Habemus Ley de Bases, pero sin fumata blanca, con humo negro
En la casi medianoche de ayer, finalmente, luego de meses y meses de interminables franelas esquizofrénicas de una horda histérica de secuaces del pasado, y después de aturdir las paredes del Congreso con tan estériles como maliciosos discursos, el Presidente de la Nación tuvo su recontra cercenada Ley de Bases, apenas el título de la herramienta que necesita para comenzar a transformar el país y liberarnos de tanta miseria histórica. Salió sin la fumata blanca propia del acuerdo, salió con el humo negro de la quema de autos.
Sí, habemus Ley de Bases, pero se volvió a desnudar la tristísima realidad de un país dividido en múltiples partes por la necedad, por la esperanza, por la estupidez, por las ganas de progreso, por la codicia, por las ansias de paz. Una sociedad dividida en partes identificadas unas con la injusticia, la postergación y la violencia, y otras com la ley, el progreso y la meritocracia.
¡Qué difícil se le hace a los argentinos la vida, su existencia!
Mientras hoy el Presidente de la Nación se codea con los dueños del mundo, quienes le dan la bienvenida a ese universo privilegiado, en su casa, partes de sus gobernados se resisten y enfrentan la democracia vandalizando lo que encuentran a su paso. El humo negro cruzado por improvisados proyectiles tiñe la victoria democrática obtenida por esos seudoapóstoles de la voluntad del pueblo. Hipócritas adentro y henergúmenos afuera, no tan distintos unos de otros.
Un país explotado en partes. Una parte sumida en la pobreza y otra que zafa con subsidios y prebendas. Una parte condenada a la ignorancia y otra creyendo que tiene derecho a todo sin obligaciones. Una parte sufriendo la injusticia y otra viviendo de su esfuerzo y sacrificio. Una parte con miedo y otra fiel a su egoísmo. Una parte apostando a una justa justicia y otra aferrada a la seguridad de lo inmerecido. Una parte fiel al populismo de los beneficios para unos pocos y otra luchando por una República de justas libertades. Una parte eligiendo el sacrifico de salir y otra hipotecando a sus hijos y nietos por algunos años más de comodidad.
Una parte sonríe, mientras llora de realidad, otra parte insulta, mientras también llora, pero su equivocada desgracia. “No la ven”, dijo el Presidente, pero lo cierto es que muchos no la quieren ver, pues pierden las prebendas con que los bendijo la vieja política, esa que no era política, sino una práctica mafiosa que gran parte de este país quiere erradicar, exterminar, liquidar.
Sí, habemus Ley de Bases, pero sin esa fumata blanca como la que los obispos hacen saber al mundo que hubo acuerdo y en breve se sabrá el nombre del futuro Papa. Habemus Ley de Bases, pero contaminada del humo negro propio de la barbarie, del odio incivilizado e ignorante de la intolerancia.
Ojalá todo esto sirva para iluminar la oscuridad de quienes encuentran su comodidad en el modelo del pasado, ese que oprimió a gran parte del pueblo y lo sumió en la impotencia de la pobreza. Ojalá sirva para pacificar la violencia, para ilustrar la ignorancia, para ajustar la injusticia, para sanar el pasado. Ojalá sirva para señalarnos el camino que debemos recorrer nosotros, no Milei, no Villaruel, no Caputo, no Bullrich. Ojala sirva para convencernos de que somos nosotros, el pueblo, los que debemos hacer (imponer) el cambio.
Norman Robson para Gualeguay21
Excelente