La esperanza: El desafío de cualquier candidato
En la actualidad, cualquier elección, sin importar quienes se postulan, puede terminar de cualquier forma, ya que hoy ya nadie elige lo mejor, sino que vota lo menos peor, o en contra de alguno, o para que se pudra todo, o por miedo, o por cualquier otra razón. Un amplio espectro de razones motivan y direccionan el voto, menos la correcta: la esperanza. Ese es el desafío de cualquier candidato de hoy, pues despertar ésa emoción en el votante significaría una victoria asegurada.
Hoy por hoy, la ciudadanía descree totalmente de la política y, en particular, de cualquier político. Es por ello que ha perdido totalmente la esperanza. En ese estado emocional de ausencia de expectativas, la ciudadanía entra al cuarto oscuro, enfrenta las boletas y puede elegir cualquier cosa.
Cuando la esperanza está ausente, su lugar lo toman el desinterés, el rencor, el miedo e infinidad de emociones que en nada contribuyen a una buena decisión electoral. Ahora bien, para que vuelva la esperanza es indispensable que haya confianza, pues sin ella restaurar una espectativa positiva se torna más que difícil, aunque no imposible. Solo hay que tener lo necesario y saber cómo usarlo.
El primer requisito es no estar solo en la propuesta, sino liderar un equipo que todos tengan un interés común que no sea personal, sino el de la comunidad. El otro requisito es saber y conocer bien el territorio que se pretende gobernar, reconocer la realidad en toda su dimensión, y lo que hay que hacer para mejorarla. Por último, se requiere tener una capacidad de trabajo suficiente para lograrlo. Interés, conocimiento y capacidad.
De contar con todo esto, y de no arrastrar una historia en sentido contrario, conquistar el electorado es posible. En otras palabras, quienes cargan con un pasado que no avala los requisitos planteados, difícilmente puedan conquistar el voto de los descreídos y desesperanzados.
Ahora bien, contando con todo eso, lo primero que hay que hacer es desplegar el equipo para que el electorado lo conozca, y que sepa que no se trata de un nombre, sino de un grupo homogéneo con un sueño común. Luego de presentar el equipo, este debe mostrar y demostrar que cada uno sabe y conoce la ciudad, lo que ésta necesita, y que quiere y puede dárselo, explicando cómo lo hará.
De ese modo, la propuesta se irá convirtiendo en una clara intensión, y el candidato comenzará a distinguirse de los otros, a atraer la atención del electorado, y a ser creíble. En síntesis, se trata de sorprender al electorado reconociéndole su propia realidad: la necesidad de un gobierno presente, que no mire hacia otro lado. Un gobierno sin peros, sin excusas, que solucione, que corrija, que se haga cargo y que trabaje, fiel a los intereses de la gente y dispuesto a pelear por ella.
En otras palabras, para poder darle a la gente esperanzas, los candidatos deben ser creíbles, para lo cual es preciso demostrar que son un grupo que sabe bien qué hay que hacer, y que son capaces de hacerlo, sin otro interés que el de la comunidad.
Norman Robson para Gualeguay21