Frente a ésto, el gobierno nacional recurrió al veto de esa ley, pero siempre queda una instancia legislativa de rechazar el veto. Precisamente es esa última instancia la que se le frustró hoy al populismo argentino.
Cabe remarcar que nunca estuvo en discusión, ni lo está ahora, la educación pública, ni la universidad estatal, sino que la Nación exige un gobierno transparente, eficiente y, más que nada, decente de esas instituciones educativas, algo a lo cual se resiste la enorme parasitosis que aún sobrevive enquistada en ese sistema. De este modo, esta ley propició una nueva oportunidad para las oposiciones populistas interesadas en obligar al gobierno a claudicar en sus intensiones de recuperar la economía y forzarlo a imprimir dinero y liberar cajas a diestra y siniestra, como en el pasado.
Cómo se votó
Ahora bien, si bien la votación de hoy significó una victoria para los argentinos, hay una señal preocupante en cuanto a la participación entrerriana en este proceso: De los nueve legisladores entrerrianos que hoy votaron respecto del veto, solo lo defendieron dos: Beltrán Benedit (LLA) y Nancy Ballejos (PRO), mientras que votaron en contra del veto las cuatro escorias políticas del último gobierno provincial (Carolina Gaillard, Blanca Osuna, Gustavo Bordet y Tomás Ledesma), dos radicales devotos de Lousteau (Marcela Ántola y Atilio Benedetti), y un exPro hoy soldado incondicional de Frigerio (Francisco Morchio).
De esto se desprende que casi 80 porciento de los representantes entrerrianos en el Congreso, siete de nueve, queriendo o sin querer, votan por la vuelta al pasado, por el regreso de las cajas a discreción, de las prebendas y beneficios personales para ellos en perjuicio del pueblo. Pero lo más irritante del proceder de estos legisladores supuestamente no kirchneristas, es que lo hacen embanderándose en la educación pública, cuando su conducta solo contribuye a condenarla aún más a su precariedad, degradación y postergación.
Cabe remarcar que esta realidad guarda coherencia con el perfil populista del Gobernador Rogelio Frigerio, quien aún no ha comenzado a reconvertir la provincia según el nuevo modelo político que quieren los argentinos, y solo simula hacerlo, con los costos que eso tiene para todos los entrerrianos. Lo que sí sorprende, y preocupa, es el silencio de las instituciones económicas, sociales y políticas entrerrianas ante el proceder de los supuestos “legítimos representantes del pueblo” entrerriano. Un silencio cómplice que pone en riesgo el futuro inmediato de la provincia.
Como conclusión de todo esto, surge necesaria y urgente una reacción de todo el arco de instituciones entrerrianas, conminando al gobernador y a sus legisladores a abandonar de inmediato sus pretensiones de volver al pasado y a ponerse a trabajar en sintonía con el proyecto político elegido por la mayoría de los entrerrianos. “Basta de plancha y rosca, pónganse a laburar, que eso es lo que queremos quienes los votamos”, expresó enojado un vecino de un barrio periférico gualeyo.
Norman Robson para Gualeguay21